Capítulo 10. La bestia

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Christina

Me detuve a mitad de camino y tomé largas respiraciones, no pude evitar mirar la cámara que me enfocaba directamente y decidí en aquel momento recomponerme para seguir mi camino ¿qué había ocurrido? Simplemente había querido llorar a mi familia en tranquilidad, pero al parecer en este palacio había perdido aquel privilegio. Me lleve la mano al pecho y el corazón me latía a mil por hora, el aroma de Andrew me había descompuesto, pero no podía demostrarle al príncipe cuanto me había afectado su cercanía, no podía dejar que me involucrara en su juego.

— ¿Dónde estabas? —pregunto mi tía en cuanto puse un pie en la cocina.

—Salí a despejar la mente, como sugeriste—esta me miro con pena y en aquel justo momento su alteza real hizo acto de presencia.

—Quiero que me sirvan fruta en mi habitación.

—Si su alteza —se apresuró a decir una de las doncellas

—Quiero que ella me lo lleve—dijo señalándome y sentí un nudo en el estómago.

—Pero ni siquiera—dije, pero mi tía me halo por el brazo para que hiciera silencio.

— ¿Acaso vas a desobedecer una orden del futuro rey?—preguntó de manera sarcástica y me mordí la lengua para evitar insultarlo.

—No, su alteza—dije con los dientes apretados, era mejor no provocarlo más.

Camine a mi habitación para colocarme aquel uniforme y me sentí realmente confundida, hace solo un momento me había pedido que entrara en la puta lista de una manera que me hizo perder los nervios por la tensión que se instaló entre nosotros, pero ahora era el mismo petulante autoritario y me estaba llevando a su territorio aquello disparo mis alarmas.

Mi tía me entrego la bandeja y me aconsejo que no lo provocara más. Andrew podía ser peor de lo que mostraba y ella realmente deseaba que él apartara sus ojos de mí, Amelia mejor que nadie conocía los bajos instintos del príncipe heredero. Lleve mis pasos a los aposentos de su alteza y me detuve por un momento frente a su puerta antes de tocar, tenía que soportar, tenía que hacerle entender que yo no era una más en su puta lista.

—Entra—dijo haciéndome espacio y por un momento me choco un poco lo que vieron mis ojos, pero no me sorprendió, sabía que solo buscaba provocarme mostrándome todo aquello.

Deje la bandeja sobre la pequeña mesa que se encontraba en el centro de aquella habitación y di media vuelta para salir de allí lo más rápido posible, pero Andrew tenía otros planes. Cerró aquella puerta con seguro. Podía escuchar mis latidos como si el corazón me palpitara directamente en los oídos, ya había tenido una probada de esto en el pasado y era algo que no deseaba vivir nuevamente.

—Te lo voy a pedir amablemente una última vez—su mirada era intensa y desafiante, conocía las miradas como la suya y sentí miedo, por primera vez desde que pise este palacio, sentí miedo de él. En el tema Andrew no era un aficionado—Vuelve a entrar en la lista, porque la próxima vez que lo pida no seré tan amable—Camino hacia mí y pude ver al depredador arribar a su mirada.

—Puede hacer lo que le plazca su alteza—dije de manera firme—Yo por voluntad propia no entrare a esa lista—hizo un rápido movimiento me tomo del cuello y me empotro en la pared, mi cuerpo tembló y el peso de su mirada se sintió como el más fuerte de los golpes.

—Y lo haré, sabes que lo haré y aun así te empeñas en desafiarme— rozo sus labios con los míos y algo se apretó en mi bajo vientre. Andrew sabia como dominar a una mujer, no era un maldito juego, él sabía cómo hacerlo—Me provocas Christina y eso me hace desearte mucho más—escucharlo decir aquello trajo recuerdos a mi memoria, unos que realmente quería dejar enterrados.

Un golpe seco en la puerta lo hizo aflojar el agarre en mi cuello y resoplo con fastidio al tener que dejarme ir, la voz de su majestad la reina me hizo sentir aliviada, porque aquel era mi escapé debía aprovechar aquella oportunidad. Me aparte de la pared y abrí la puerta encontrándome de frente con la mirada de aquella mujer, hice una reverencia y me marche apresurada, porque tenía que poner distancia, tenía que apartarme de aquella bestia.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora