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¿Alguna teoría?
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Little Prince conoció a su Alfa en uno de sus trabajos. Había sido contratado indirectamente por él para matar a un enemigo. En sus inicios era un sicario. De hecho, era uno muy bueno y famoso. Muchos admiraban su precisión y otros, su belleza. Por eso, cuando terminó el encargo, tuvo el privilegio de conocer al jefe: RB.
Cuando sus miradas conectaron y olfatearon sus aromas, lo supieron: estaban destinados. RB no perdió el tiempo; le ofreció la luna y las estrellas. Le compró cientos de regalos, lo llevó a los restaurantes más caros y se encargó de hacerle sentir especial en cada momento. Así, con el paso del tiempo, el Omega finalmente aceptó estar a su lado, aunque nunca pensó en las consecuencias de su decisión.
Pasó de ser un sicario temido y respetado a ser el trofeo de su Alfa. Eso no le gustaba, pues aplastaba su orgullo. Entonces, comenzó a acumular rencor. Plantó esa oscura semilla en su pecho y la dejó crecer. Esta formó raíces profundas, se alimentó de la envidia y estaba lista para dar frutos. En eso, conoció a Kitty García.
—Puedo ayudarte —le dijo—. Todo esto puede ser tuyo.
—¿Qué tengo que hacer?
De esa forma tan desgraciada, ambos comenzaron con su plan. Uno que se fue extendiendo a otras mafias, uno que estaba a punto de dar su más anhelado resultado.
...
—¿Qué haces aquí? —preguntó Agust luego de salir de la ducha cubierto tan solo con una toalla.
—Vine a ver cómo estabas —respondió Kitty sentándose sobre la cama de la habitación.
—Estoy algo confundido —dijo antes de soltar la toalla y empezar a ponerse el traje que le dejaron.
“Confundido” era un adjetivo muy débil para describir cómo se sentía. Estaba enojado, avergonzado, perdido, ansioso, triste: era todo un mar de emociones. Y no solo eso, sino que sus pensamientos también estaban así. Inclusive, su aroma se percibía más amargo que lo usual.
—Intenta olvidarlo.
—¿Cómo se supone que lo haga? —se quejó el pelinegro— Es la segunda vez que pierdo el control de esta forma. —Acabó de acomodar los botones de su camisa. —No me incomoda haberlo matado, no es la primera vez que hago algo así, pero lo que sí me fastidia es no haber sido consciente.
—Te molesta no tener el control —le dijo con una sonrisa ladina—. Te entiendo.
—¿Cómo serías capaz de entenderme si tienes a todos bajo tus órdenes? —bufó mientras acomodaba la correa de su pantalón.
—Porque no fue siempre así.
—¿A qué te refieres?
—Hubo un tiempo en el que me sentía insignificante —reveló en voz baja—, en el que me limitaba a seguir órdenes, en el que siempre me encontraba bajo la sombra de mi padre.
De repente, silencio, y uno muy incómodo. Era la primera vez que hablaban seriamente.
—¿Por eso lo mataste? —preguntó Agust un par de segundos después, finalmente sentándose al lado de Kitty y encendiendo su pequeña grabadora.
—No fue tan fácil como suena —confesó—. ¡Ni siquiera me había aceptado como heredera de su mafia!
—Entonces, ¿qué hiciste?
—Primero me encargué de que todo fuese a quedar a mi nombre, —Lo miró a los ojos. —así que le pregunté qué esperaba de mí. Me dijo que debía casarme. Y lo hice.
—Gucci.
—Es mi mejor amigo y siempre lo ha sido. Es la persona en la que más confío. —Sonrió con dulzura, ablandando su mirada, observando el pasado. —Nos casamos y todo pasó a nuestro nombre. Luego, trabajamos para convencer a los subordinados de mi padre: les prometimos todo lo que estaba en nuestras manos y los volvimos leales a mí.
—¿Ahí fue cuando lo mataste?
De repente, una risa se hizo presente, una muy oscura y algo triste.
—Yo no lo maté. —Bajó el rostro, posando su atención en el piso. —No pude, aún lo respetaba. Inconscientemente, él me había enseñado a ser fuerte, me había abierto los ojos. En este mundo de Alfas, ¿qué lograría una Omega como yo? —Su voz se quebró por un instante, dando a entender que no se le hacía fácil hablar de eso. —Era amable y soñadora. Quería ver el lado hermoso de la vida... Era tan estúpida...
—Eso no me parece estúpido.
—¡Lo era! Por eso maté a esa parte de mí —gruñó y su gata montés se erizó—. Para ser un ganador hay que eliminar esas debilidades.
—Bueno... —dijo Agust intentando cambiar de tema— Si tú no mataste a tu padre, ¿quién fue?
—¿Quién más? Obviamente fue mi querido esposo.
El Alfa sintió un pequeño vuelco en su pecho, pero prefirió ignorarlo. Decidió pensar que Kitty estaba sincerándose con él, que ahora compartían algo extra. Sin embargo, el momento también sería evidencia para su informe.
—Y así todo quedó para ustedes.
—Sí. —Volvió a verlo a la cara, suavizando su expresión. —Por eso quiero que dejes de lamentarte por haber perdido el control. Usa esto como una experiencia para ser más fuerte.
Sus ojos brillaban de una forma mágica. Y su aroma a chocolate blanco y mermelada se estaba endulzando. Para Agust, era como entrar a una especie de limbo, en el que lo único que importaba era Kitty.
—Gracias —dijo acariciando su mejilla.
—De nada. —Sonrió la Omega. —Ahora, ¿quieres ir a bailar? La fiesta aún no ha terminado.
—Será un placer.
En eso, Kitty besó sus labios con suavidad. Fue tan solo un roce, pero fue más especial que las otras veces. Fue tierno y sincero, aunque ocurrió en un momento poco adecuado.
Así, ambos se dieron cuenta de que estaban cayendo por el otro. Eso era peligroso, muy peligroso.✨
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• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia Original
RandomKitty García era la jefa de la mafia más peligrosa, la Omega más deseada y temida en todo Perú. Sin embargo, la Policía Secreta ha puesto su vista sobre ella. Agust, un Alfa de la Policía Secreta, será el encargado de cazarla, pero nunca creyó que c...