#13

279 84 22
                                    

P. O. V  Joshua

No puedo evitar pensar en ti, lo hago todo el tiempo. Cada vez que miro al cielo, que miro las plantas, los animales, cuando miro todo en mi alrededor te recuerdo. Cuando me veo yo mísmo solo puedo darte gloria y solo admito tu grandeza. ~Abba pa'~

La tarde era preciosa, acababa de despertar, mis ojos estaban rojos y su cabeza recostada a mi hombro. Ella estaba dormida, cansada al igual que yo nos quedamos dormidos de tanto estudiar, los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y teníamos que esforzarnos; sobre todo ella.

Me incline hacia ella con cuidado de no despertarla, jamás estaba tan cerca de mi, es tan arisca siempre pero hoy puedo observarla con detenimiento  sin que me frunza el ceño o me miré intimidante, y si, no solo es así, ella también sabe sonreír y creo que si notara lo hermosa que se ve cuando sonríe tal vez lo hiciera más seguido. La chica ruda, autoritaria y que no confía en nadie estaba tranquila como un corderito en mi hombro, sin ningún tipo de preocupaciones. Desearía que siempre fuera así pero aveces es muy difícil tratar con una chica tan terca, pero a pesar de eso mi cuerpo se estremeció al verla allí, recostada a mi, tan cerca. Por Dios. Eso fué lo que hice: solamente la observé en silencio.

Y yo enserio quiero llevar esta oración a ti: anhelo que todos estos chicos se conviertan a ti, quiero que ella te conozca y te ame como yo lo hago.

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
                                   Hebreos 4:16

Y quiero que ellos se acerquen a , y reciban de tu infinita misericordia. Que en ti encuentren el socorro.

Seguía dormida y yo sigo mirándola, es extraño. Me estiro para alcanzar una manzana dentro mi mochila, tanto estudio y esfuerzo da hambre. Ella comienza a retorcerse hasta que por fin despierta lentamente y al darse cuenta de que está recostada a mi da un repingo y se aleja.

—Lo siento, te desperté. —le doy un mordisco a la manzana. La pelinegra bosteza y hace un gesto de que está bien. Luego se fija en mi manzana y yo niego instantáneamente con la cabeza al intuir sus intenciones. Y aquí vamos de nuevo...

Siempre hace lo mismo, siempre quiere lo que yo quiero. Cuando se antoja de algo hace todo para conseguirlo, como por ejemplo mi manzana, y por lo que sé hasta ahora no se quedará tranquila hasta conseguirla.

—Hey, yo también ten-go ham-bre. —balbuceó mientras forcejaba conmigo por la manzana, intentando tomarla de mi mano pero no la alcanzaba, obvio; demasiado enana para mi. Sonreí. Esta imagen me gustaba.

—Esta no la tendrás. —afirme antes de que me pegara en la entrepierna y obtuviera su queridísima manzana a la fuerza.  Me retorcí del dolor.

Ella rió victoriosa. Eso me pasa por bajar la guardia.

—¿Estás en boxeo acaso? —pregunté con dificultad y ella se burló sacándome la lengua.— Oye, debes ser más amable con las personas no puedes andar por ahí golpeándolas.

—¿Quién dice?.

—Yo. —se quedó callada, me miró, dio otra mordida y se puso seria.

—Ya señor, pero tú no me mandas. —espetó.

Saqué otra manzana de la mochila y le di un mordisco, ella me miró sorprendida. No creerá que era la única manzana que traje ¿cierto?  Soy un caballero y también pensé en ella, pero ya ves lo que pasa. Ellas son las busca problemas.

The Sons of the King  [Novela Cristiana] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora