Capítulo 16

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-Bueno, menudo día -Thomas se dejó caer en uno de los sillones junto a la chimenea del despacho de Ezequiel-. Dime que sigues teniendo ese buen brandy,  amigo mio.

-Por supuesto -contestó el aludido con su habitual tono irritable-. ¿Michael?

Mientras su padre se sentaba en el otro sillón, Michael se dirigió al armario de las bebidas y sacó tres copas de cristal. Después del día que había pasado,  se merecía un trago.

-Bueno, bueno -Ezequiel tomó la copa de brandy-. Ya eres un hombre casado.

-Mi yerno -añadió Thomas.

-Cierto -Michael estiró las piernas.

-Quizas ahora podrías explicarnos exactamente en qué estabas pensando -el gélido tono de Ezequiel habría hecho que cualquiera se estremeciera, pero su hijo estaba acostumbrado.

-Estaba pensando en lo mejor dada la desafortunada situación  -Michael le sostuvo la mirada.

-¡Teníamos un plan! ¡teníamos un acuerdo firmado! ¿Y ahora qué tenemos? Una estupida rubia que no sabe nada de la empresa y con la que te has casado sin tener un contrato prenupcial. Seguramente se largará antes de que celebreis vuestro primer aniversario  -Ezequiel se volvió hacia Thomas-. Sin ánimos de ofender.

-No le he ofendido -el padre de Helena se encogió de hombros-. Helena no es la más fiable de mis hijas, pero, tendrás que admitirlo: hoy se ha comportado.

-Es verdad. Y vuestra situación sería mucho peor si no lo hubiera hecho -Michael se frotó la frente, repentinamente muy cansado-. Escucha, Helena ha accedido a negociar el nuevo contrato matrimonial en cuanto se haya calmado el ambiente. Aparte de eso, quizás no tenga las habilidades de Karol, pero tiene otros talentos.

-Apuesto a que los tiene -murmuró Ezequiel.

-Es una gran anfitriona, afable y atractiva. Y, sobre todo, su principal interés está en nuestra familia y en la empresa. Fue idea suya ocupar el lugar de Karol. Pretendía proteger la reputación de su hermana -y de paso evitar tener que explicarles a sus padres lo de Karol y Ruggero.

-Ah, sí, su hermana -Ezequiel se reclinó en el sillon-, llegado el momento habrá que hablar de eso. Pero lo hecho, hecho está. Lo que importa ahora es el siguiente paso. ¿Thomas?¿Tú qué opinas?

-Helena es, en general, una buena chica. Tuvo sus momentos, pero espero que todo aquello haya pasado. Isabella cree que quizás por eso ocupo el lugar de Karol, para demostrarnos que estaba dispuesta a dejar atrás  el pasado.

-¿Eso cree? -Thomas asintió-. Esa mujer tiene una buena percepción. Es una de las razones por las que estoy casado con ella.

-¿Qué pasado? -Michael frunció el ceño al asimilar las palabras de Thomas-. ¿Que ocurrió? -se estaba perdiendo algo.

-Nada de lo que debas preocuparte, hijo -Thomas sonrió.

Su propio padre jamás lo había llamado 《hijo》. Por otro lado, Thomas siempre había deseado tener un varón sin conseguirlo jamás. Ezequiel había querido tener uno y, por accidente, se había encontrado con dos.

《Un heredero y otro de repuesto》, el recuerdo de las palabras resonó en su mente. Palabras pronunciadas por su padre hacia una veintena de años. 《Pero uno nunca quiere tener que echar mano del de repuesto. Y en este caso, bueno, la sangre es sangre y tú no llemas la mía》. Había dicho.

Recordaba el momento con meridiana claridad. Siempre había conocido su condición de adoptado. Pero noir a su padre explicarle porque jamás sería importante, jamás sería lo bastante bueno, jamás contaría realmente...

-Helena hará lo que se le ordene -dictaminó Ezequiel-. Y si no lo hace... siempre puedes dejarla embarazada. Eso suele calmar a una mujer. Tu asegúrate de que firme los papeles antes de que nazca el niño -la risa sibilante de su sonaba como una maldición.

《No puedo acostarme con ella》, pensó Michael mientras intentaba disimular las náuseas.

No sería justo. El no era como su padre,  ni siquiera como el de Helena. Y, por mucho que deseara un hijo, un heredero de su sangre, necesitaba elaborar antes un plan. No utilizaría a su hijo como herramienta o arma.

-Creo que se como manejar a mi esposa mintió Michael.

A Karol si habría sabido manejarla. La había investigado, pasado tiempo con ella para asegurarse de conocerla bien.

Y aún así, le había pasado desapercibido que estaba enamorada de su hermano.

Sin embargo,  sobre Helena no tenía ni una pista.

No obstante,  estaba dispuesto a aprender. Tenia que saber si se quedaría a su lado, junto a él,  antes de poder creer en ese matrimonio.  Y eso significaba mantener las manos apartadas de ella.

-Si eso es lo que crees -Ezequiel soltó otra carcajada-, eres aún más estúpido de lo que pensaba. Ningún hombre sabe realmente como manejar a una mujer. Pero inténtalo, si te atreves. Tienes dos semanas por adelante. Consigue que te firme algo vinculante, los mismos términos generales que habíamos acordado para su hermana, y te dejaré que la 《manejes》. Pero, si a tu regreso de Londres no tienes hecho el papeleo, Thomas y yo tomaremos el mando.

Michael apretó la copa de cristal con tal fuerza que, de no haber sido de tan buena calidad, se habría hecho añicos. No se trataba simplemente del control del negocio. Se trataba de él y su futuro, y el de Helena. Había pensado que al verse su padre obligado por Ruggero a nombrarle director general, al fin se le permitiría tomar el mando. Sin embargo, al parecer, ni siquiera tenía el poder de su propio matrimonio.

-Lo conseguiré -aseguró con firmeza-. Helena es mi mujer, este es mi matrimonio, y con el tiempo será mi compañía. No necesito que vosotros dos intervengais como un par de marionetas.

-Entonces te lo dejaremos a ti -Ezequiel se puso en pie seguido de Thomas-. Mañana por la mañana tomaremos el avión, pero tú madre querrá que nos veamos antes.

Michael asintió. En breve estaría solo con Helena. Lo solucionaría. Tenia que hacerlo.

-Dos semanas, Michael -Ezequiel se detuvo ante la puerta-. Espero tener esos papeles sobre mi mesa a las veinticuatro horas de tu regreso a Londres. De lo contrario, tomaré medidas.

Antes de que Michael pudiera contestar, la puerta se había cerrado. Tenia que hablar con su mujer.

Pero lo que hizo fue levantarse y servirse otro brandy. 《Cada cosa a su tiempo》, decidió.

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