El matrimonio se instaló en su vida como una rutina sorprendentemente rápida, pensó Michael unos días mas tarde. Cada mañana al despertar salía a correr, regresaba a la ducha a ducharse, vestirse y se sentaba a desayunar. Helena solía unirse a él y mantenían unas conversaciones amables, si bien parcas en palabras, sobre las noticias del día.
Después, se instalaba en el estudio de su padre para trabajar mientras Helena hacia lo que fuera que hiciera todo el día. A veces volvían a verse para comer, otras veces no. Las cenas si solían celebrarlas juntos y Helena solía ser la primera en retirarse a su dormitorio.
No había vuelto a repetirle el ofrecimiento de la noche de bodas, lo cual le agradecía enormemente, ya que Henry había sido detenido en Londres y no llegaría a la Toscana hasta finales de la semana. Conocía sus propias limitaciones. Ningún hombre poseía la fuerza de voluntad suficiente para resistirse a Helena con ese camisón transparente.
Enfilo el ultimo tramo de regreso a la Villa, espoleado por el recuerdo de una nota en la agenda en la que no había reparado el día anterior.
De regreso a su habitación, comprobó el teléfono y contuvo la respiración. Allí estaba, programado en su agenda personal por su secretaria, encargada de los planes durante la luna de miel. Ya sabia como reconciliarse con Helena. Un romántico recorrido por unos viñedos toscanos, con su cata de vinos, comida y, quizás, un placido paseo por el campo.
***
Helena ignoro los tres primeros golpes de nudillo en la puerta. Se había quedado trabajando hasta tarde en la noche anterior y pensaba recuperar el sueño perdido, sobre todo porque seria un modo de evitar encontrarse con su marido a la hora de desayuno. Las repetidas e incomodas pausas y conversaciones forzadas durante la cena empezaban a resultarle insoportables.
Pero no pudo ignorar la cuarta llamada, sobre todo porque la puerta se abrió segundos después.
-Helena, ¿aun no te has levantado? -Michael entro en la habitación y cerró la puerta.
-Solo son las nueve y media -Helena se sentó en la cama-. Se supone que estamos de luna de miel. Mantengo la ilusión de la pareja feliz.
-El coche viene a recogernos dentro de media hora -Michael se dirigió al cuarto de baño bajo la mirada perpleja de su mujer-. ¿Te abro el grifo de la dicha para que se vaya calentando el agua?
-Soy capaz de abrir el grifo de la ducha yo misma -protesto ella-. ¿A qué coche te refieres?
-El que nos llevara de visita a un viñedo. ¿No esta en tu agenda? Lo tengo todo organizado.
-Querrás decir que lo organizaste todo para Karol y para ti.
-Lo organice para mi y para mi esposa. Y esa eres tú, por si acaso lo has olvidado.
-Es un poco difícil que lo olvide -murmuro ella.
-El coche estará aquí a las diez -él se dirigió de nuevo hacia la puerta-. Te espero abajo.
Y con eso dejo a Helena sola, con la única compañía del sonido del agua de la ducha.
Una visita a un viñedo. Seguramente incluiría una cata, quizás una comida. Podría ser peor. Respirando hondo, Helena decidió centrarse en lo positivo. Había descubierto que prestar atención a lo bueno de la vida era en ocasiones la única manera de evitar ahogarse en la desesperación de lo malo.
El sol brillaba, la nueva pagina web iba bien. Se merecía un descanso, y podría disfrutar del vino, la comida y el sol. Incluso, si era lo bastante rápida, podría convencer a la doncella para que le subiera un café y un simulacro de desayuno.
Con una sonrisa en los labios entro en la ducha y lavo su mal humor con el jabón. Para cuando termino, la doncella le había dejado el café y unos bollos, y Helena desayuno mientras revolvía los cajones en busca de algo que ponerse que fuera adecuado para una mujer en su luna de miel.
Al hacer maleta no se le había ocurrido que su situación fuera a cambiar tanto. Su vestuario lo componían, básicamente, pantalones cortos y camisetas. Sin embargo, la excursión parecía importante para Michael y supuso que para ella también debía serlo. Quizás lograrían volver a comunicarse. Y un hito como ese requería algo más que unos pantalones cortos.
Al final decidió por un vestido amarillo de algodón con estampados de flores y se calzo sus sandalias blancas. Los cabellos húmedos los recogió en un moño, sabedora de que se le secarían bajo el sol confiriendo a su melena unas bonitas ondas cuando se lo soltara por la tarde. Aun tuvo tiempo de aplicarse protector solar y un ligero maquillaje y, antes de las diez, ya estaba lista.
Son un sombrero y su bolso de paja, bajo las escaleras y encontró a Michael en el vestíbulo.
-Que rapidez -observo el con una sonrisa-. Pensé que iba a tener que esperarte un buen rato.
-Eso demuestra lo poco que me conoces -Helena enarco una ceja-. Soy muy eficaz, cuando quiero.
-Pero gracias a tu eficacia -Michael desvió la mirada antes de posarla de nuevo sobre ella-. Siento que no hayamos tenido mucho tiempo para estar juntos esta semana. Con el golpe sorpresa de Ruggero, que ha obligado a mi padre a nombrarme directo general, hay mucho jaleo en el trabajo.
-Lo comprendo -contesto Helena con frialdad-. De todos modos, yo también tenía trabajo.
Michael miro perplejo a su mujer, que comprendió que el seguramente ni siquiera sabia que tenia un trabajo. A lo mejor Rosebud Interiors no podía compararse con Sevilla-Pasquarelli, pero era su empresa.
-Que bien -asintió al fin-. Quizás puedas hablarme de ello durante la comida.
-Si, claro.
-Estupendo. Pues entonces, vamos -Michael le ofreció su brazo y, tras unos instantes de duda, ella lo acepto siendo recompensada con una sonrisa-. Tengo ganas de pasar un buen rato con mi esposa.
La sonrisa de Helena era resplandeciente y en su interior floreció una inesperada calidez. Quizás el dia no sería del todo malo.
![](https://img.wattpad.com/cover/243361317-288-k953856.jpg)
ESTÁS LEYENDO
PLANES DE AMOR
Ficțiune adolescențiTras la huida de su hermana, Helena Sevilla decidió ocupar su puesto en un matrimonio de conveniencia con el magnate Michael Pasquarelli, con la esperanza de que el hecho de unir las dos familias fuera suficiente para redimirla a ojos de su padre...