Helena casi prefería no conocer la respuesta. Había sido una pregunta estupida, pero una de la que, una vez formulada, ya no podíamos escapar. Sabia que Karol no lo amaba, pero nunca se había parado a pensar en los sentimientos de él. Había supuesto, dado el habitualmente pragmático carácter de ese hombre, que se trataba de un matrimonio de conveniencia.
Incluso alguna vez había llegado a preguntarse si Michael no sería gay y su matrimonio con Karol una elaborada tapadera para ocultarle la verdad a Ezequiel.
Pero Michael no era gay. Un gay no podía haberla besado de ese modo. Helena sabía muy bien cuando un chico la deseaba, y la mirada de Michael le hablaba a gritos de lujuria y deseo.
Sin embargo, no iba a tomarla, aunque se lo ofreciera en bandeja. Por la experiencia de Helena, siempre había razones para un control así, y solían obedecer a la fidelidad hacia otra persona.
¿Y si Michael amaba a Karol? ¿Y si en esos momentos tenía el corazón destrozado y ahogaba su tristeza en el brandy mientras ella intentaba seducirlo vestida de blanco satén?
Ya no había vuelta atrás. Y necesitaba saber la verdad.
-Contestame. ¿Te habrías acostado con Karol esta noche? -insistió.
-Seguramente -el evitó su mirada-. Habíamos hablado sobre comportarnos como marido y mujer desde el principio.
Helena apretó la mandíbula. Casi se imaginaba la conversación, seguramente encajada entre comentarios sobre previsiones cuatrimestrales. Karol, fría y profesional. Y Michael tan imperturbable como siempre, dándole la misma importancia al presupuesto que a su vida sexual.
-Pero con Karol era diferente -se defendió Michael-. Estábamos, bueno, yo estaba...
《Enamorado》, Helena terminó la frase en su mente. Contra eso no podía hacer nada, no si estaba enamorado de su hermana.
-Teniamos papeles -concluyo él, como si eso explicara todo.
Y para Michael seguramente lo explicaba.
-¿Es eso lo único que buscas en este matrimonio?¿Papeles? -que humillante resultaba esa conversación vestida con un camisón transparente. ¿Como se le había ocurrido que podría ser una buena idea?
-No -contestó el en tono firme y tajante. Un tono que había empleado alguna vez con Karol, pero jamás con ella. Nunca habían estado lo bastante unidos. Ni siquiera cuando ella tenía quince años.
-Entonces, ¿qué quieres? -Helena necesitaba encontrarle algún sentido a todo aquello-. No quieres esto -deslizo una mano por el camisón-. Pero tampoco pareces querer un divorcio rápido. De modo que cuéntame, ¿que quieres?
-Quiero una esposa. Quiero papeles. Quiero que se haga algo según mi plan, aunque solo sea una vez.
Helena lo miró perpleja. ¿Estaba Michael perdiendo los nervios? Jamás lo había visto así.
-Lo siento -se disculpó él-. Ha sido un día muy largo y nada ha salido tal y como esperaba. Sigo intentando adaptarme.
Adaptarse a estar casado con la mujer equivocada. A perder a la mujer con la que realmente quería casarse. Helena no podía culparle por su reacción.
-De acuerdo -asintió ella, como si su vida no se hubiera visto sacudida-. Eso si lo entiendo.
-Para ti ha sido igual -Michael la miró com gesto de cansancio-. Ha sido...
-Un día de perros.
-Si -ambis se miraron por un largo rato.
Pasara lo que pasara, ahí estaba su futuro. Y aunque se divorciaran, Michael siempre sería su marido. Estaba unida a un hombre que no entendia.
El Michael que estaba contemplando no tenía nada que ver con el de sus catorce años, cuando se había creído enamorada de él. Tampoco el hombre frío y despegado que se habría enfrentado a la fuga de su prometida. Ese Michael tenía sentimientos. Y sufría.
-Deberia... -ella se dirigió a la puerta-. Deberíamos dormir. Nos ayudaría.
-Si -suspiro Michael-. Yo también me retiro. Solo tengo una llamada más que hacer.
-¿Ahora? Son las dos de la mañana, Michael.
-Lo sé. Pero esto no puede esperar.
-Eso es algo que jamás entenderé -admitió ella-. Tu padre, tú y Karol. Estáis casados con el trabajo. Me refiero... -dio un respingo al comprender lo que acababa de decir.
-No se trata de trabajo.
¿No se trata de trabajo? Entonces, ¿quién respondería a la llamada a las dos de la mañana? A no ser que fuera a telefonear a Karol. Enseguida comprendió que no quería saberlo.
-Te veré por la mañana, Helena -la despidió amablemente, dando al traste con cualquier posibilidad de pasar juntos la noche.
-Si, claro. Por la mañana.
Quizás con el sol las cosas se verían mejor. Desde luego no podían seguir igual de negras.
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PLANES DE AMOR
Teen FictionTras la huida de su hermana, Helena Sevilla decidió ocupar su puesto en un matrimonio de conveniencia con el magnate Michael Pasquarelli, con la esperanza de que el hecho de unir las dos familias fuera suficiente para redimirla a ojos de su padre...