Capitulo 37

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Llevo una hora convencer a su madre para que se marchara del hospital, y ni siquiera entonces quiso regresar a su casa. Isabella insistió en ir a casa de Thomas, asegurando que no podría dormir en ningún otro lugar.

Michael supuso que con aquel gesto se daba por concluida la pantomima que había durado durante diez años y que pretendía hacer creer a los demás que Isabella y Thomas no se acostaban juntos.

Helena se negó a abandonar la habitación de su padre, y él ni siquiera intento persuadirla.

Henry lo espero espero en el taxi mientras el acompañaba a su madre a la casa de Thomas.

- ¿Adónde vamos? -pregunto el abogado en cuanto su amigo regreso al coche.

Michael deseo tener una respuesta. Un bar parecía una opción tentadora, un lugar donde borrar con alcohol los recuerdos de la ultima semana. Pero al despertar, nada habría cambiado y tener resaca no iba a ayudar en nada.

Tampoco estaba dispuesto a enfrentarse a su padre aquella noche, no mientras su madre dormía en la casa de otro hombre. De modo que solo le quedaba la casa que había preparado para su esposa y el. Seguramente aun no estaba amueblada del todo. Pero era suya y Henry tenía la llave.

-Vamos a mi casa. Quiero ver si ya han instalado el armario de las bebidas -desde luego, no pensaba acostarse sin tomar una copa.

Henry le dio señas al taxista mientras Michael echaba la cabeza hacia atrás e intentaba no pensar en nada.

La casa parecía un mausoleo. Olvidándose de las imágenes que se había formado sobre su vida allí, se dirigió directamente al despacho. El suelo estaba cubierto de cajas de cartón sin abrir y las paredes de estanterías vacías. El escritorio se hallaba colocado en un ángulo equivocado, pero a su lado estaba el armario de las bebidas. Vacío, por supuesto. Sin embargo, una breve búsqueda entre las cajas le permitió recuperar su colección de botellas de whisky de malta.

Los dos hombres se sentaron en los sillones y se sirvieron un par de copas.

- ¿Y bien? -Henry espero a que el vaso estuviera casi vacío antes de hablar-. ¿Ahora qué?

-No tengo ni idea -era la pregunta que había estado evitando toda la noche.

-De acuerdo. Supongo que tendrás que pensar en todo lo que sucedió hoy. Los dos necesitáis tiempo y con su padre enfermo... Helena me pidió que hiciera venir a Karol.

- ¿Hasta dónde escuchaste esta mañana?

-Lo suficiente -Henry mantuvo la mirada fija en su copa.

-No entiendo nada.

-Las razones por las que querías casarte. Tanto como para aceptar hacerlo con la otra hermana, siguen ahí -estaba ejerciendo de abogado del diablo. Henry siempre era capaz de defender ambas posturas.

-Lo se.

-Te dejare el contrato de todos modos -Henry suspiro-, el borrador. Vuelve a leerlo. Quizás te ayude a tomar una decisión -dejo unos papeles sobre el escritorio-. Sera mejor que me vaya. Mañana llamare a ver que tal todo.

Michael asintió, mas para hacerle saber que le había oído que para indicar que estaba de acuerdo.

- ¿Michael? -el otro hombre lo llamo desde la puerta-. Intenta dormir, ¿quieres?

Ni siquiera se molesto en asentir a eso. Se sentó con el documento en la mano, un documento que se suponía iba a asegurar su futuro, su familia. Termino la copa y se sirvió otra.

Y, al terminar la segunda, se levanto y arrojo los papeles a la chimenea vacía.

Sería lo primero que quemaría cuando encontrara las cerillas.

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