Capítulo 04

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J O S H U A  🛐❤️

Me miraba con los ojos llenos de furia, como si fuera a hacer algo, y lo hizo.

—No,  no lo hagas —repetí— ¡Nooo! —grité, y desperté.

Mi corazón latía aceleradamente, gotas de sudor corrían por mi rostro y mi respiración se volvió entrecortada. Otra pesadilla. Mi padre.

Todo estaba oscuro y silencioso. Acerqué mi mano a la lámpara de mi mesa y la encendí. La luz rápidamente molestó a mis ojos, y me di cuenta de que no fue solo a los mios.

—¡Hey, apaga la luz!, imbécil —gruñó uno de mis compañeros de cuarto, era el rubio, no recuerdo bien su nombre.

Pedí perdón y apagué rápidamente la luz. Se me olvidaba que no estaba en mi casa, en el confort de mi habitación.

Siempre tuve miedo de los internados.

Estar rodeado de tanto... mundo, digamos, y permitir que este influencia en ti, hace que muchos jóvenes cristianos se vuelvan tibios y se alejen de Dios.

El negocio del diablo.

Pero para que eso suceda no hace falta un internado, el sólo necesita una puerta abierta y contar unas cuantas mentiras.

Tomé mi teléfono y miré la hora, eran la 1: 55 am. Me retorcí e intenté conciliar el sueño, pero me resultó imposible.

Necesitaba urgentemente orar.

Tomé una manta para el frío y salí de la habitación rápidamente. Estaba pensando en lo difícil que será hablar con mi Dios en este lugar, no creo que tenga una gota de privacidad aquí, pero tampoco me rendiré.

No terminaré como muchos.

Seré como Daniel...

Pensé en subir a la azotea. Seguramente allí nadie me molestaría y podría hablar con Dios tranquilamente.

Cuando eres adicto a algo te pones así. Loco, por probarlo de nuevo, no puedes parar. Yo era un adicto terrible, a Dios.

Al llegar sentí caer el aire frío sobre mi y me abrigué con la manta.

Admiré a la luna y a sus acompañantes. Me encantaba contemplar la creación de Dios. No hay manera de que tanta belleza fuera un accidente, como muchos de empeñan en decir.

Sin perder más tiempo. Oré. Me desahogue y le dije a Dios todo lo que sentía. Mi interior comenzó a arder como de costumbre y inmediatamente sentí que toda mi angustia, miedo y desesperación huían ante su presencia. 

En el justo momento en que le co taba mi peor miedo, fue interrumpido por una chica que abrió la puerta de un tirón.

El sonido perturbador me asustó.

—¿Quién...? —balbuceo ella y al verme hizo una mueca de desagrado.

Era un poco más baja que yo, 1. 69 tal vez. Su piel era blanca, su pelo negro y muy largo. Era hermosa, pero estaba desastrosa.

Su ropa estaba arrugada y tenía algunos rayones en los brazos. En su mano derecha llevaba una botella de vino y por sus torpes movimientos supe que estaba borracha.

—Hola —dije, intentando ser amable y le regalé una sonrisa.

—Niño, vete ahora... Adelante —señaló la puerta.

Fue grosera. Muy grosera.

No dije nada, me limité a observarla casi caerse cuando caminó hacia el borde y luego torpemente se sentó allí.

The Sons of the King  [Novela Cristiana] (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora