Prefacio

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Christina

Miraba con nostalgia el hogar donde crecí. Aún no podía creer que estaba sola, que en un abrir y cerrar de ojos había enterrado a mi familia. Sabía que las andanzas de mi padre no traerían nada bueno, ni siquiera el ver amigos cercanos contagiados lo había hecho cambiar de idea. «Es una simple gripe», decía, y esa simple gripe les costó la vida a él, a mi madre y a mi pequeño hermano Christian. No pude siquiera despedirme de ellos. No me permitieron darles un último adiós. Una lágrima rodó por mi mejilla sueños de darle una vida mejor a mi familia se habían ido con ellos y ahora tenía que comenzar de cero.

—Eres muy fuerte —dijo María, la cacera.

Le entregué el juego de llaves y arrastré mi pequeña maleta.

La miré con tristeza, porque tenía toda la razón.

—Mi vida ya es distinta, María —expresé con pesar—, y agradezco tu ofrecimiento, pero no lo puedo aceptar. Estaré bien. Sabes que lo estaré.

No podíamos abrazarnos porque todavía seguíamos con lo del distanciamiento social. Sin embargo, me bajé la mascarilla y le regalé una corta sonrisa. Una demasiado triste y vacía.

—Que tenga una buena vida, señorita Bradford. —Me hizo una reverencia.

Siempre bromeábamos con que mi apellido era de la nobleza, pero mi padre de noble no tenía nada, y no pude evitar sonreír genuinamente. María siempre sabía cómo sacarme una sonrisa. Aparte de mi familia, era la única persona que extrañaría.

Me subí al taxi y observé por última vez el ventanal donde Christian siempre se despedía de mí por las mañanas. Aún podía escucharlo gritar mi nombre, «¡Chris uno!», como él siempre me decía. Entonces no pude soportarlo más y rompí en llanto otra vez. Cuánto me dolía el corazón. Cuánto dolía saber que no volvería a estrecharlo en mis brazos. Christian había llegado a nuestras vidas sin esperarlo, pero había llenado nuestro pequeño mundo de pura alegría.

—¿A dónde, señorita? —preguntó el conductor, apartándome de mis pensamientos.

—Al aeropuerto. —Me limpié el rostro porque tenía que enfrentar con valentía la verdad que me había tocado vivir. Debía levantar la cabeza y seguir adelante.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora