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3 | Sueños húmedos

Estaba demasiado cansada luego de 48 horas continuas en el hospital, solo necesitaba dormir

Después de terminar hasta el último pendiente, ingresé en la habitación de descanso y sin pensarlo un segundo más me arrojé a la cama. A muy poco de conciliar el sueño, escuché rechinar las bisagras de la puerta, mi cuerpo no se sentía capaz de girar para averiguar quién era.

Tal vez era solo una compañera que dormiría en la cama vecina.

Me acurruqué en las sábanas, pero al sentir la cama hundirse a centímetros de mí por el peso de alguien invadiendo mi espacio personal, un miedo inexplicable dominó mi cuerpo, giré inmediatamente, y al intentar levantarme, las manos de esa persona me lo impidieron, tomando mis muñecas, ubicándolas por encima de mi cabeza de una forma algo ruda. Mi corazón ya no conocía el significado de la palabra "despacio".

Sentí su respiración golpeando demasiado fuerte sobre mi cuello, su nariz rozando la piel descubierta, mi cuerpo se erizaba. Gracias a la gran cercanía, percibí el aroma que emanaba de su cuerpo y en tan solo segundos, reconocí ese delicioso perfume.

Joder es el doctor Jeon.

La luz que se filtraba por aquellas persianas ilumina su rostro, mostrándome esos orbes negros y profundos que me traían loca desde hace mucho, ese rostro tan perfecto, esa sonrisa de conejito tan atractiva.

—Doctor Jeo... —fui silenciada por su dedo índice sobre mis labios.

Besó mi mejilla, lentamente una y otra vez mi mandíbula, e inmediatamente ese incesante mordisqueo en mi cuello inició.

—Déjate llevar Hannah —ese susurro consiguió enviar una enorme corriente eléctrica a mi vientre bajo.

En un hábil movimiento, quedó justo sobre mí, unas de sus manos continuaban sujetando mis muñecas, mientras tanto la otra le permitió abrir mis piernas y colocarse entre ellas. Terminó de acomodarse sobre mí sin dejar caer su peso.

—Había deseado tanto tenerte de esta manera. Debajo de mí, tan pequeña, con todo tu cuerpo accesible para mis manos, me vuelves loco.

Sus manos bajaban lentamente por mi pecho, su aliento seguía golpeando de tan cruel contra mi cuello, mis jadeos se escuchan más fuertes a cada segundo, descaradamente apretó uno de mis pechos por encima de mi uniforme, sentía demasiado calor, mis mejillas estaban ardiendo al igual que todo mi cuerpo.

Su pelvis se restregaba contra la mía podía sentir como segundo a segundo su erección crecía por debajo de sus pantalones. —Joder Hannah duele demasiado, siento que mi pantalón va a explotar. ¿Te gustaría ayudarme? ¿Uhm?

Liberó una de mis manos para llevarla directamente hasta esa zona que necesitaba atención con urgencia. Y entonces logré palpar su longitud, era demasiado grande, no lograba entender como todo eso podía seguir escondido en un lugar tan pequeño.

—Vamos Hannah... sácalo —suplicó con su errática respiración.

Enserio ¿Esta es una habitación de hospital o una sauna?

Aplique un poco de presión en esa zona. Quería descubrir que sensaciones podía provocar en él, sin previo aviso mi corazón dio un vuelco al escucharlo gemir tan cerca de mi oído.

Terminé de desabrochar su pantalón, ingresé mi mano muy lentamente, a pesar de sentirlo tan excitada, temía no poder complacerlo lo suficiente. Mientras intentaba averiguar cómo darle lo que tanto me pedía, sus manos levantaban mi blusa, acariciando mi vientre.