Helena apenas recordaba la cata. Esperaba haber asentido cuando debía y haber dicho lo correcto. Michael no le había comentado nada, de modo que quizás había conseguido mantener el tipo. Fingir que todo iba bien, que ver a Casper no le había hecho retroceder ocho años.
Normalmente se le daba mejor estar con niños. Pero allí, con Michael a su lado, mirándola con esperanza. No había conseguido dejar de pensar en esa niña que había tenido que entregar.
-Ha sido fascinante -Michael consultó el reloj y sonrió a Gia-. Muchas gracias por enseñarnos el lugar, y por permitirnos probar estos fantásticos vinos.
-Ha sido un placer -contesto Gia, con el rostro resplandeciente.
De nuevo sentados en el asiento trasero del coche, Helena le devolvió el móvil a su marido, echo la cabeza hacia atrás y cerro los ojos. Pero su mente seguía ocupada por bebes.
Casper era una criatura hermosa, pensó mientras recordaba las manitas regordetas que sujetaban un trozo de manzana, y los enormes ojos marrones. Nada que ver con la niña que había abandonado años atrás, pálida, rubia y de ojos azules. No había ningún motivo por la que ese niño le hubiera recordado a su bebe, salvo que todos los bebes lo hacían.
Esperaba que su hija viviera una vida como la de Casper. Feliz y con una gran familia, nada que ver con lo que ella hubiese podido ofrecer de habérsela quedado.
Había hecho lo correcto, por mucho que le doliese.
Guardo sus sentimientos, arrepentimientos y todas las preguntas que surgían cuando menos las deseaba. Regreso al presente, a su esposo, y contemplo el paisaje toscano que pasaba ante ellos.
¿Cómo podía estar tan triste cuando el mundo a su alrededor era tan hermoso?
De nuevo recuperada la compostura, se volvió hacia Michael. Estaba absorto consultando la pantalla del móvil y ella se aclaro ruidosamente la garganta. Nada.
- ¿Dónde vamos a comer? -pregunto.
- ¿Eh? -el giro la cabeza, pero su mirada siguió fija en la pantalla.
Helena opto por no insistir y se limito a volver a arrancarle el teléfono de las manos.
-Veamos... -murmuro mientras abría la agenda.
-Pensaba que deseabas espontaneidad y sorpresa -Michael cubrió la pantalla con una mano.
-No si ya lo tenias planeado, o si lo ha planeado tu secretaria.
-De todos modos, para nosotros será una sorpresa -puntualizo él.
-Realmente dudo que sepas lo que significa la espontaneidad -Helena puso los ojos en blanco.
-Ahora mismo, eso no importa -Michael recupero el móvil y se lo guardo en el bolsillo-. Ya hemos llegado.
Helena volvió a salir al soleado exterior, un poco mareada del trayecto del coche y de la cata de vinos. La trattoria, parecía mas bien la casa de alguien. La fachada estaba cubierta de jardineras llenas de flores y a su alrededor no se veía mas que campo y sol y, muy a lo lejos, un pueblo.
- ¿Te gusta? -pregunto Michael.
-Es precioso -era la clase de lugar en el que podría imaginarse viviendo, o al menos decorándolo.
-Pues entremos -Michael le ofreció una mano y, tras contemplarla unos segundos, ella la tomo.
Helena no pudo evitar preguntarse si aquello también seria planeado o si obedecía a un gesto espontaneo. En cualquier caso, la mano era cálida y resultaba agradable.
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PLANES DE AMOR
Teen FictionTras la huida de su hermana, Helena Sevilla decidió ocupar su puesto en un matrimonio de conveniencia con el magnate Michael Pasquarelli, con la esperanza de que el hecho de unir las dos familias fuera suficiente para redimirla a ojos de su padre...