Capítulo 24. Dejar atrás

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Christina

Sentí como si la lluvia me cortara la piel, mientras corría hasta donde se encontraba Andrew. Aquel estruendo me había congelado la piel y salí corriendo bajo aquella intensa lluvia, porque sabía que algo malo había pasado. Me deje caer al frio pavimento a su lado y lo sostuve en mis brazos, mientras mis lágrimas se confundían con la lluvia. Todo era mi culpa, si no hubiese sido tan fría con él, si lo hubiese escuchado tan solo un segundo, esto no habría pasado. Lo observe abrir los ojos y levanto la mano para acariciar mi rostro, mientras el sonido de unas sirenas se escuchaba en la lejanía.

Nadie más va a entrar aquí—dijo con la voz apagada apartando la mano de mi cara y la coloco sobre mi corazón.

—No hables, no te esfuerces, por favor Andrew—la señorita DuPont llego en aquel momento con un paraguas y nos protegió de la lluvia, sin embargo nada pudo proteger a él hombre en mis brazos de aquella desgracia.

—Debemos llamar a palacio. La familia real debe ser notificada—. Dijo aquella mujer y asentí ante las palabras sus palabras y la ambulancia al fin llego en aquel momento.

Los paramédicos se acercaron a nosotros y les deje apartarlo de mis brazos. La sangre manchaba mi bata, mis manos también se encontraban teñidas de rojo y sentí un fuerte dolor en el pecho, mientras temblaba de pies cabeza sin poder evitarlo. La señorita DuPont coloco su mano sobre mi hombro y señalo la ambulancia. Me subí a esta de inmediato y tome la mano de Andrew mientras uno de los paramédicos cerraba la puerta y el chófer se ponía en marcha.

— ¿Nombre del paciente? —. Me pregunto y yo mire aquel hombre angustiada.

—Andrew—.Dije y sentí un nudo en la garganta—. Su nombre es Andrew Middleton.

— ¡Su alteza real!—exclamo alarmado— ¡Debemos darnos prisa John, es su alteza real!—le comunico al chófer en voz en grito y este piso el acelerador. Mientras yo suplicaba para mis adentros que nada malo le pasara.

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—Tiene que soltar su mano ahora—. Dijo el paramédico en cuando llegamos al hospital.

Corrí detrás de ellos por todo el pasillo, pero los perdí de vista cuando entraron al quirófano. Me deje caer sobre una de las sillas en la sala de espera y no pude evitar cubrirme el rostro con las manos, sin importarme que estas se encontraran cubiertas de sangre ¿porque fue a verme? Me cuestione. Él sabía que era arriesgado y peligroso, sin embargo nada de eso lo había detenido y las consecuencias habían sido desastrosas. Todo esto era una maldita tragedia.

Aparte mis manos cuando escuche el repiqueteo de unos pasos acercándose y al levantar la mirada me encontré de frente con los ojos de la reina. Me puse de pie e incline la cabeza ante ella, pero cuando volví levantarla su mano impacto sobre mi rostro y sentí mi mejilla escocer. Kathleen se interpuso entre nosotras y desafío a su madre con la mirada, sin embargo yo no necesitaba que nadie me defendiera.

— ¿¡Qué crees que haces madre!?—le grito y pude ver el dolor reflejado en los ojos de aquella mujer.

—Ordeno que se vaya ahora mismo ¡Quiero a esa mujer fuera de aquí en este instante!—chillo y mi tía junto con la señora DuPont llegaban justo en aquel momento. Esta segunda me coloco una manta sobre el cuerpo.

— ¿Qué te paso en el rostro?—cuestiono mi tía con evidente molestia, pero estaba demasiado cansada y no tenía ganas ni siquiera de hablar.

—Debemos irnos—. Dije sin más y Kathleen me tomo del brazo para evitar que me marchara, pero le aparte despacio y le regale una triste sonrisa—Es mejor que me vaya Kath—una lagrima rodó por su mejilla y me sentí devastada, sin embargo no podía quedarme allí para seguir siendo humillada.

Una reina sin medida (Plus size Queen #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora