Capítulo 7. Secretos

4.2K 484 7
                                    

Andrew

Observaba aquella chica hacerme sexo oral y me mordí los labios. Las nobles habían comenzado a llegar a palacio y yo no había perdido la oportunidad de meter entre mis sabanas a una de ellas, era realmente lo provechoso de todo esto, podía coger a quien se me diera la gana, en el momento que de igual forma quisiera. Aparte sus labios de mi pene y la lleve a la silla de castigo, quería torturarla, tenía que descargar mi ira y que mejor que torturar y dar placer a la vez.

Amarre sus pies y manos, la coloque con la espalda curvaba sobre aquel mueble de cuero negro. Me excitaba el color rosado de sus nalgas y pase la punta de mi pene tentadoramente por el orificio de su ano, apretó rápidamente y aquello me divirtió muchísimo, pero ella podía estar tranquila no haría nada que ella no quisiera, aunque me divertiría con el vibrador que tenía en las manos.

— ¿Sabes lo que tienes que decir?—le pregunte y esta asintió despacio, pero cuando me disponía a comenzar con aquel juego, un extraño movimiento en la puerta secreta llamo mi atención.

Deje el juguete sobre el mueble y me dirigí hacia el lugar en cuestión. Me encontraba completamente desnudo y odiaba tener interrupciones, pero al parecer la persona del otro lado de aquella pared falsa no sabía que la misma lo era. Abrí la puerta de manera repentina y me encontré de frente con una desconcertada mirada, ella la aparto rápidamente al notar mi desnudez y yo sentí que algo se apretó en mi estómago al mirar cómo se apretaba aquel corpiño sobre sus senos.

— ¿Qué haces merodeando por aquí?—me fije que se encontraba uniformada como las doncellas y no pude evitar la sonrisa triunfal que adorno mi rostro.

—Su hermana, digo su alteza real la princesa Kathleen me pidió que buscara a su doncella—se giró nuevamente hacia mí y miro por encima de mi hombro, trate de esconder detrás de mi cuerpo lo que mostraba mi habitación.

— ¿Cómo osas dirigirte de esa manera hacia su alteza real?—clavo sus ojos en los mío y por primera vez en la vida quise tener ropa puesta.

—Creo que no está en posición de hacer ninguna exigencia su alteza real, además me corregí a mí misma—Puntualizo— Me disculpo, ya que veo que la doncella no se encuentra en sus aposentos—Hizo de manera forzosa una reverencia y me dio la espalda, no sin antes regalarme una mirada de disgusto y no sé porque me sentí tan perturbado.

Le pide a la chica que se marchara, porque todas las ganas que tenía habían muerto durante aquel encuentro. Christina me intrigaba, sé que por un momento quizás se sintió incomoda por mi desnudez, pero aquello no la limito a mostrarme aquella actitud que le caracterizaba. Pero tenía que controlarme, no podía siquiera pensar en fijarme en ella, intimar con una mujer como Christina no era algo con lo que podía fantasear, aunque me intrigaba demasiado saber que se escondía debajo de aquella ropa.

***

La hora del almuerzo no era muy diferente a la de la cena, lo único diferente era la nueva chica que se encontraba entre las doncellas, Christina resaltaba entre todas y su rostro redondeado mostraba lo incomoda que se encontraba. Nos sirvieron la comida y para su suerte o desgracia a ella le toco servirle a mi padre, este la miro extrañado, sabía que no estaba acostumbrado a tener doncellas fuera de lo común.

— ¿Quién eres?—le pregunto mi padre directamente y sin rodeos.

—Es mi sobrina su majestad—se apresuró a decir Amelia.

—No está en la lista ¿verdad? —miro a la chica de manera despectiva cosa que no pasó desapercibida por nadie y mucho menos por Christina que parecía confundida.

—No su majestad, voluntariamente no quiso hacerlo—Christina se puso derecha, miro con confusión a su tía quien se acercó para terminar de servirle a mi padre. No podía creer que aquella chica había rechazado la oportunidad de convertirse en la reina de este palacio, aunque realmente no era que tuviera alguna.

—Ninguna mujer antes había rechazado aquella distinción—dije de manera despreocupada cortando un trozo de carne.

—Siempre hay una primera vez, su alteza real—realmente esta chica no tenía límites. Separe los labios para reprocharle, pero mi padre se adelantó.

—Veo que tienes carácter—estaba confundido.

¿Aquello había sido un elogio?

—Les prometo que no seré un problema para ustedes su majestad y de antemano le agradezco el gesto de conseguirme una plaza para estudiar—me miro con suficiencia y pude ver en sus ojos que Christina escondía mucho más que lo que mostraba.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora