Había llegado el momento de seguir con su tradición.
Celeste y sus amigos iban a viajar a algún pueblo. Ninguno tenía claro de a donde iría, solo buscarían en la web pueblos poco civilizados (lo mismo que hacían todos los años) y escogerían uno al...
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NARRA CELESTE GREY
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Me besa antes de que siquiera procese lo que está sucediendo, sus manos se dirigen a mi cintura y la aprietan con deseo, sigue bajando y me toma por los muslos para levantarme y yo no pierdo tiempo y envuelvo mis pies alrededor de su cadera, él empieza a caminar y poco después siento la suave cama en mi espalda, Leandro se acomoda encima de mí.
—Él... puede vernos...— Consigo decir en medio de jadeos, me refiero a Ellias, sería muy incómodo que él nos viera en esta posición, aunque ya ha pasado antes no es necesario que él lo sepa.
—Salió a correr, tenemos tiempo— Dice pícaro, no sé cómo consiguió entender lo que decía, pero eso no me importa ahora.
Sus manos se siguen moviendo en mi espalada y lentamente bajan para quitarme el pijama, sus dedos me tocan ahí y me encanta, es justo lo que quería, me es casi imposible aguantar los gemidos que me provoca su tacto y Leandro parece muy complacido con lo que logra.
—Por favor...— Suplico, aunque ni yo misma sé que es lo que quiero, el por su parte no parece importarle mi petición, más bien decide concentrarse en mi pecho, su ávida lengua lame, chupa y muerde mis senos. —Hazlo... ya— Parece que este chico por fin decide cumplir mis deseos y se termina de quitar la ropa, se sienta un momento para ponerse el condón y yo lo observo deseosa, no pasa mucho cuando él está sobre mi otra vez, su mano baja a mi sexo y me toca, mueve su dedo en círculos por momentos me penetra, cuando estoy a punto de rogarle otra vez siento que su dedo es remplazado por algo más grande y mucho mejor, empieza lentamente, considerando como estoy esto es una tortura, sale de mi muy lentamente, logrando que lo sienta todo, un grito ahogado queda en mi boca cuando me penetra de una sola estocada, me encanta.
—Abre los ojos— Su voz esta enronquecida por el placer.
Uy sí, que nos mande.
Le hago caso y al abrir mis ojos me encuentro con su mirada lujuriosa, sus ojos bajan a mis labios y no lo duda ni un segundo, me besa con fuerza, con rudeza y me encanta, él se sigue moviendo dentro de mí de esa forma que sabe que me vuelve loca, su boca deja mis labios y va a mi cuello, besa, chupa y lame esa zona tan sensible de mi cuerpo, mis gemidos se vuelven cada vez más profundos, la llamada del orgasmo llega a mí y no me sorprende.
—Más rápido— Él obedece, sus movimientos son cada vez más rápidos y suelta un gruñido, a él tampoco le falta mucho para llegar, su mano baja a mis muslos y los acaricia de una forma que hace doblar mis ojos pues lo que necesito para dejar que el orga*smo invada cada parte de mi cuerpo, gimo su nombre en medio de jadeos y él también lo hace, luego se desploma sobre mí, su rápida respiración se mezcla con la mía, su miembro aún palpitante sigue dentro de mí, mis manos van a su cabello y lo acaricio, puedo sentir como los latidos de nuestros corazones se sincronizan, cuando su respiración vuelve a la normalidad él se levanta y me besa.
