Capitulo 4

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Mientras el cuarteto de cuerda atacaba una nueva melodía,  Helena comprendió que,  en el fondo, había esperado que su padre anulara la boda ante la ridiculez de la solución propuesta.

Parecía tenerle sin cuidado con cuál de sus hijas se casaba Michael,  siempre y cuando se casara con una de ellas.

-Es nuestra señal -susurró su padre.

Helena asintió y se concentró en no apretar el brazo de su padre con demasiada fuerza.

Seguramente era de esperar que los asistentes no advirtieran que Michael se casaba con la hermana equivocada. En cuanto las puertas de la capilla se abrieron y Helena dio un paso al frente, comenzaron los susurros, y ella se imaginó lo que estarían diciendo:

《¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha terminado casándose con ella? ¿Qué significa esto...?》.

Iba a formularse muchas preguntas durante las siguientes horas, días y semanas. Con su padre había sido relativamente fácil,  simplemente porque el tiempo apremiaba.  Los invitados esperaban y Thomas Sevilla no iba a defraudarles. 《Habéis venido A ver casarse a mi hija? Pies ahí la tenéis. ¿Qué queréis decir con qué es la equivocada? 》.

Había pensado que casarse con Michael bastaría para compensar el pasado.  Pero la expresión de su padre contaba otra historia.  No podía importarle menos cuál de sus hijas se casaba ese día.

Por más que hiciera, su expediente nunca quedaría limpió. Ocho años de ser una hija modélica no habían bastado, ¿por qué iba a cambiarlo el que se casara con Michael?

De repente,  pensó en Karol. ¿Cómo iba a explicárselo a Karol?

Karol le habría impedido seguir. Pero Karol huyó en pos de su felicidad y Helena se había metido en la situación de la que había intentado disuadir a su hermana.

Bajó la vista y contempló los zapatos rosas. Ni la boda, ni todo lo que seguiría,  se ajustaba a lo que habría sido con Karol. Para empezar, había menos papeleo, un simple contrato garabateado en una invitación comparado con el documento de treinta páginas que había conformado el acuerdo prenupcial de Karol y Michael.

Por primera vez desde que entrara en  la iglesia,  Helena miró hacia los invitados  y clavó los ojos en su futuro esposo. De pie, junto al sacerdote,  su aspecto era tranquilo,  sólido.

Un observador casual que captara la expresión del novio jamás pensaría que no se fuera a casar con la mujer a la que se había declarado.

Quizás al casarse con Michael conseguiría parte de esa serenidad. De momento,  le bastaba con ser lo que su esposo necesitaba que fuera, aunque no tenía ni idea de cuanto le iba a pedir.

《Un heredero para la compañía 》.

Palabras aterradoras que le hicieron estremecerse. Pero no eran más que palabras,  parte del acuerdo firmado con Karol, no con ella. Porque Michael no sabía nada, no lo entendería.  Y por eso no le explicaría nunca lo que supondría un bebé para ella. Como podría destrozarla.

El pasado permanecía en el pasado hasta ser arrastrado al presente. ¿No lo habían demostrado Karol y Ruggero?

En cualquier caso, ya era tarde para cuestionarse lo que iba a hacer.  Michael le había dado una salida y no la había aceptado.  Salir corriendo sería peor que no haber sugerido esa idea estúpida desde el principio.  Nadie la perdonaría por humillar a Michael Pasquarelli el día de su boda. Por permitir que sucediera una segunda vez.

Iba a casarse y a intentar que saliera lo mejor posible,  hasta que hubiera transcurrido el tiempo necesario para proceder con un discreto divorcio.

Con la cabeza alta, Helena continuó,  la mirada fija al frente, hacia su esposo. Sus miradas se fundieron y ella comprendió que ese hombre era lo que necesitaba en su vida.

El novio les esperaba ante el altar y el padre de Helena entregó a la novia como dictaba el ritual.

-Ahora es tu problema -susurró al oído de su yerno.  Era la confirmación de que ni siquiera ese gesto bastaba para redimirla ante los ojos de su padre.

-Prefiero pensar en ella como una compañera,  no un problema  -murmuró Michael ante la sorpresa de Helena.

Quizás, y sólo quizás,  casarse con Michael no fuera un error. Quizás fuera una oportunidad.

Con una deslumbrante sonrisa, Helena se volvió a su padre y lo besó en la mejilla.

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