Capitulo 45

234 12 0
                                    

El corazón de Michael galopaba mientras conducía a Helena a la terraza trasera. Caía una ligera llovizna que, normalmente le habría fastidiado, pero que aquella noche les permitía estar a solas.

-El manifiesto -comenzó Helena-. Supongo que eres consciente de que se trataba de una broma.

-Para mi no -Michael intentaba no pensar en el tiempo que había pasado sin ella, o en lo mucho que la había herido-. En el se refleja todo lo que sientes y deseas. Me permitió saber, verte con mas claridad. Eso es oír el relato completo de lo que te sucedió.

Helena desvió la mirada, pero el le tomo el rostro entre las manos y la obligo a mirarlo.

- ¿Por qué no me lo contaste en Italia?

-No habría servido de nada -Helena intento sonreír-. Todo lo que dijiste sigue siendo cierto.

-No -contesto con firmeza-. Te juzgue como la persona que creía que eras, sin pensar en la mujer de la que me había enamorado. Antes de leer lo que escribiste, estaba furioso conmigo mismo por haberme enamorado de ti. Por amar a alguien que había cometido un acto que yo consideraba imperdonable. Pero ahora tengo la sensación de conocerte mejor. Y se que la mujer que escribió este manifiesto no puede evitar amar. ¿Crees que no habrías amado a esa criatura? Pues te equivocas.

-En cuyo caso, sigue siendo un error haberla entregado en adopción -Helena se aparto de el-. Nada ha cambiado.

-He cambiado yo -contesto Michael con calma-. Tu me has cambiado. Pensé que debía seguir mi plan, mis reglas, mi agenda. Que cualquier cosa que se saliera de eso estaba mal. Según mis normas, lo que hiciste estuvo mal, sí, pero tú no vives según mis normas, o las de otro. Tu tomas las decisiones que tienes que tomar en cada momento, con la información que tienes. Y esa decisión que tomaste tiene mucho que ver con la mujer que eres hoy. La mujer que amo.

- ¿Estás diciendo que me perdonas? -Helena se mordisqueo el labio inferior y lo miro tímidamente.

-Estoy diciendo que no necesitas mi perdón. Necesitas perdonarte a ti misma.

***

Helena no podía contener las lágrimas, ni quería hacerlo. Michael la tomo entre sus brazos y ella se pegó contra él. Al fin estaba en casa.

- ¿Me perdonas? -susurro Michael-. Lo que te dije fue imperdonable, lo se. Pero ¿crees que...?

-Si -lo interrumpió Helena-, te perdono -era un comienzo, pero quedaba mucho trecho-. Michael, sigo sin poder olvidar nada. Voy a necesitar tiempo.

-Tenemos todo el tiempo del mundo -Michael froto su mejilla contra la de su esposa.

-No puedo prometerte nada -insistió ella-. Nada aparte del hecho de que siempre te amare.

-Me alegro.

-Pero no sé si seré capaz alguna vez de tener otro hijo -le dolía decirlo, incluso pensarlo. Había sido feliz imaginándose una vida sin hijos, hasta casarse con Michael.

Pero de repente le dolía, no solo por no poder darle a su esposo lo que deseaba. Por primera vez se preguntaba si ella también lo deseaba.

-Te prometo -Michael le tomo ambas mano-, que en nuestra vida no habrá ni agendas ni planes. Ya no. Si algún día me dices que estas preparada para tener un bebe, seré el hombre más feliz, por estar casado contigo.

Lentamente, puso una rodilla en el suelo y Helena reprimió un sollozo. ¿Seria posible que le estuviera ofreciendo todo lo que había deseado siempre? ¿Podría perdonarse a sí misma y aceptarlo?

-Helena Juliette Sevilla -el tomo el zafiro de la mano de Helena-. ¿Me harás el honor de ser mi esposa?

- ¿No lo soy ya? -ella se rio entre sollozos.

-Es lo único que deseo -Michael tiro de ella para besarla.

Fin.

PLANES DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora