Capitulo 3

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Michael no era su hermano. No le gustaban las sorpresas, ni correr riesgos, ni el vértigo que a Ruggero tanto motivada de tener que tomar una decisión rápidamente. A Michael le gustaba tener un plan. Su mera existencia, y las circunstancias de si nacimiento, habían sido espontáneas, pero no por ello consideraba que su vida que su vida tuviera que seguir el mismo patrón.

Vivir una infancia convencido de ser un error le había dejado bien claro que desviarse del plan siempre lo estropeaba todo. Ruggero había sido el que la había fastidiado. Porque Ruggero era el heredero que sus padres siempre habían deseado tener. No el hijo indeseado de otros padres.

Si sus padres se hubiesen atenido al plan y no hubieran engendrado a Ruggero, su vida habría sido muy diferente.

Y por eso Michael valoraba mucho las programaciones, las agendas, los planes. Sin embargo, el día de su boda no se parecía en nada a lo que Michael deseaba o quería.

Se lo había oído contar a amigos casados. El día de la boda se hace lo que la novia y su madre quieran. El novio se limita a dar el 《Si quiero》.

Al ver a Karol salir por la puerta, el miedo lo había agarrotado. Su cuidadosamente elaborado plan saltaba en pedazos. Un pla que se había iniciado tres años atrás con las conversaciones entre los padres de ambos, acordando los términos con Karol.

Y, al final, ni todos los planes del mundo habían bastado. Karol se había marchado.

Helena nunca había formado parte del plan. Ella era otro error, supuso. Y quizás juntos conseguirían ser algo más que una lista de equivocaciones.

En cualquier caso, era lo más parecido a un plan que iba a tener ese día.

No pudo ocultar el alivio que sintio al comprender que Helena seguia adelante. Cierto que casarse con la hermana de su prometida suscitada algunos problemas. Aún así, Michael tuvo que admitir que era la mejor opción de una lista de malas opciones.

No era una unión por amor, jamás lo había sido. Fuera cual fuera la hermana Sevilla que caminara al altar, el propósito estaria servido.

Sevilla-Pasquarelli necesitaba esa boda. La Junta directiva, los inversores, todo el mundo necesitaba saber que el futuro de la compañía estaba en buenas manos.

Y no había mejores manos que las de Michael Pasquarelli.

La compañía necesitaba un relanzamiento. Lo había sabido antes de sospechar que él pudiera heredarla algún día. Sevilla-Pasquarelli siempre había sido la prioridad de Michael y estaba apunto de convertirse en director general. Cuando estuviera casado con una de las hermanas Sevilla ya no importaría que no fuera un verdadero Pasquarelli. Su adopción dejaría de importar.

En cuanto los Pasquarelli tuvieron un heredero de su sangre, él se había convertido en un excedente, un estorbo. Se volvió un arma en manos de su padre para moldear a Ruggero a su antojo, para hacerle merecerse la herencia, compitiendo con él. Pero, como esposo de una Sevilla, quedaría legitimado.

Tomó la mano de Helena y la condujo hasta la puerta principal, donde fueron recibidos por el intenso sol de la toscana. Sentía la tensión en el cuerpo de la joven y se preguntó si el corazón le estaría latiendo a la misma velocidad que el suyo.

A pesar de sus razonamientos, Michael no podía mentirse a si mismo hasta el punto de fingir que aquello no podría convertirse en una equivocación. 《No tiene que ser permanente 》, había dicho ella. Para ella, sólo sería temporal, pero algo temporal jamás serviría a los propósitos de Michael.

Necesitaba que fuera permanente, necesitaba herederos. Ese era el plan y, dado que todo lo demás había salido mal, era lo único que le quedaba. Helena sería suya para la eternidad.

Sólo tenía que convencerla de que era lo bastante bueno para ella, que merecia la pena. Pero antes tenía que sobrevivir a ese horrendo día.

Aquello estaba sucediendo realmente. Quizás no del modo en que lo había planeado, pero el resultado sería más o menos el mismo. En cuanto Helena diera el 《Sí quiero》, lo habría conseguido. Se preguntó porqué se había mostrado tan decidida. ¿Qué interés tenía para ella? ¿Tanto temía la ira de su padre que estaba dispuesta a hacer lo que fuera para aplacarla?

Caminaron en silencio hasta la capilla, todo lo rápido que los zapatos le permitían a Helena. Unos zapatos que hacían juego con el vestido de dama de honor. Karol debía de haberse largado con los zapatos de boda puestos.

-También se llevó el velo -Helena siguió la mirada de Michael-. Es una pena. Podría haber permanecido oculta hasta que todo hubiera terminado.

Algo se encogió en el pecho de Michael. Helena se merecía algo mejor que esa boda.

-No quiero ocultarte -aseguró-. Vas a ser mi esposa, y estoy orgulloso de tenerte a mi lado.

Todo era cierto, salvo por el hecho de que estaba más orgulloso del apellido que de la persona. Sin embargo, a Michael no le cabía duda de que, con el tiempo, llegaría a encariñarse con ella. Quizás, con suerte, incluso se enamorarian. Era lo que había esperado que sucediera con Karol.

Thomas Sevilla salió a su encuentro.

-¡Helena! ¿Dónde demonios está Karol? Los invitados... - el hombre se interrumpió al fijarse en el vestido que su hija llevaba puesto.

- Me temo, señor, que ha habido un ligero cambio de planes - Michael se adelantó.

PLANES DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora