Capitulo 25

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Helena apenas recordaba la cata. Esperaba haber asentido cuando debía y haber dicho lo correcto. Michael no le había comentado nada, de modo que quizás había conseguido mantener el tipo. Fingir que todo iba bien, que ver a Casper no le había hecho retroceder ocho años.

Normalmente se le daba mejor estar con niños. Pero allí, con Michael a su lado, mirándola con esperanza. No había conseguido dejar de pensar en esa niña que había tenido que entregar.

-Ha sido fascinante -Michael consultó el reloj y sonrió a Gia-. Muchas gracias por enseñarnos el lugar, y por permitirnos probar estos fantásticos vinos.

-Ha sido un placer -contesto Gia, con el rostro resplandeciente.

De nuevo sentados en el asiento trasero del coche, Helena le devolvió el móvil a su marido, echo la cabeza hacia atrás y cerro los ojos. Pero su mente seguía ocupada por bebes.

Casper era una criatura hermosa, pensó mientras recordaba las manitas regordetas que sujetaban un trozo de manzana, y los enormes ojos marrones. Nada que ver con la niña que había abandonado años atrás, pálida, rubia y de ojos azules. No había ningún motivo por la que ese niño le hubiera recordado a su bebe, salvo que todos los bebes lo hacían.

Esperaba que su hija viviera una vida como la de Casper. Feliz y con una gran familia, nada que ver con lo que ella hubiese podido ofrecer de habérsela quedado.

Había hecho lo correcto, por mucho que le doliese.

Guardo sus sentimientos, arrepentimientos y todas las preguntas que surgían cuando menos las deseaba. Regreso al presente, a su esposo, y contemplo el paisaje toscano que pasaba ante ellos.

¿Cómo podía estar tan triste cuando el mundo a su alrededor era tan hermoso?

De nuevo recuperada la compostura, se volvió hacia Michael. Estaba absorto consultando la pantalla del móvil y ella se aclaro ruidosamente la garganta. Nada.

- ¿Dónde vamos a comer? -pregunto.

- ¿Eh? -el giro la cabeza, pero su mirada siguió fija en la pantalla.

Helena opto por no insistir y se limito a volver a arrancarle el teléfono de las manos.

-Veamos... -murmuro mientras abría la agenda.

-Pensaba que deseabas espontaneidad y sorpresa -Michael cubrió la pantalla con una mano.

-No si ya lo tenias planeado, o si lo ha planeado tu secretaria.

-De todos modos, para nosotros será una sorpresa -puntualizo él.

-Realmente dudo que sepas lo que significa la espontaneidad -Helena puso los ojos en blanco.

-Ahora mismo, eso no importa -Michael recupero el móvil y se lo guardo en el bolsillo-. Ya hemos llegado.

Helena volvió a salir al soleado exterior, un poco mareada del trayecto del coche y de la cata de vinos. La trattoria, parecía mas bien la casa de alguien. La fachada estaba cubierta de jardineras llenas de flores y a su alrededor no se veía mas que campo y sol y, muy a lo lejos, un pueblo.

- ¿Te gusta? -pregunto Michael.

-Es precioso -era la clase de lugar en el que podría imaginarse viviendo, o al menos decorándolo.

-Pues entremos -Michael le ofreció una mano y, tras contemplarla unos segundos, ella la tomo.

Helena no pudo evitar preguntarse si aquello también seria planeado o si obedecía a un gesto espontaneo. En cualquier caso, la mano era cálida y resultaba agradable.

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