Michael se dirigió al único lugar en el que se sentía realmente en casa. La oficina.
Llego cuando aún no había nadie, ni siquiera los empleados más dedicados, y todo estaba a oscuras. Encendió el ordenador, se acomodó en el sillón y se perdió entre correos electrónicos, notas y contratos.
Para cuando el sol ya reinaba en lo alto, se había puesto al día con todo lo sucedido desde que se marchara a Italia. Si no hubiera consultado tanto ese correo electrónico estando fuera, en esos momentos tendría más distracciones que atender.
Y en Italia había tenido mas tiempo para pasar con Helena, antes de que se hundiera todo lo que creía estaban construyendo juntos.
-Veo que has vuelto -la ronca voz de su padre lo arranco de su lúgubres pensamientos. Levanto la vista y se encontró con la misma mirada que utilizaba cuando, siendo el pequeño, le llevaba el boletín de notas, por buenas que fueran-. He oído que tuvisteis que interrumpir la luna de miel. Doy por sentado que tu mujer tuvo tiempo de firmar los papeles.
Por supuesto, era lo único que le preocupaba. Su mejor amigo y socio estaba en el hospital, su propia esposa permanecía a su lado, pero a Ezequiel solo le importaba el papeleo.
Exactamente lo mismo de lo que le había acusado Helena.
-El padre de Helena ha sufrido un infarto masivo. Aun no se ha despertado. Perdóname por no haber insistido en las formalidades -contesto Michael con voz gélida. No estaba seguro de hasta que punto le estaba hablando a su padre o a sí mismo.
Quería solucionarlo todo, tanto como su padre, terminar con ello para poder seguir adelante, para superar el dolor que parecía instalado permanentemente en su pecho.
-Entiendo que Thomas esta con la única mujer que necesita a su lado -la voz de Ezequiel estaba cargada de amargura-. Estoy segura de que la presencia de su hija es superflua.
-Está enamorada de él, ¿lo sabias?, me refiero a mamá -Michael no lo dijo con animo de herir a su padre. Solo para ver si reaccionaba. Si fingía sorpresa.
-Pues claro que lo esta -bufo Ezequiel-. Cualquier idiota lo habría visto durante los últimos diez años o más. Pero ella jamás me abandono, ¿verdad? Siempre supo que yo le daría más.
-Puede que ahora si lo haga -Michael recordó la angustia de su madre, como nunca la había visto, mientras le acariciaba la mejilla a Thomas.
-Entonces, es mas idiota que tu hermano y su novia juntos.
-En realidad -intervino el-, empiezo a pensar que Karol y Ruggero fueron los únicos sensatos aquí.
La expresión de su padre era meridianamente explicita. Ese hombre jamás entendería el amor, no del modo en que el esperaba entenderlo algún día.
-Consigue ese acuerdo firmado a finales de la semana -Ezequiel se dio media vuelta y se marchó.
Michael se quedó mirando al vacío largo rato. Pasara lo que pasara entre Helena y el, ya no sería pura cuestión de papeleo. No seria una agenda o un plan.
No podía amar a una mujer que no podía querer a su propia hija, era así de sencillo. No podía confiar en una mujer que había mentido, que había abandonado a un bebé indefenso, y que podría hacer lo mismo con el cuando le diera la gana. Ningún documento cambiaria eso.
***
El sonido del teléfono despertó a Helena, dormida en el sillón.
- ¿Helena? Soy Henry. He localizado a tu hermana. Se encontrará contigo en el hospital en cuanto aterrice su vuelo esta noche.
-Allí estaré -contesto ella-. Gracias, Henry.
Dejando caer el teléfono sobre el regazo, estiro los brazos para aliviar el dolor de sus hombros. Eran casi las seis de la tarde. Michael no tardaría en regresar y no quería que la encontrara allí.
Se mordió el labio inferior y contempló las hojas de papel que descansaban sobre su regazo, sueltas y desordenadas, y cubiertas de sus garabatos. Para cualquier otra persona seguramente no tendría sentido, y ni siquiera estaba segura de podérselo llevar con ella y contemplarlo cada día sin recordar el momento en que había decidido no firmarlo.
Tras dejar el contrato sobre el escritorio de Michael, recogió algunos efectos personales y ropa para cambiarse. Tarde o temprano tendría que regresar, pero al menos tendría todo lo necesario hasta el día siguiente. Aunque Isabella hubiera trasladado sus cosas allí, no podía quedarse.
De modo que, tras echar un ultimo vistazo al manifiesto que había escrito, Helena se recoloco la ropa y los cabellos y salió de una casa que debería haber sido su hogar.
***
La habitación del hospital estaba casi igual que cuando se había marchado. Thomas seguía dormido, conectado a un monitor que le controlaba las pulsaciones. Isabella estaba sentada en el sillón a su lado, fingiendo leer una revista.
- ¿Ningún cambio? -pregunto desde la puerta.
-Se despertó hace un rato, pero enseguida volvió a dormirse. Se alegro de verme aquí.
-Eso es estupendo -Helena se sentó en la otra silla.
No estaba segura de lo que sentía por su padre en esos momentos aparte de ira y dolor, pero si sabía que no estaba preparada para perderle, aun no.
-Henry llamo hace un rato -informo a Isabella-. Karol viene de camino, supongo que con Ruggero.
-Debo admitir que no esperaba volver a verlos tan pronto -el cuerpo de la mujer se tensó.
-Me imagino que ellos pensaran lo mismo.
Helena había dado por hecho que, antes de verse todos de nuevo, habría pasado el tiempo suficiente para que se recuperaran de la fracasada boda. Esperaba que Michael y ella estuvieran entonces viviendo una vida feliz y que la fuga de Karol se hubiera convertido en un divertido relato para las cenas familiares: < ¿Te puedes creer que Karol estuvo a punto de casarse con Michael? ¡Que locura!>.
Sin embargo, las conversaciones que iban a escucharse serían muy diferentes. Helena había estado tan preocupada con la idea de tener a su hermana mayor a su lado, donde debía estar, donde la necesitaba, que ni siquiera había pensado en lo que iba a contarle. ¿Cómo iba a explicarle todo lo que había sucedido desde que ella se hubiera marchado?
Su padre se había mostrado rabiosamente desilusionado con Karol, aunque seguramente cambiaria de actitud. Tumbado en la cama de un hospital, con un futuro incierto, sin duda querría tener a sus dos hijas a su lado.
Si no era así, ya no quedaba ninguna esperanza para su familia.
-Voy a por un café -le dijo a Isabella-. ¿Quieres uno?
Su suegra asintió, aunque su murada no abandono el rostro de Thomas.
Tres tazas de café más tarde, Karol irrumpió en el hospital como un vendaval. Parecía mas la profesional que siempre había sido, y no esa joven vestida con un vaporoso vestido veraniego. Ruggero la seguía de cerca, con el rostro serio y la maleta en la mano.
Su padre había vuelto a dormirse y, mientras Helena esperaba fuera, Karol se dedico a interrogar a los médicos mas profundamente de lo que habían conseguido hacer Helena o Isabella.
Cuando al fin salió de la habitación, Helena sintió que parte del peso de sus hombros desaparecía.
-Aquí estas -miro a su hermana mayor-. Has venido -y estallo en llanto.

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PLANES DE AMOR
Novela JuvenilTras la huida de su hermana, Helena Sevilla decidió ocupar su puesto en un matrimonio de conveniencia con el magnate Michael Pasquarelli, con la esperanza de que el hecho de unir las dos familias fuera suficiente para redimirla a ojos de su padre...