Capitulo 23

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Michael se acomodo en el asiento trasero del coche y repaso mentalmente el plan para el día.

El objetivo principal era que, para cuando llegara Henry, Helena ya se sintiera cómoda con el matrimonio. O que al menos se sentara a negociar el contrato de matrimonio.

- ¡Madre mía! -Helena bajo la ventanilla y asomo la cabeza- ¡Mira esto, Michael!

Conteniendo el impulso de tirar de ella para evitar que otro coche le arrancara la cabeza al pasar, Michael intento descubrir que la excitaba tanto.

Una sucesión de viñedos pasaba ante sus ojos y a lo lejos se divisaba una granja.

-Es precioso -ella volvió a sentarse, con una sonrisa iluminándole el rostro-. ¿Aquí es donde se va a celebrar la cata? -pregunto mientras el conductor hacia un nuevo giro a bastante velocidad.

-Aquí es -Michael tomo nota de subirle el sueldo a su secretaria-. Un recorrido por los viñedos, seguido de una cata con aperitivo, y luego a una taberna cercana para comer.

-Suena perfecto -Helena sonrió resplandeciente-. Y muy romántico.

-Ese era el plan -él le devolvió la sonrisa-. Al menos eso fue lo que le pedí a mi secretaria.

- ¿Le pediste a tu secretaria que organizara un romance? -ella lo miro sorprendida-. ¿No es eso un contrasentido?

-No veo porque -Michael bajo del coche mientras el chofer abría la puerta de Helena-. La mayoría de las cosas mejoran con un poco de planificación.

-Aun así, el romance necesita mas bien espontaneidad, ¿no crees?

-A la gente le gusta pensar que las cosas buenas de la vida simplemente suceden -contesto el-. Pero, por mi experiencia, la falta de planificación suele conducir a resultados desafortunados.

-Pues sí que has de haber tenido malas experiencias -Helena lo miró fijamente.

Quizás ella estuviera en lo cierto, pero no en cuanto a la planificación. Y si querían llevarse razonablemente bien... Michael añadió otra nota mental: convencer a Helena de los méritos de planificar todo por adelantado.

***

-Señor y señora Pasquarelli, bienvenidos. Soy Gia -la mujer los saludo con un apretón de manos.

-Llámame Michael -el tomo las manos de la mujer entre las suyas, y Helena no pudo evitar la impresión de que parecía mucho más relajando en compañía de cualquier extraño que con ella.

-Y yo soy Helena, ¿vives aquí?

- ¡Si! -Gia se rio-. Esto perteneció a mis bisabuelos, luego a mis abuelos, luego a mis padres y, cuando ellos se jubilaron hace tres años, yo me hice cargo junto a mi esposo.

-Y empezaste a producir uno de los mas afamados chianti de la región -observo Michael mientras Gia lo miraba asombrada-. Me he leído vuestra página web -él se encogió de hombros.

-Me alegra tener un visitante interesado -aprecio la mujer-. ¿Os apetece un café?

-Sería estupendo -asintió Helena, aunque de reojo vio como Michael consultaba el reloj.

Ese hombre iba a tener que aprender a ser un poco mas flexible o no sobrevivirían a la luna de miel sin matarse el uno al otro.

El café era fuerte y espeso, y la cocina de la granja sombreada y fresca- helena sintió que su estomago se calmaba y sus hombros se relajaban.

-Hasta hace cinco años, yo trabajaba en California -explico Gia.

- ¿Elaborando vino? -pregunto Helena mientras tomaba el bizcocho que Gia le ofrecía.

-De eso nada -la mujer sacudió la cabeza-. Trabajaba en una inmobiliaria. Pero visite muchos viñedos con mis clientes. Un año vine a casa para navidad y mis padres anunciaron que había llegado la hora de jubilarse. Habían pensado en vender el viñedo, pero no pude permitírselo.

-Y entonces te hiciste cargo tu de el -observo Michael-. Que valiente.

-No fui consiente de los riesgos hasta mas tarde -Gia le dedico una sonrisa torcida-. No tenía ningún plan, ni formación, ni idea de lo que hacía. Pero estudié mucho y aprendí rápido. Conocí a mi marido que se incorporo al equipo. Entre los dos hemos encontrado el modo de que funcione.

Helena enarco una ceja mientras miraba a Michael. Incluso la tenía que reconocer que había logrado grandes cosas sin tener un plan.

-Supongo que tuviste que elaborar un plan de negocios, ¿no? -el se limito a devolverle el gesto a Helena.

-Por supuesto. Pero la primera decisión, el salto inicial, fue tomada sin pensar. Ese día de navidad, comprendí que no me imaginaba haciendo otra cosa.

Lo mismo que le había sucedido a ella el día de la boda, pensó Helena. Nunca se había planteado ocupar el lugar de Karol, pero en cuanto su hermana se hubo marchado, no se imagino haciendo otra cosa que casarse con Michael.

PLANES DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora