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Si les incomoda el smut, pueden pasarse este capítulo.
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Agust supo que había tomado una mala decisión ni bien llegó un mercedes para recogerlo, aunque nunca lo admitiría. Sabía que jugar con esa gatita salvaje sería su perdición; sabía que sus curvas, su mirada y su aroma lo traían loco. Además, su animal interno no paraba de aullar y saltar todo emocionado, listo para reencontrarse con su Omega.
Luego de una hora viajando, notó que estaba en una zona exclusiva de Lima, en la que los parques eran floridos y los edificios parecían espejos gigantes. La gente portaba trajes de diseñador y caminaban como si estuvieran en una pasarela. De repente, el auto se detuvo frente al Hilton, uno de los hoteles más lujosos del país. Después, fue guiado por el chófer hacia la recepción y, posteriormente, a la habitación Suite Executive.
—Te estaba esperando —lo recibió una voz acaramelada y sensual—. No pude dejar de pensar en ti.
Esa voz era como un canto de sirena, como un llamado a la pérdida de la razón: la voz de Kitty. Ella lo estaba observando, analizando, estudiando; Agust hizo lo mismo. La pelirrosa estaba recostada sobre una cama de frazada y sábanas rojas, usando una lencería femenina de color rosa bebé. Esta se ajustaba a su curvilínea figura, dándole la apariencia de una diosa. No obstante, eso no era lo más maravilloso de su presencia, sino sus labios, los cuales estaban sonrosados y mordidos.
—¿Seguro que fue por eso? —preguntó con una sonrisa ladina— ¿O no pudiste dejar de pensar en lo bien que te follaría?
—Mmm... —dijo con su voz suave. Luego, mordió su belfo inferior— Quizás por ambas cosas.
Kitty se levantó y caminó hacia Agust, meneando sus caderas como la felina que era. Cuando llegó al lado de su víctima, enrolló sus brazos sobre el cuello de este y sonrió. Sabía lo que causaba en el pelinegro, sabía que le robaría el control y sería delicioso.
Agust tomó su cintura por instinto para juntar sus cuerpos e iniciar a besarla. Esos labios tan gruesos y pecaminosos eran dicha pura. Los chupó, los mordió y los saboreó sin pudor, causándole algunos gemiditos que solo eran música para los oídos. Entonces, Kitty no temió liberar su aroma a mermelada de fresas y chocolate blanco.
—Alfa... —dijo entre suspiros y gemidos.
Agust introdujo su lengua en aquella cálida y húmeda boca; así, un baile de placer dio inicio. Bajó sus manos a ese pomposo trasero y lo estrujó, sin miedo de marcarlo o dañarlo, pues solo era suyo, todo suyo. Siguieron sintiéndose entre besos, caminando hacia la cama en la que la pelirrosa fue recostada.
—Te enseñaré que ningún otro podrá satisfacerte como yo —le susurró con la voz ronca y excitada.
—Enséñeme, Alfa... Por favor...
El pelinegro se desvistió para luego retirarle esa costosa lencería a su Omega, tocándola en el proceso, provocándola. Una vez ambos estuvieron listos, se acercó para entrar en ella lenta y cuidadosamente, dejando que se acostumbrara. Sin embargo, ni bien la mueca de dolor en el rostro de Kitty desapareció, el verdadero vaivén de placer comenzó. El Alfa la penetró duro, así como le gustaba, susurrándole palabras sucias.
—Esto es solo mío —le afirmó, sin dejar de moverse, aumentando la velocidad.
—Sí... Sí... —gimió Kitty— Todo tuyo.
La Omega no dejaba de retorcerse en la cama, disfrutando cada estocada y cada roce, sintiendo su interior repleto. Era tan satisfactorio porque era su destinado quien la follaba. ¿Qué más podía pedir? ¿Una marca? No, eso nunca. Kitty nunca aceptaría una marca. Al menos no hasta estar completamente segura de que no la traicionaría.
Luego de varios minutos, cambiando de posición, llegando al límite, ambos se corrieron. Primero fue Agust, quien luego continuó con sus dedos para que la chica también se liberara. Los movió en zigzags y simuló algunas estocadas, logrando llevarla al éxtasis.
Ni bien ambos se sintieron satisfechos, se recostaron sobre la cama. Ahí Agust se quedó totalmente dormido; sin embargo, Kitty no pensaba permanecer en ese lugar. Se bañó y, luego de cambiarse, se largó sin dejar ni una nota.
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• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia Original
RandomKitty García era la jefa de la mafia más peligrosa, la Omega más deseada y temida en todo Perú. Sin embargo, la Policía Secreta ha puesto su vista sobre ella. Agust, un Alfa de la Policía Secreta, será el encargado de cazarla, pero nunca creyó que c...