Capítulo 11. Mucho más

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Andrew

La mirada de mi madre había sido acusatoria y reprobatoria, sabía que odiaba el hecho de mi libertinaje y que usara mis encantos para mi beneficio propio, pero yo sería el futuro rey y después de tomar posesión muchas cosas en mi vida se tornarían aburridas, por lo menos quería que mi lecho se mantuvieran ardiente y divertido, era algo que la reina ahora mismo no comprendía.

—Christina no es el tipo de reina que tu padre quiere para ti—comento de manera cuidadosa, me abotone la camisa y trata de mantenerme calmado—Y deberías mantener todos estos artilugios fuera de la vista de los demás—mire a mi alrededor y sabía que tenía razón, pero aquel era mi maldito espacio personal y yo hacía lo que quisiera dentro del mismo.

— ¿Algo que vinieras a decirme madre?—le pregunte tratando de mantener a raya mi molestia.

—Tomaremos el té con Lady Wesley, es la hija del mercader Wesley y una de las favoritas de tu padre, así que es momento de que comiences a pensar mejor con quien te vas a involucrar—le regale una intensa mirada mientras esta daba media vuelta y salía de la habitación, tenía que calmarme y despejar la mente aunque no sabía cómo eso iba a ser posible sabiendo que Christina se encontraba bajo mi mismo techo.

***

Una hora después me encontraba en el jardín actuando como el heredero al trono. Lady Wesley o Catrina como ella había querido que la llamara parecía ser una mujer muy simpática, pero carente de gracia, tenía buenos pechos y un cuerpo apetitoso, pero no despertaba ese deseo lujurioso que me recorría, en cambio la doncella que nos trajo el té sí que estaba en uno de los primeros puestos en mi lista, por insolente y atrevida.

Christina en ningún momento miro en mi dirección, pero mi madre sí que estaba atenta a cada uno de mis movimientos y no paso por alto la intensa mirada que le había regalado a la muchacha. La reina coloco su mano sobre la mía y me hizo volcar toda mi atención sobre ella, sabía cuál era su objetivo, pero yo estaba demasiado intrigado y deseoso de conocer los límites de aquella muchacha, porque no parecía sorprendida de los objetos que adornaban mi habitación.

—Por lo que se Lady Wesley se graduara pronto de la universidad, es decir que será todo una profesional en negocios internacionales—sabía que mi madre buscaba molestar a Christina y hacerla entender que no estaba a la altura de sus ambiciones, ella solo hizo una reverencia y comenzó a caminar con dirección a la cocina.

—Su alteza real también es un profesional de la materia, algo que tenemos en común—Comento Catrina y yo le regale una amable sonrisa, porque aquello era lo único que tendríamos en común aquella mujer y yo, no había nada más que compartiéramos.

—Si me disculpan y ha sido más que exquisita esta conversación con ustedes, pero debo seguir estudiando mis deberes y tengo una elección por delante a la cual debo poner mucha atencion, me retirare por el momento—mi madre contrajo el rostro, pero mi padre me miro más que complacido, me puse de pie y camine al interior de palacio, pero solo tenía un objetivo y era terminar la conversación que había comenzado con Christina.

Irrumpí en la cocina, pero ella no estaba allí aunque si su tía Amelia, quien no disimulo la incomodidad que le provocaba mi presencia, aquella mujer no tenía opción ninguna, era parte de la servidumbre y debía hacer lo que se le pedía y yo ya no podía apartar la mirada de su sobrina, hacer de cuenta que la chica de curvas pronunciadas que se había atrevido a desafiarme simplemente no existía, ese no era yo y nunca lo seria.

— ¿Su sobrina?—pregunte. La mujer se quedó callada, pero aunque ella no dijera nada sabía que cualquiera de los sirvientes si se atrevería.

—En el área de lavado, su alteza—dijo una de las doncellas, aunque no mire donde se encontraba ella, no había apartado la mirada de Miss Amelia.

Tome una larga respiración y lleve mis pasos al área de lavado, aquel lugar era frio y oscuro, alguna vez lo había visitado, pero nunca profanado y no sabía hasta donde me llevaría esta locura, lo único que tenía claro era que no podía parar. Se encontraba de espaldas con las manos colocadas sobre la máquina de lavado, pero se giró rápidamente al escuchar mis pasos y sus hermosos ojos me miraron asombrados.

Me acerque a ella de manera peligrosa y asegure la puerta detrás de mí para que nadie pudiese entrar, sabía que mi mirada era como la de un depredador a su presa, pero no podía evitarlo me moría por probar aquellos labios, por saber a qué sabían, por descubrir como encajarían con los míos.

—Su alteza—dijo llevando la mirada a sus pies, pero tome su rostro por la barbilla y la obligue a mirarme a los ojos, mientras mi brazo se hacía camino alrededor de su cintura.

—Déjame saborear tus labios y si no me gusta prometo dejarte en paz—dije aquello muy cerca de sus labios y sabiendo que era una gran mentira, porque sabía que después que la probara querría tener de ella mucho más.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora