Capítulo 27. Único dueño

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Andrew

Sentía que la duquesa me pertenecía, que sus labios, su piel y todo su ser eran míos. Podía comprobarlo por la forma en la que ella reaccionaba a mi tacto, por como su piel se erizaba y por la forma en la que su respiración cambiaba. Recordaba sus ojos del día en que desperté en el hospital y el color de su cabello aparecía en la pesadilla recurrente que tenia del día del accidente ¿quién era ella? ¿Qué había pasado entre nosotros? Era un secreto que todos parecían querer proteger con sus vidas.

— ¿Qué dice?—. Pregunto tratando de parecer confundida—. Yo no soy de nadie, no tengo dueño—su mirada se ensombreció y en aquel momento escuchamos pasos acercarse.

Se apartó de mi lado y yo me perdí en el interior del baño, mientras la escucha conversar con alguien. Abrí la llave del lavamanos y volví a salir al pasillo. La señora Dupont me miro con sospecha mientras la duquesa se perdía en la lejanía, en dirección al jardín donde nos había recibido. La mujer inclino la cabeza ante mí y me hizo un gesto para que volviéramos al jardín. Y en aquel momento me propuse descubrir que era eso que me unía a la duquesa de Bradford.

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Susan deslizo su mano de manera insinuante por mi muslo en cuanto nos subimos al vehículo y era más que evidente lo que buscaba, sin embargo no tenía ningún interés así que simplemente aparte su mano y la mire con frialdad. Su rostro se ensombreció y contrajo los labios en una mueca de disgusto, pero no me importo. Ella no me importaba en lo más mínimo.

—Me sorprendió ver lo diferente que es la duquesa, no era nada de lo que me esperaba—la mire con una ceja alzada, me había molestado demasiado su comentario despectivo.

—Es hermosa de una forma única, algo que una persona como tú nunca va a entender—. Dije de forma casual, pero con tono severo—no tiene que hacer demasiado para llamar la atención—apretó los dientes y sabía que se estaba conteniendo. Era lo mejor que podía hacer en este momento, no está de humor para una discusión.

Las grandes puertas de palacio se abrieron y entregue mi chaqueta a uno de los sirvientes en cuanto baje del vehículo. Lleves mis pasos directo a los aposentos de mi hermana, porque sabía que ella podía responder algunas de las preguntas que daban vueltas en mi cabeza. Y aunque se negara, la obligaría hacerlo.

—Su alteza—. Saludo su doncella, quien de manera rápida me abrió las puertas para que entrara.

—Todavía tienes que llamar a la puerta, aún no eres rey para tomarte esas atribuciones—. Expreso con molestia y como dije no estaba de humor ni siquiera para discutir con mi hermana.

— ¿Christina Bradford?—. Inquirí sin perder tiempo y la observe ponerse tensa —. Kathleen. —insistí y esta soltó un resoplido.

—Es la sobrina de Amelia, pero eso ya lo sabes. Duquesa y escritora, paso aquí muy poco tiempo, vino a buscar a su tía—no me estaba diciendo nada nuevo y presentía que era una verdad a medias.

—Es lo que todo el mundo dice, pero ¿porque siento que no es verdad?—. Le pregunte con voz cansina—. Dime algo Kath ¿porque no hay ninguna noticia sobre el día de la elección? No hay fotos, ni vídeos, nada y eso es demasiado extraño es el evento más importante de este generación y que no exista ninguna evidencia del mismo es demasiado sospecho ¿no lo crees?—pude ver el miedo reflejado en su mirada y se estrujo las manos con ansiedad.

—La elegiste a ella—se cruzó de brazos y me miro fijo a los ojos—Ya estoy harta de sentirme tensa todo el tiempo, así que te lo diré. Enfrentaste a todos para estar con ella, incluso desafiaste al rey, sin embargo tu accidente les dio la oportunidad que tanto buscaron de deshacerse de ella—. No podía creer lo que me decía, quería que todas las teorías que tenía en mi cabeza fueran mentira.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora