Epilogo

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El sol de la Toscana brillaba como nunca, y Helena se cubrió la cabeza con un sombrero de paja para protegerse los ojos mientras veía jugar a sus dos sobrinos entre los viñedos, persiguiendo a su nuevo amigo, Casper.

Habían pasado cinco años desde que Michael y ella visitaran el viñedo de Gia, pero Helena seguía sintiéndose tan en casa como la primera vez.

-Que bonito lugar para una familia, ¿no crees? -le pregunto a Michael, que asintió-. Me alegro de que Karol accediera a venir con los niños -continuo-. Es bueno compartirlo con ellos.

-Han sido unas vacaciones fantásticas -concedió el, aunque apenas escuchaba a su esposa.

-A lo mejor podríamos regresar el año que viene con nuestro propio hijo -propuso ella en el tono mas neutro que fue capaz.

Michael se paro en seco y Helena reprimió una risa.

-Helena, ¿me estas diciendo...? ¿Crees que podrías estar preparada? -no era habitual que ese hombre se quedara sin palabras.

-Lo que estoy diciendo es que ya es un poco tarde para esta conversación -Helena lo miro resplandeciente de felicidad y amor.

- ¿Estas ya...? -el abrió los ojos desmesuradamente-. ¿Estas bien? ¿Quieres hablar de ello?

-Estoy bien -le aseguro ella colocando la mano de su esposo sobre su barriga-. Estamos bien.

-Acordamos hablarlo antes si alguna vez cambiabas de idea.

-Soy muy feliz -insistió ella-. Me siento feliz, agradecida y amada.

- ¿Estas segura?

-Lo estoy. Además, tu querías más espontaneidad.

-Ni yo podría haberlo planeado mejor -concluyó Michael con un apasionado beso.

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