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¿Les está gustando?

Cuando Agust despertó, supo que había perdido. Su lobo no dejaba de gruñir, pues su Omega lo había dejado solo sin ninguna muestra de interés. Estaba furioso, sin duda, quería ir a reclamarle, pero eran nada. Solo habían tenido sexo, posiblemente el mejor sexo de su vida, pero eso no los unía sentimentalmente. Además, Agust tenía un trabajo, una misión, y la había descuidado por completo.

—¡Mierda! —gritó jalándose el cabello por frustración.

No quería permanecer en esa habitación, no quería recordar que había perdido el control por una criminal, por la hija del asesino de sus padres. Se supone que debía buscar evidencia para inculparla, no acostarse con ella y saborear su exquisito cuerpo.

Por eso, decidió dejar de pensarla, aunque sería casi imposible. Entonces, se bañó y cambió, dispuesto a salir del hotel. No obstante, cuando abrió la puerta de la suite, ingresó otro Alfa: Gucci. Él era un Alfa león que olía a lluvia y pinos, mano derecha de Kitty.

Llegó caminando tan solo como él sabía, sin perder su porte, siempre elegante y en alerta, listo para atacar en cualquier momento. Entonces, Agust prendió su grabadora con agilidad para no levantar sospechas. Sabía que si ese hombre estaba cerca, existía la posibilidad de recibir información valiosa, aunque también de ser descubierto.

—Agust —lo saludó el recién llegado con su voz profunda y fría.

—Usted —le contestó sin evitar soltar un gruñido, ya que no había olvidado la advertencia que recibió cuando se conocieron.

—Entonces, ¿te gustó esa probada de mi Omega? —preguntó con burla en su mirada.

El lobo de Agust mostró sus colmillos, pues no le gustaba ese reto ni esa aura de superioridad que emanaba su visitante. Ese pituco de pacotilla lo trataba como un juguete de su pareja, uno más para Kitty. Sin embargo, su animal interior no lo aceptaba. Por eso, se mantuvo aún más atento analizando a su competencia, a su rival.

—Por supuesto —contestó alzando una ceja—. ¿A quién no le fascinaría follar con Kitty? Su olor es embriagante y sabe cómo moverse.

—Bien —dijo Gucci a regañadientes—. Déjame recordarte que esa Omega es tu jefa, así que dejó una misión para ti.

Ambos sabían que no se llevaban bien y que cualquier frase que se pasara del límite causaría una pelea. No obstante, hablar de negocios era otra situación compleja y completamente diferente. Gucci era su superior, así que Agust no tenía otra opción que escuchar y asentir, aunque no quisiera.

—¿Qué tengo que hacer?

—Ahora que eliminamos a Bunny, debemos conseguir la info que tiene de Kitty —le explicó—. Al parecer, su equipo todavía no se entera de esta terrible baja, así que los documentos siguen seguros en su computadora. Necesitamos recuperarlos.

Esa información sería valiosa y no solo para Kitty, sino también para la Policía Secreta. Si Agust la conseguía, podría enviarla y, tal vez, con eso sería suficiente para inculparla. Sin embargo, un vago sentimiento en su interior no quería traicionar a la Omega de esa forma.

—Entonces, como ustedes son nuevos (me refiero a Hope y a ti), nadie sospecharía de ustedes. En esa mafia no los conocen —continuó—, así que se harán pasar por técnicos de informática.

—¿Crees que así lograremos engañarlos?

—La mayoría de ahí son roedores, no se darán cuenta, pues son algo torpes cuando se trata de olfato —añadió Gucci—. Bueno, ya escuchaste lo que tienes que hacer. —Lo apuntó con su dedo índice, advirtiéndole: —Un solo error y todo se acabó. ¿Entendido?

—Sí, señor —contestó Agust sin bajar la mirada, retando a su superior, demostrándole que él sería el Alfa de Kitty García.

Luego de esa conversación, Gucci salió, dejándolo solo y perdido en sus pensamientos. No supo por qué tuvo esa necesidades de inflar su pecho y enfrentar a ese hombre. No obstante, lo había intentado hacer, había querido hacerlo, su lobo lo había exigido. Esa Omega se le había colado hasta los huesos, era demasiado peligrosa, como un fruto del pecado.

Sin duda, Kitty García sabía cómo meterse en su mente y mantenerse ahí. Era una droga.


• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia OriginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora