Capitulo 15

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Varias horas, y unos cuantos bailes después,  la velada se aproximó a su fin. Helena había pensado hacer una salida triunfal mucho antes, pero eso era la situaría en la suite nupcial, a solas con su marido mientras doscientas personas aguardaban expectantes en la planta inferior ante cualquier sonido que indicara que el matrimonio se estuviera consumando.

A medianoche los invitados comenzaron a retirarse. La mayoría se alojaba en los hoteles del pueblo, donde había plenitud de bares a su disposición.

Unos pocos familiares y amigos íntimos de Isabella se alojaban en la Villa, aunque Helena tenía esperanzas de poder evitarlo. La suite nupcial estaba en un extremo de la Villa y disponía de su propio cuarto de baño, junto a la suite de su padre y la de Ezequiel e Isabella, aislandola así del resto de habitaciones.

Helena se acercó a Michael pero este ya abandonaba el salón tras el padre de Helena y su propio padre. ¿A dónde iban?

Frunciendo el ceño, ella decidió averiguarlo, pero una férrea mano la detuvo.

-¿A donde van los hombres? preguntó Helena en li que esperó fuera un tono de desconcierto.

-Creo que Ezequiel y Thomas tenían algunos detalles que cerrar con Michael después de... los sucesos de hoy -jamas una boda había sido descrita en ese tono.

-¿Qué clase de detalles?

Isabella agitó una mano en el aire como si intentara quitarle preocupaciones de la cabeza a su nuera. Pero Helena si se preocupaba, sobre todo porque sabía que estarían hablando de ella.

Y no solo hablando. Estarían planificando su vida, sin que ella pudiese intervenir.

-Solo algunas pequeñas cosas,  nada más insistió-. Seguramente habrá que hacer algunos ajustes al contrato matrimonial original.

Claro, y eso no era más que una pequeña cosa sin importancia.

-¿Y no crees que yo debería participar para dar mi opinión? preguntó Helena.

-No creo que fuera algo de gran cosa -Isabella la miró con gesto despectivo.

Lo cual era deprimente mente cierto, aunque no significaba que no pudiera dar su opinión.

La puerta se cerró tras los hombres y Helena supo que cualquier posibilidad de colarse en la reunión había pasado. Solo quedaba esperar a conocer la decisión que tomaran.

Y después decidir si estaba dispuesta a seguir adelante con ello o no.

Helena se permitió una pequeña sonrisa.  Podían hacer todos los planes que quisieran, pero no mandaban en su vida. Michael podía ser su esposo,  pero no era su dueño. Y no había firmado ningún papel prometiéndole nada.

Su futuro era suyo, y no permitiría que los hombres de su vida le dijeran que hacer con el.

-Voy a subir a la suite nupcial -informó a Isabella en tono dulce y casual.

-Por supuesto -su suegra soltó su brazo y escrutó su rostro-. Estoy segura de que Michael no te hará esperar demasiado.

Seguramente hasta el día siguiente, a tenor de la conversación que habían mantenido mientras bailaban, algo que Isabella sin duda desconocía.

-Bueno, pues será mejor que me prepare para él -sonriendo, se dispuso a buscar una doncella que pudiera ocuparse de los enseres de Michael.

-Helena -la llamó Isabella. Tenia el ceño fruncido, como si aún no entendiese lo sucedido-. Solo quería decirte que... quizás al final las cosas se hayan resuelto del mejor modo. Quizás sea una oportunidad,  un nuevo comienzo para Michael y para ti. Sobre todo para ti.

-Eso espero -la sonrisa de Helena se extendió hasta provocarle un intenso dolor en las mejillas-. Ya era hora de que se me concediera una segunda oportunidad por aquí.

Y, sin añadir nada más, se volvió hacia la puerta,  dando por finalizado el día de su boda.

Había llegado la hora de la noche de bodas.

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