Los suspiros de Nicolyn invadían el lugar con su resignación. No tenía deseos de seguir viviendo, solo de morir revindicada, algo mucho más complicado que lo anterior.
Miró lo que suponía era el cielo y suspiró nuevamente. Se dejó llevar como si la oscuridad fueran dolorosas olas que azotaban su cuerpo hasta sus huesos, carcomiendo sus sentidos y volviéndola indefensa. De repente, se encontró en otro lugar muy diferente, un pasillo estrecho como si fuera de un barco antiguo con puertas antiguas y con marcos de metal, todas tenían luces a cada lado, cada una de diferente color brillando intensamente, había una de color negruzco y plateado, otra color blanco y morado, otra dorada, otra brillaba tenuemente pero con mucha energía, esta era de un color marrón rojizo. Pero la última, la más alejada, se encendía intermitentemente sin tener más que un par de chispas azules y purpuras. Nicolyn se le acercó y no cuestionó ninguno de sus pasos. Tomó el helado pomo y la abrió. Al hacerlo, el enorme dragón se encontraba en un rincón de aquella habitación sin dimensiones ni color. No cruzaron palabra alguna pero ambos compartieron cómo se sentían de corazón. El dragón dañó a Nicolyn sin que a esta le importara mientras se acercaba sin parar. La histeria de aquel era palpable hasta que se consumió en sí misma. La soledad de ambas almas en furia fue suficiente comunicación. Nicolyn siempre lograba conectar con almas tan rotas como ella, siempre de una manera dolorosa. Pasarón años en ese rincón sin decirse nada, en ocasiones cruzaban miradas, en otras peleaban, en otras se calmaban, en otras lloraban, en otras gritaban despiadadamente. Así pasaron años, y años, y más años, y el doble de años pasó después.
- ¿Me trajiste aquí... - Le habló por primera vez - Por qué le tienes miedo a la muerte?
El dragón solo la miró, sus almas ya eran familiares entre sí, ya se conocían mutuamente. El dragón solo cerró los ojos y dejó caer su cabeza.
Nicolyn lo observó y se colocó de pie, el dragón la miraba como si le preguntara "¿Qué haces?" Ella no le contestó y trató de concentrarse lo más que podía.
- Probemos primero. Ojalá salga bien - Cerró sus ojos y del piso salió un pequeño aro de luz. Extendió sus brazos y con ellos el circulo hasta el infinito. De aquella luz circular brotaron cientos de flores azules. Aquel dragón se maravilló mientras Nicolyn seguía en esa posición concentrada. El tiempo pasó y el dragón ya había explorado aquella llanura llena de un intenso color azul celeste. Sus alas extendiéndose volviendo a surcar aquel cielo infinito le resultó gratificante de diversas maneras, no obstante, la insuficiente capacidad de llenar un vacío desconocido dentro de él lo atormenta en aquella infinita soledad. Volvía de vez en cuando al lugar donde Nicolyn seguía inmóvil y concentrada, retomaba su aventura y volvía. Así lo hizo eternamente hasta que su solitario corazón se cansó abrumado por la infinidad vacía de su paraje. Sin más objetivos, ni venganza alguna, ni meta ni enojo, su corazón fue liberado de aquellas emociones que lo consumían sin descanso. Se recostó a su lado envolviéndola, protegiéndola, a ella la única alma en quien aún podía descargar su ira y durmió como nunca antes hasta que la sensación de su movimiento lo despertó - ¿Te gusta? - Lo miró y el asintió, tranquilo y sereno - Me tomo un tiempo, pero ya lo descifré - Volvió a juntar sus brazos y otro circulo apareció debajo de sus pies. Volvió a extender sus brazos y el circulo volvió a expandirse cambiando el paisaje. Ahora habían montones de flores de cientos de formas y colores, un pequeño rio que cruzaba toda la planicie envuelta en hermosas montañas nevadas y una cabaña en el centro. El espectáculo del paisaje y las nubes era capaz de conmover a cualquiera con su singular hermosura - El primero era el Jardín de Mina de "Mahoutsukai no Yome", fue en lo primero que pensé para probar esto. Pero quería mostrarte eso - Le señalo el lugar abiertamente - Este es el Jardín Secreto que le regaló Howl a Sophie en "El Castillo Ambulante".
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Mi destino como Villana.
Teen FictionTodas las historias tienen dos versiones, una linda y radiante llena de bellos sentimientos, y otra fea y lúgubre de la que nadie quiere tomar atención. Constantemente, la vida me enseño que las personas que vivían una buena vida, llena de lujos o...