La magia nunca fue un tema intensamente relevante, ni en la novela, ni juegos, ni en la serie animada. Se trataba como algo normal. Como si fuera de conocimiento común su funcionamiento. Pero, realmente fue un acto de magia, ver llegar a Euhemeros así, o más bien un cálido milagro de mamá.
—¿Quieres que lo cuide mamá? —. Pregunté confusa sin darme cuenta de que no podría contestarme —Bien, entiendo, seguiré—. Le sonreí a la luna que estaba en su apogeo, casi como si pudiera sentir a mi madre mirándome a través de ella.
—Oye, no me ignores.
Oh, Euhemeros, cierto. ¿Ah? ¡Ah! ¡Euhemeros! ¡Está aquí! Este bribón mal nacido, imbécil, cerebro de testosterona, hijo de la grandísima.
—¿Qué haces? —. Me preguntó al arrástralo dentro de la habitación, o intentarlo, mejor dicho. Estará borracho, pero sigue siendo un golem.
—Escúchame cabeza de tomate. Tú, hombre; yo, mujer. Solteros y de madres y padres diferentes. En una sociedad donde el matrimonio entre familiares está permitido sin importar la conexión—. Me miraba confundido —A altas horas de la noche—. Parecía que apenas estaba haciendo la conexión entre las cosas —Yo en pijama y tu apenas con algo de ropa. Borracho y muy musculoso, mientras que yo estoy desnutrida, con moretones y con toda la cara (En especial los ojos) hinchados ¿Qué crees que sucederá? —. Pregunté entre sarcástica y alterada.
Euhemeros parecía estar recobrando su capacidad de sinapsis hasta que escuchamos pasos de la escalera que queda a unos metros de mi habitación. Y, en un agudo acto reflejo, Euhemeros cerró la puerta y nos escondió de un lado del marco de esta, quedándose él de espaldas a la pared, apoyándose en esta; mientras me apegaba a él tapándome la boca.
Este insulso borracho pareciera perder inteligencia a la velocidad de la luz, porque me está asfixiando.
—Cállate—. Me susurró mientras trataba de decirle, nadie diría que hace unos segundos su borrachera casi no me permitía entender sus palabras —Aich, quédate quieta—. ¿Y morir? No, gracias —Auch, ¿Qué?
Giró para verme y me soltó al instante, mientras yo trataba de recuperar el aliento, obviamente, roja como un tomate y tosiendo como perro con asma.
Se disculpó, mientras yo le aclaraba que eran las sirvientas. Parecía no entender nada, así que tuve que explicarle, media muerta, que mi habitación quedaba cerca del área de mayor tránsito de la servidumbre. Es por momentos como estos que su imagen, ante mis ojos no es la misma. Como la noche anterior, su dulce figura infantil se revela ante mí por unos segundos. Pero <¿por qué lo recuerdo de niño?> nunca lo había visto así <¿o sí?>. Y ¿Por qué lo recuerdo tan dulce? ... ¡¿Qué demonios es lo que no estoy recordando?!
—Oye—. Demonios, mi cabeza volvió a doler —¿Estas bien?
—Si. No te preocupes—. Me puse de pie en la mejor manera en la que pude —De todos modos. ¿Qué haces aquí?
—Es que ... Bueno... Tom me dijo que no querías tomar el té conmigo porque te molestaba ... —. Ese inútil —Entonces... Yo... Solo... Es que... Pensaba que nos habíamos acercado en estos días ... —. Se excusaba incomodo.
Suspiré aliviada —¿Tú también piensas que nos hemos hecho más cercanos? —. Me alegré, pero solo un poco, muy poquito ...
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Mi destino como Villana.
Teen FictionTodas las historias tienen dos versiones, una linda y radiante llena de bellos sentimientos, y otra fea y lúgubre de la que nadie quiere tomar atención. Constantemente, la vida me enseño que las personas que vivían una buena vida, llena de lujos o...