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La luna nueva se había elevado sobre el cielo estrellado, anunciando que la claridad del día se había perdido. Tan solo había oscuridad en el cielo sin contar esos astros tintineantes. Era la peor hora del día para Kitty.

—Déjame tranquila de una vez… —susurró frente al espejo— Estoy cumpliendo tu plan...

La odiaba tanto, detestaba verla en su reflejo. Se sentía tan vacío y tan lleno, tan real y tan falso, tan bello y tan feo. Era como verse y no verse. Era una pérdida de identidad, como si una llama se prendiera en su pecho impidiéndole ser feliz. Era un pasado que no le pertenecía, mas la ataba.
Sin embargo, ella quería ser feliz viviendo lo suyo. Anhelaba tanto tener a su hijo y formar una familia. Lamentablemente, tenía un objetivo superior, una promesa con alguien que ya no vivía. Era inexplicable.

—¿Estás bien? —preguntó Agust desde el otro lado de la puerta.

—Sí... Ahora salgo.

Cuando abrió la puerta, vio al Alfa que había dejado todo por su amor, pese a que anteriormente lo había traicionado. De cierta forma, no acababa de creerlo, pero los hechos la obligaban a ceder. Agust le había brindado información confidencial: fechas, coordenadas, contraseñas, incluso nombres. Tenía suficientes datos como para terminar de organizar su plan. Tan solo le faltaba una cosa: debía asegurarse de que podría usarlo.

—Y, ¿cómo me veo? —le preguntó sonriendo solo como ella sabía.

Kitty llevaba una bata rosada y lencería negra por debajo. El diseño era sencillo, pero lucía tan glamoroso en su cuerpo que era como una obra de arte. Además, sus coquetos y húmedos labios complementaban su atuendo.

—Estás perfecta —contestó Agust sin apartar sus ojos del encaje.

La Omega sonrió ante la respuesta. Luego, aprovechó para liberar un poco de su adictivo aroma a chocolate blanco y mermelada de fresas, deleitando a su Alfa.

—Tú... —Puchereó acostándose en su cama. —¿Harías algo por mí?

—Lo que sea —dijo el lobo antes de echarse a su lado.

—Si te pido que mates a X, ¿lo harías?

—Yo...

Esa era una solicitud complicada, se le hacía difícil contestar. ¿Sería capaz de asesinar al hombre que siempre confió en él? ¿Podría superar todos los límites de moral solo por Kitty?

—Lo sabía —lo interrumpió esa dulce voz, aunque sonaba algo decepcionada—. Bueno, al parecer no...

—¡Lo haré! —exclamó como un impulso.

Kitty no pudo evitar oscurecer su mirada. Todo iba de acuerdo al plan. Tenía a Agust en sus manos.

—Y, luego... ¿tomarías su lugar como superior?

—Sí, lo haría.

—¡¡¡Yeih!!! —gritó muy emocionada. Así, rodeó el cuello del pelinegro y besó su mejilla— ¡Te adoro! Ahora solo tengo que explicarle el plan a Afrodita, pero eso lo haré mañana temprano. —Amplió su sonrisa. —En este momento, solo quiero premiarte. —Entonces, se subió sobre él con movimientos felinos. —Y te va a encantar…

...

Al día siguiente le informó a su aliada, quien recibió la orden fuerte y claro. Ya estaba decidida a dar el siguiente paso. Por eso, se encontraba en la oficina de X, lista para "confesar".

—Afrodita, Omega coneja, hermana y sucesora del difunto Bunny y, si no me equivoco, cómplice de su asesinato —decía X mientras caminaba alrededor de la prisionera.

—No, no te equivocas —confirmó sin vergüenza—. Ese inútil solo era una piedra en el zapato.

—Bueno, pero me parece que no viniste para hablar de tus problemas familiares. —Frunció el ceño.

—No, estás en lo cierto.

El ambiente era tenso, tanto así que se notaba el odio salir de sus miradas. Ninguno estaba cómodo con la presencia del otro, mas era crucial para sus beneficios el soportar esa urgente reunión.

—Bueno, dime. —Se sentó al frente de ella.

—¿Le parece si iniciamos con una historia? —inició a hablar con una mueca indescifrable adornando su rostro.

—Sí, lo que sea.

—Catherine, ¿verdad?, la icónica imagen por la lucha de los derechos de los Omegas...

—Ya conozco esa historia —la interrumpió.

—Lo sé, pero hay un hueco en la historia. —Frunció sus labios.

—¿Cuál?

—Ella juró regresar luego de rogarle a los dioses una oportunidad para vengarse. Y, como es de esperarse, solo uno la escuchó. —Sonrió. —Y, tic tac, su tiempo de volver ha llegado.

—¿A qué mierda te refieres? —preguntó X algo confundido.

Eso debía ser una broma. Todos sabían que Catherine —esa joven italiana de otra época— había influenciado tanto a las nuevas generaciones que muchos derechos fueron reconocidos. Por eso, ahora vivían en una sociedad un poco más justa. Había logrado su cometido, no había nada más que hacer. La historia de Afrodita debía ser falsa, ¡pura palabrería!

—El odio de esa Omega fue tan intenso que ahora no solo quiere igualdad...

—Pero...

—¡Déjame terminar! —gritó explotando su aroma a albahaca y aceite de oliva, callando a x de golpe— Bueno, como estaba diciendo, la "igualdad" solo fue el inicio del plan. Ahora, con Kitty, un nuevo episodio comienza: la supremacía.

• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia OriginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora