Capítulo 34. Tentar al lobo

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Christina

Miraba las luces de la ciudad con profundo pesar dejando atrás por el momento el palacio y las promesas que le había hecho a Andrew, no obstante aquellas no habían sido simples palabras vacías. Le haría pagar a Paxton con creces el haberse atrevido a lastimarme y el haberlo hecho con Kathleen, le haría pagar el querer manipularme, le demostraría, de que estaba hecha.

—Entremos por detrás —le dije al conductor y este me regaló una mirada cómplice a través del espejo retrovisor e hizo lo que le pedí.

La casona se encontraba iluminada tanto por dentro como por fuera y fue algo realmente perturbador. Paxton se había encargado de hacer todo más brillante porque según él debíamos mostrar una vibra armoniosa ante todo el mundo y cada vez que abría la boca lo odiaba mucho más, sin embargo tenía que comenzar a ser receptiva y mostrarme más en sintonía con él ¿Que sería un gran esfuerzo?, Claro que sí, no obstante era el sacrificio que debía hacer para poder hundirlo.

— ¿Cómo te fue en la reunión con el editor? —pregunto en cuanto crucé la puerta, dejo un beso sobre mi mejilla y envolvió su brazo en mi cintura.

— ¿Piensas quedarte aquí? —Le cuestione —, el código de castas indica que debemos vivir separados hasta que el matrimonio se haga oficial —su brazo se apretó con más fuerza sobre mi cintura y su mirada fue como una daga filosa.

—Al parecer tienes prisa en deshacerte de mí —. Dijo con molestia y sentí una punzada de dolor en mi costado.

—Solo te recuerdo las leyes del sistema, si quieres quedarte no me opondré —aflojo el agarre y suavizó la mirada.

—Me marchare mañana, sin embargo estaré yendo y viniendo, no lo olvides —se apartó de mí y volvió acomodarse sobre el sillón — ¿Cómo fue la reunión con el editor? —volvió a preguntar.

—Bien —. Dije cortante —, estamos ajustando los detalles para el nuevo libro y eso me mantendrá algo ocupada, aunque no te preocupes sacaré el tiempo que sea necesario para preparar la boda —la sonrisa de satisfacción que me regaló me causo náuseas, pero no cambie la expresión de mi rostro.

—Sé que necesitas descansar, así que no te quito más tiempo, pero antes acércate a mí —me pidió y no pude oponerme, así que me aproxime hacia él y este me tomo del brazo, me halo de manera poco sutil y me tomo por el rostro —Quiero mi beso de buenas noches —Y ni siquiera espero que yo lo hiciera simplemente se apropió de mis labios y me besó.

No cerré los ojos; lo deje besarme mientras la rabia comenzaba a consumirme por dentro y agradecí que la señora Dupont nos interrumpiera en aquel momento.

—Disculpe su excelencia es momento de que vaya a descansar —me aparte de Paxton y camine hacia ella —Todavía debe recuperarse de sus heridas —. Dijo aquello con tanta molestia que la vena de su frente se ensanchó.

Camino por delante de mí y yo la seguí de cerca. Sabía que el peso de este día me pasaría factura, que el hecho de contenerme tanto al final me desgarraría por dentro, sin embargo había hecho una promesa que cumpliría sin importar lo que eso implicará, sin importar si al final debía derramar mi propia sangre. Le haría pagar de la manera más cruel por sus actos.

—Su excelencia —La señora Dupont me abrió la puerta y entre en la habitación seguida por ella. Cerró la puerta y se aproximó hacia mí para ayudar a desvestirme.

—Gracias —. Le dije y me rompí. Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas y el dolor de mis heridas se intensifico.

—No tiene nada que agradecer—. Dijo con voz calmada—, lo único que quiero es que se mantenga fuerte y sana, yo estaré a su lado apoyándola no lo olvide —me mordí los labios para ahogar mis sollozos, porque ni siquiera dentro de estas paredes podía llorar con plena libertad.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora