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Tres días, 72 horas, 4320 minutos, eso fue lo que le tomó rastrear a Kitty, si es que obedecer a su lobo podría considerarse "rastrear". Claro, en sí no tenía ni idea de dónde estaba su destinada. Sin embargo, confiaba en que la Luna le había señalado el lugar, a pesar de que no tuviese sentido.

Agust nunca se consideró alguien religioso, de hecho, muy pocos lobos aún creían en la diosa de sus ancestros. No obstante, estaba desesperado, abierto a cualquier posibilidad. Entonces, cuando su lobo insistió en observar aquel cuerpo celeste, no pudo negarse.

Salió a su balcón, plantándose debajo de la bella luz lunar. Alzó la vista y liberó un necesario suspiro cargado de alcohol. En ese momento, recordó su última noche con Kitty. Le había contado una de las historias de su infancia, la favorita de su madre. La había acurrucado contra su pecho, disfrutando de su aroma a chocolate blanco y mermelada de fresas. Había disfrutado tanto: su mirada, su sonrisa, su piel, su cabello. Aunque lo que más añoraba era su aguda y meliflua voz. La quería oír de vuelta, así que no pudo evitar repetirla en sus pensamientos.

«Mi mamá también solía contármelo junto con la historia de una familiar nuestra. Ella murió por eso».

De repente, la última oración comenzó a retumbar en su cabeza, invitándolo a conocer más sobre el pasado de Kitty. En primer lugar, ¿cómo se relacionaba con la lucha de los Omegas? En segundo lugar, ¿quién era esa familiar tan misteriosa? Y, por último, ¿cómo murió su madre?

Lo más sencillo era lo primero. Durante esas “guerras sociales”, hubo Omegas que mataron a Alfas y Betas a modo de venganza. De igual forma, la pelirrosa eliminó a varios Alfas líderes. No obstante, que estuviera buscando reivindicaciones en las mafias era absurdo. Su único deseo era poder, y lo mismo parecían querer sus aliados.

—¿Qué mierda? —murmuró al darse cuenta de que sus pensamientos no lo llevaban a ningún lado— Tan solo me estoy torturando con relatos sin sentido…

De repente, recordó otro cuento que su madre siempre repetía, aunque nunca le gustó: “Hubo una Omega, hijo, que se llamaba Catherine. Fue quien más sufrió. Su marido no quería que fuera libre, la quería solo para él. Por eso, la mató y enterró en su propia hacienda en Arequipa. Sin embargo, los vecinos dicen que ella juró vengarse. Por eso, se escuchan sus lamentos todas las noches”. En eso, su instinto le dijo que algo podría sacar si ahondaba más en esto, pero… seguía siendo ridículo.

—¿Tan siquiera existe esa posibilidad, Luna? —le preguntó al astro que no contestaba. Rodó los ojos. ¿Qué estaba haciendo?— Claro, tan solo eres una gran roca en el espacio, ¿por qué me contestarías?

Entonces, como una corazonada, recordó el último viaje que hizo Kitty: Bogotá. ¿Realmente existía la posibilidad de que estuviese ahí? ¿Por qué ese dato le llegó tan de repente? Bueno, no importaba, era lo mejor que tenía.

—Bogotá... —susurró— Kitty estaba cerrando unos negocios por allá. Es posible que haya vuelto para refugiarse. Es cerca, discreto, no está en la información que recolectamos sobre ella. Es el mejor escondite.

Era la única pista que había obtenido y la única a la que podía aferrarse. Por lo tanto, decidió dejar de pensarlo y tomar el riesgo. Salió del balcón hacia su pequeña sala y tomó su celular para reservar un vuelo lo más pronto posible.

—Mañana a las 6, perfecto.

Pagó rápidamente con su tarjeta de débito y esperó la boleta por el gasto. Luego, buscó un buen hotel, lo más cercano posible a las zonas turísticas, pues era la única forma de no levantar sospechas por parte de X o Hope. Finalmente, pagó con la misma tarjeta y alquiló un auto del mismo establecimiento.

Ya tenía todo listo, tan solo le faltaba empacar y prepararse mentalmente. Existía la posibilidad de reencontrar al amor de su vida, pero también de estar perdiendo su tiempo. Sin embargo, quería mantenerse positivo. Si el destino los había unido, tendría que volver a hacerlo, ¿verdad?

—Aunque hay algo que sigue rondando en mis pensamientos —dijo en voz alta.

Entonces, vuelve a prender su celular para enviar un mensaje. Si alguien podía ayudarlo, ese era Hope.

¿Podrías investigar sobre la hacienda de Catherine, la Omega arequipeña que murió a manos de su marido durante las luchas? Por favor. Es solo un favor.

Justo como creyó, su compañero accedió.

Claro. Dame unos días y te envío un informe completo.

Ahora solo quedaba esperar.

• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia OriginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora