Capitulo 31

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Michael la tomo en sus brazos. El momento pedía un beso, y eso iba a ofrecerle. Inclinándose sobre ella, intento transmitir todo lo que sentía, las esperanzas, los sueños, en ese beso.

Y por la entusiasta respuesta de su mujer, estuvo bastante seguro de haberlo conseguido.

Conocía a Helena, la hermana de Karol, o Helena, la hija de Thomas. Pero no sabia nada del humor, la calidez y la belleza que había bajo esas etiquetas.

-No me puedo creer que haya estado a punto de casarme con la hermana equivocada -murmuro contra sus labios y sintió una sonrisa como respuesta-. Esto era lo correcto desde el principio.

-Lo se -contesto Helena, reflejando toda su felicidad en la voz-. Lo se. Y casi no...

-Pero lo hicimos. Ahora nos tenemos el uno al otro -quizás aun no fuera amor, pensó Michael, pero veía el claro camino hacia el futuro.

-Todavía no me has puesto el anillo -Helena se apartó ligeramente y sonrió, con los ojos brillantes, llenos de lágrimas sin derramar.

-Es verdad -el parpadeo y lo contemplo sobre la mesa. Liberándolo de su cajita de terciopelo, lo deslizo en el dedo de su esposa-. Ahí está.

-Ahí está -repitió ella contemplando su mano-. Es el anillo mas hermoso que he visto nunca-

-Para la mujer mas hermosa -Michael era consciente de lo cursi que sonaba.

Ese instante, solos en la terraza, le pareció mas permanente, mas oficial, que la ceremonia en la iglesia y la firma en el registro. Ese instante sería el que siempre iba a recordar como la verdadera boda, el momento en que se habían comprendido y comprometido en un futuro común.

Helena sonrió antes de morderse el labio inferior, como siempre hacia cuando dudaba si decir algo o no.

-Adelante -la animo el-. Di lo que sea. Tras tu respuesta a mi primera declaración, es poco probable que puedas decir algo peor.

-Cierto. Y creo que te va a gustar más.

El cuerpo de Michael empezó a reaccionar de inmediato, incluso antes de que su mujer se pusiera de puntillas y le susurrara al oído:

- ¿Qué prefieres de postre, tiramisú o yo?

El trago nerviosamente, intentando mantener la compostura que tanta fama le había dado en la sala de juntas. El plan era esperar. Había algo más que negocios, más que dinero, implicado.

- ¿Estas segura? El contrato...

-El papeleo es pura formalidad -murmuro Helena, besándole el cuello entre palabra y palabra-. Soy tuya, pase lo que pase. Tómame.

Las palabras de su esposa fulminaron cualquier resto de autocontrol y Michael la tomo en sus brazos para besarla apasionadamente con desesperación, con deseo.

-Arriba -consiguió sugerir-. Ahora.

Y no necesito repetirlo.

***

Varias horas después, ya de noche cerrada, Michael la atrajo contra su cuerpo desnudo.

-No hemos llegado a probar el tiramisú.

-Ni has conseguido verme con ese camisón puesto -Helena se rio mientras le acariciaba el pecho.

-Quizás mañana por la noche -el bostezo.

-Quizás -asintió ella, aunque estaba convencida de que tampoco lo lograrían.

Había sido mucho mejor que en sus sueños. El modo en que Michael se había movido contra ella, dentro de ella, el modo en que la había acariciado, con una reverencia hacia su cuerpo que jamás había esperado en un hombre. Parecía estar embebiéndose de cada detalle de ella, embriagado.

Hasta hacia par de horas había estado sinceramente preocupada de que él no la deseara.

No había querido pensar en ello, pero no había habido muchos hombres en su vida desde que se quedara embarazada a los dieciséis años, y ninguno de ellos le había hecho sentir como Michael. Le había preocupado no ser lo bastante buena para él, preocupado por un embarazo, hasta que el saco un preservativo de la cartera. Pero sobre todo le había preocupado que el descubriera todos sus secretos con solo mirar su cuerpo desnudo.

Pero lo había hecho. Y, dado que los ojos, las manos y la boca de Michael habían recorrido cada centímetro de su cuerpo, no había manera de que lo averiguara si no lo había hecho ya.

El pasado quedaría encerrado bajo llave hasta que cediera compartirlo con él. Sabia que iba a hacerle daño por habérselo ocultado, pero quería pensar que lo comprendería. Para cuando volvieran a hablar sobre hijos, formarían una unidad sólida. Incluso una familia. Lo entendería.

- ¿En qué piensas? -pregunto Michael con voz somnolienta mientras la besaba en la cabeza.

-Solo pensaba en lo feliz que soy -contesto Helena con la esperanza de que no la conociera lo bastante bien como para saber cuándo mentía.

-Me alegro-Michael se giró y la atrajo hacia si antes de quedarse profundamente dormido.

Sin embargo, Helena se quedo despierta hasta la salida del sol, pensando en lo que había hecho y las decisiones que había tomado.

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