Helena enrolló la ultima cuerda de luces alrededor de las vigas de la terraza y dio un paso atrás. La mesa estaba dispuesta con mantel de lino y velas encendidas que creaban una atmosfera romántica. Las flores que trepaban por la fachada de piedra añadían un aroma especiado al ambiente, y la temperatura seguía siendo suave.
Tras alisarse el vestido azul y recogerse un mechón de cabello detrás de la oreja, concluyo que estaba preparada. La botella de vino del viñedo de Gia estaba abierta sobre la mesa, y el cocinero le había prometido que la cena estaría preparada a las siete y media en punto.
Era la noche perfecta para prometerse.
Ya solo faltaba el marido.
-Esta clase de romance espontaneo si me gusta.
Helena se volvió ante la voz de Michael y lo encontró apoyado contra el quicio de la puerta.
-En realidad -admitió ella-, es esta clase de romance la que requiere planificación.
- ¿De modo que estabas planeando todo esto antes de nuestra visita a la joyería? -Michael se acerco a Helena, que sintió subir la temperatura.
-Mucho antes. ¿No puede una chica desear una noche romántica con su marido?
-Claro que puede -el deslizo una mano por su cintura-. Sobre todo si lleva un vestido como este.
- ¿Te gusta? -Helena retrocedió lo suficiente para poder girarse.
-Me encanta. Estas preciosa, incluso mas que esta mañana en el viñedo.
- ¿Ya entonces te parecí hermosa? -eso también había sido antes de la conversación en el restaurante, antes de que hubiera accedido a quedarse con él.
-Me parece increíble no haberme fijado antes -sus miradas se fundieron y el la atrajo hacia sí.
-Este mediodía he comido muchísimo -dejo caer Helena mientras se humedecía los labios.
Era evidente que Michael la deseaba, tanto como ella a él. Fueran cuales fueran sus motivos para rechazarla la noche de bodas, esa noche era suyo. Iba a llevarse a su marido a la cama.
O al menos eso pensaba hasta que el dejo caer los brazos y dio un paso atrás.
-La cena esta servida -anuncio la doncella mientras salía a la terraza con los platos.
Helena hizo un mojin y el soltó una carcajada. La joven sirvió los platos y se retiró.
-Venga, siéntate -la animo el-. Quiero hacerlo bien.
-Supongo que si -Helena tomo asiento. Le había pedido al cocinero que preparara un plato de pasta y un postre. Quizás podrían llevarse el postre a la habitación...
La pasta, envuelta en un sabroso ragú, estaba deliciosa. Enrollándola con el tenedor y bebiendo el maravilloso vino de Gia a sorbitos, pensó que había peores modos de pasar una velada.
- ¿Te echan de menos en Londres? -pregunto al recordar la llamada telefónica.
-Espero que disfruten de la calma -contesto Michael-. Aparte de mi abogado, a quien desperté a las dos de la mañana la otra noche.
-De modo que era a el a quien llamaste. Me preguntaba quién podría ser tan importante para mandarme sola a la cama -Helena lo miraba fijamente y lo vio: un destello de incertidumbre.
Ese hombre le había pedido que pasar el resto de su vida junto a él. Habían comprado un anillo. Le había dicho que era hermosa, pero seguía sin pensar en acostarse con ella.
-También fue el quien llamo hace un rato -continuo Michael-. Al parecer, mi padre esta poniendo pegas a los contratos de venta de This Minute, tal y como era de esperar. El equipo legal de Ruggero está más que capacitado.
-Eso es bueno -Helena sospechaba que ese equipo no solo estaba capacitado. Era, sin duda, implacable y pondría sus condiciones antes de darle a Ezequiel lo que Ruggero le había prometido.
Eso no suponía ningún problema para ella.
No. El único problema de Helena era un marido que no quería acostarse con ella, o no se lo permitía a sí mismo.
Terminaron el plato de pasta en silencio, pero Helena ya no lo saboreaba. Sabia que en cualquier momento Michael se arrodillaría ante ella y le ofrecería el anillo mas hermoso mientras le pedía que compartiera su vida con él.
Pero ¿Cómo iba a hacerlo sin saber si era compatibles en la cama?
-Esperaremos un poco para el postre. Ya la avisare -Michael sonrió a la doncella, que retiraba los platos, y Helena supo que el momento había llegado.
Siendo niña, había soñado con declaraciones de amor. Se había imaginado a si misma enamorándose, a un atractivo joven arrodillado a sus pies, suplicándole que se casara con él. Incluso había ensayado varias respuestas. Alegría sorprendida, había decidido, era la mejor.
Pero jamás se había imaginado que sería así.
-Ya se que no es ninguna sorpresa para ti -Michael saco la cajita del bolsillo mientras sonreía resplandeciente-, pero quería que vivieras la experiencia completa -puso una rodilla en el suelo ante ella-. Helena Juliette Sevilla, ¿me harías el increíble honor de seguir siendo mi esposa y vivir juntos felices para siempre?
Helena recordó la alegría sorprendida. Entusiasmo. Felicidad. Respuesta afirmativa.
- ¿Por qué te niegas a acostarte conmigo?-fueron, sin embargo, las palabras que surgieron.
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PLANES DE AMOR
Teen FictionTras la huida de su hermana, Helena Sevilla decidió ocupar su puesto en un matrimonio de conveniencia con el magnate Michael Pasquarelli, con la esperanza de que el hecho de unir las dos familias fuera suficiente para redimirla a ojos de su padre...