Capítulo 25. Fragmentos

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Andrew

Me desperté sobresaltado aquella mañana. Había tenido la misma pesadilla como de los últimos meses y sentí escalofríos. Las imágenes eran del día del accidente y aunque estaban algo borrosas sabía que guardaba la verdad de lo que había ocurrido, una verdad que al parecer nadie quería decirme, que todos se esforzaban en esconder. Y me obligaba a recordar los hechos de aquel día. Tarde o temprano tenía que hacerlo.

—¿Su alteza?—. Me llamo uno de los miembros del parlamento, porque me había perdido en mis pensamientos y me encontraba ausente en la conversación.

—Si—. Dije tratando de concentrarme nuevamente en la reunión.

—Decía—prosiguió con distinción—, que usted y su prometida, puesto que ya se encuentra mejor deben hacer apariciones en público para que la gente se vaya acostumbrando al rostro de Lady Wesley como futura reina —asentí en afirmación y le motive a seguir hablando —Se inaugurara mañana una librería en la ciudad, no será un evento ostentoso, así que creo que no se fatigara y será bueno para interactuar con la gente—mire en dirección donde se encontraba Susan y al parecer ella estaba de acuerdo.

—Sí, asistiremos—afirme y todos parecían estar más que contentos con aquella respuesta.

Las doncellas entraron para servir el desayuno y busque entre ellas a la señora Amelia. Hacía ya un buen tiempo que no la veía por el palacio y en su lugar se encontraba otra mujer muy distinta. A penas y comenzaba a ponerme el día con todo mi entorno, me familiarizaba con esas cosas que había olvidado de repente, sin embargo siempre presentía que algo faltaba. Era como si estuviera viviendo en una mentira.

—¿La señora Amelia?—. Cuestione de repente y todos parecieron contener el aliento —¿Está de vacaciones o fue a visitar a su hijo?, hace días que no la veo por el palacio—. Mire fijamente a mi padre que parecía tener urgencia en comer su desayuno.

—Renuncio—. Escuche decir a Rhina Clark de manera cortante.

—Sin ningún motivo, tantos años de servicio a la corona y renuncio, así nada más—mis alarmas se habían disparado.

—La señor Amelia y su familia resultaron ser los herederos de la «Villa Bradford» imagine usted su alteza, con semejante privilegio no iba a quedarse siendo una sirviente—la mire con sospecha, porque según yo aunque eso fuera verdad Amelia estaba muy mayor para convertirse en duquesa.

—Pero, ¿no le corresponde a la siguiente generación el título de duque o duquesa?—pose la mirada sobre mi padre, pero este no había apartado los ojos del plato delante de él.

—Su sobrina será la nueva duquesa—me sentí confundido, porque no sabía que Amelia tenía una sobrina y eso era más extraño todavía.

—Se llama Christina—intervino Kathleen al notar mi confusión y no sé porque aquel nombre se me hizo conocido.

Todos, sin excepción posaron la mirada sobre mi hermana y esta los miro a su vez con altivez. Entendí que nadie diría nada más y que el tema había sido dado por terminado, aunque muy dentro de mí presentía que las cosas eran mucho más complicadas que el que Amelia y su familia fueran los herederos Bradford.


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Los gemidos de Susan llenaron la habitación, mientras yo torturaba su clítoris con el estimulador, sin embargo se sentía raro. No era que no lo disfrutaba, solo que no parecía conectar con esta mujer y una parte de mí parecía despreciarla, no entendía, no comprendía esta actitud y con el tiempo que se estipula que llevamos juntos debería sentir algo. Era un maldito sádico, sucio demente cuando de sexo se trataba. Ahora eso no parecía estar tan bien.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora