Capítulo 28. El primero

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Christina

Vi la determinación en sus ojos. Era la misma mirada con la que había desafiado a su padre la noche de la elección, la misma que tuvo la noche en que vino a buscarme y sucedió el accidente. Andrew no estaba dispuesto a darse por vencido. El brazo de Paxton se apretó con más fuerza sobre mi cintura y lo odie. Me repugnaba su olor, su presencia y estaba harta de fingir, pero por ahora mismo no tenía otra opción.

—Espero mi invitación al compromiso—. Andrew había dicho aquello con sarcasmo y escucharlo me hizo sentir asustada.

—Claro su alteza, usted será el invitado de honor a nuestro compromiso—. Paxton dejo un beso sobre mi mejilla y respire profundo para no vomitar.

—Perfecto—. Dijo mientras aquella sonrisa maliciosa adornaba sus labios. Esa misma que usaba cuando las ideas en su cabeza eran demasiado peligrosas.

—Creo que es mejor que se vaya su alteza —mi voz se escuchó más inestable de la cuenta, sin embargo ahora mismo me encontraba demasiado nerviosa en medio de esta dos fieras.

—Claro señorita duquesa —saco su teléfono, escribió algo en este, luego nos dio la espalda y se alejó de nosotros perdiéndose en la lejanía.

Me aparte rápidamente de Paxton y marque distancia entre nosotros. Sabía que desafiarlo era lo más estúpido que podría hacer en este momento, pero debía hacerle entender que nada de lo que hiciera iba hacer que cambiaran mis sentimientos por Andrew. Volvió a corta la distancia entre nosotros y no me moví. Estaba cansada de este maldito juego suyo.

—No importa lo que hagas Paxton Hall, nunca dejare de quererlo—me tomo por el rostro con poca sutileza y sus labios solo quedaron a poco centímetros de los míos.

—No quiera medir fuerzas conmigo duquesa, puedo joderla en el momento que menos lo espera—aparte su mano de mi cara y me cubrí mucho más con aquella bata. No sabía si tendría las fuerzas para soportar un segundo más la presencia de aquel hombre.

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Drew había terminado su carrera en el extranjero y regresaba para quedarse unos días antes de su graduación. La tía Amelia estaba feliz y aunque quise compartir su felicidad toda esta situación me tenía angustia, no saber el siguiente movimiento de Paxton me ponía los nervios de punta.

—Esto es muy extraño—. Dijo mi primo, trate de apartar aquellos pensamientos de mi mente y le reste toda mi atención.

—Nosotras también estuvimos muy sorprendidas—.Amelia tomo la mano de su hijo—Pero Christina ha tomado esto con mucha responsabilidad—mi primo miro en mi dirección y trate de regalarle una sonrisa genuina—Ya no tenemos que servir nunca más a otros, ahora tenemos el privilegio de ser servidos —Drew asintió al comentario de su madre que no fue para nada altanero, pero pude percibir la espina de la duda en su mirada.

—Quiero ir a palacio—expreso con anhelo—quiero agradecer personalmente al rey y la reina por haberse hecho cargo de mis estudios y tengo muchas ganas de ver a Andrew y Kathleen.

Me quede en absoluto silencio, porque tenía ahora mismo tenía que decirla la verdad a mi primo y era mejor que lo escuchara de mí. De todas formas iba a enterarse y quizás no de la mejor manera.

—Nuestra familia tiene la entrada prohibida a palacio—la sonrisa desapareció de su rostro y busco una respuesta en su madre. La señora Dupont llego en aquel momento haciendo que concluyéramos de manera abrupta nuestra conversación.

—Señora duquesa, todo está listo para su salida —me puse de pie y acompañe a la señora Dupont. Estaba segura de que mi tía respondería y aclararía todas las dudas de su hijo, así que no veía razón para quedarme.

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Las firmas y conversatorios me ayudaban a olvidarme aunque fuese solo un momento por todo lo que estaba atravesando. Mi libro se encontraba en el número uno en top de ventas y comenzaba a saborear al fin las mieles del esfuerzo de todos estos años. Sabía que mi estatus como duquesa había sido de gran ayuda, pero todo se debía a mi talento.

— ¿Nos podemos tomar una foto?—. Pregunto una de las fans y yo asentí mientras le regalaba una sonrisa —Eres mi ejemplo a seguir, tú eres una inspiración para todas las chicas curvy—mantuve la sonrisa en mi rostro, aunque por dentro me sentí muy triste. No sabía si era el mejor ejemplo para nadie.

Al final de la firma me sentí abrumaba y con una gran pesadez en el cuello. Lleve mis pasos al baño del establecimiento para lavarme la cara, sin embargo fui interceptada en el pasillo de manera violenta y sentí todo mi cuerpo estremecerse. Unas manos me cubrieron la boca y fui arrastrada a lo que parecía ser una oficina vacía, sentí miedo y cuando aquellas manos me soltaron me puse en guardia.

Me gire para enfrentar aquel hombre o mujer y me quede fría. Andrew había ocultado su rostro bajo una gorra y la capucha de un abrigo. Me sentí aturdida, porque no sabía si esto era una señal de que él estaba recordando u era solo uno de sus caprichos de mi príncipe, aunque la mirada que tenía era reveladora. No me dio tiempo a reaccionar, sé que acerco a mí, enredo sus brazos en mi cintura, me levanto despacio y me hizo sentar sobre un viejo escritorio.

—Su alteza ¿Qué está haciendo?—. Dije con voz temblorosa, abrió mis piernas y se metió en medio de ellas.

—Compruebo si sigues siendo mía—acaricio mi rostro y luego hizo lo mismo con mis labios, no pude evitar cerrar los ojos ante su tacto—Eres la única reina que quiero Christina—escucharlo decir eso me hizo sentir por un segundo ilusionada, sin embargo esto era una locura.

—Esto es una locura—me removí en sus brazos y trate de empujarlo, pero él me coloco los brazos en la espalda y los sostuvo allí con firmeza.

— ¿Locura dices?—inquirió con aquella voz suya seductora que me hizo sentir aturdida—Locura es dejar que Paxton Hall te haga suya, locura es dejarlo robar lo que me pertenece—acerco su rostro al mio y lamio mis labios—Locura duquesa es no cogerla aquí y ahora con este deseo que tengo de poseerla—dejo ir lentamente mis brazos, metió sus manos por debajo de mi vestido y me quito despacio las bragas.

Sus dedos rozaron mis mulos en el proceso y toda mi piel se erizo. Había olvidado que Andrew sabía jugar sucio, había olvidado que era un experto con su boca y con sus manos. Y aquí estaba completa y enteramente a su merced. Abrió más mis piernas, lamio sus dedos y luego acaricio mi vagina, provocando que apretara mis manos sobre aquel escritorio.

—Soy el primero—. Dijo mientras se desabrochaba el pantalón y dejaba liberada su erección—Y seré el único—entro en mí sin darme tiempo a pensar y empujo con fuerza haciendo que enloqueciera.

Las palabras sobraron en aquel momento y comprendí que el hombre que me tocaba me reconocía, sabía quién era yo. Andrew Middleton sabía que él había sido el primer hombre en mi vida.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora