Había llegado el momento de seguir con su tradición.
Celeste y sus amigos iban a viajar a algún pueblo. Ninguno tenía claro de a donde iría, solo buscarían en la web pueblos poco civilizados (lo mismo que hacían todos los años) y escogerían uno al...
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NARRA CELESTE GREY
Mi cabeza arde.
Mis parpados duelen.
Todo mi cuerpo duele, pero no puedo moverme.
Siento un peso sobre mí y hago un esfuerzo por abrir mis ojos, lentamente lo logro y lo primero que veo es a un sujeto que no conozco, pero que por alguna razón mi cuerpo trata de alejarse de él. Tiene una sonrisa maniática en su rostro y sus brazos están a cada lado de mi cuerpo aprisionándome, cada parte en la que su cuerpo y el mío se encuentran me produce una profunda sensación de asco.
Grito, es lo único que se me ocurre hacer para que este hombre se quite de encima mío, pero en vez de eso me da un golpe, uno fuerte, mi cabeza es echada a un lado y el sabor metálico llega a mi boca, lo miro y noto que sus ojos muestran furia, sus manos se aprietan en mis brazos y no me deja moverme.
El miedo me paraliza.
—Quédate quieta o no te gustara lo que haga contigo, muñequita, él jefe me dijo que no te hiciera daño, pero estoy seguro que tu sufrimiento no le afectara en lo más mínimo— Su voz me deja totalmente aturdida, mi cabeza se bloquea de la misma forma en que lo hizo en la iglesia, cierro los ojos tratando de calmarme, pero algo dentro de mí se esfuerza por salir, no sé qué es y no quiero imaginármelo, cuando abro los ojos otra vez veo el puño dirigido a mi rostro y luego solo oscuridad.
NARRADOR OMNICIENTE
Celeste no sabía lo que estaba sucediendo y nadie podía ayudarla, sus amigos estaban drogados, ese sujeto había dejado una droga que se inhala en el ambiente y había entumecido sus cuerpos, sin embargo, esa chica era más fuerte de lo que creía, su cuerpo estaba preparado para defenderse, la Celeste ingenua, curiosa y olvidadiza se había ido de paseo y la Celeste segura y fuerte había tomado el control.
Ella detuvo el puñetazo que volaba a su rostro con rapidez y en su lugar mando un puñetazo tras otro al hombre, este estaba tan asombrado que no podía moverse, Alessandra aprovecho la sorpresa y se colocó sobre él para seguir con los golpes, en el rostro, el cuello, un par de patadas en cierto lugar y este sujeto había quedado inconsciente, ella se detuvo y observo con un brillo en los ojos lo que había hecho, al fin tanta práctica valió la pena.
Aquella chica se levantó de la cama y de forma tranquila unto nuevamente crema refrescante en su cuerpo, aún le ardían las ronchas causadas por la lluvia, estaba decidida a no volver a mojarse con ese insoportable líquido caído del cielo. Sabía que debía dejarle el control a la Celeste ingenua, pero ella quería divertirse un rato más, le aburría la forma de vida de Celeste.
"Taaaan común" Pensó ella.
Si solo se dejara llevar por la energía de este pueblo todo sería más divertido, ella nunca lo admitiría, pero de cierta forma le tenía cariño a este pueblo, sino fuera por él, ella no existiría, además era el único lugar donde no tenía que quedarse de brazos cruzados y podía proteger a su otra yo.
