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Hope no dejaba de preguntarse por qué Brittany no le había contado sobre su Alfa. Él sabía que era un tema delicado, pero esperaba que su relación fuese lo suficientemente fuerte como para tratarlo. Sin embargo, ahí estaba, sentado en su escritorio, observando el cuerpo desnudo de su Omega y —al mismo tiempo— martillando su cerebro en busca de respuestas.
—Mmm... ¿Amor? —preguntó la chica finalmente despertando.
—Buenos días, ¿cómo dormiste?
—Bien, gracias. —Sobó sus ojos aún un poco cansada. —¿Y tú?
—Más o menos, la verdad.
—¿Por qué? ¿Pasó algo en tu trabajo? ¿Algo sobre Kitty? ¿O Afrodita al fin te dio información importante?
—Tengo una pregunta para ti —le dijo ignorando sus interrogantes.
—Claro, dime. —Frunció el ceño.
Ese tono no le gustaba para nada. Sabía que algo sobre ella incomodaba a su pareja, lo pudo inferir fácilmente. De algún modo, tantos años viviendo con expertos en la mentira había impactado en su forma de ver a las personas. Cada gesto, el tono de voz, la postura, era muy hábil analizándolos.
—¿Quién es tu Alfa?
Sabía que esa pregunta en algún momento llegaría, no era estúpida. Además, no tenía intenciones de repetir lo que a ella tanto daño le causó en el pasado, su pasado.
—Gucci.
Ese no fue un golpe bajo, por supuesto que no, sino un balde de agua fría que lo traía a la realidad. Aunque Hope esperaba algo así. Era la única manera de explicar por qué Brittany aguantó tanto tiempo con ese par. Había una clara conexión, una que el destino había creado, pero ellos habían cortado.
—Sabes algo más, ¿verdad?, sobre el plan de Kitty.
—Sí, lo sé todo.
Entonces, el golpe que no había llegado antes impactó bruscamente contra su abdomen. Se había quedado sin habla. Todo ese tiempo había estado cegado por una venda que no aceptaba, mas ahí estaba.
...
—¡Deja de hacer tanto escándalo, Gucci! —exclamó Little Prince mientras preparaba el desayuno— Si Kitty y Agust todavía no salen del cuarto, es cosa suya. No tienes nada que hacer allí.
—Aish... ¿Acaso no entiendes que no me gusta ese tipo para mi Omega?
—¿Otra vez con esas cosas? —Le entregó un plato con panqueques y mango picadito. —No es sano que insistas tanto.
—Lo sé —bufó antes de acompañarlo en la mesa—, pero no lo puedo evitar. Kitty y yo compartimos un vínculo pese a todo.
—Han estado juntos desde pequeños; es obvio que te preocupas. —Probó un poco de su platillo. Estaba tan delicioso que no pudo evitar perderse unos segundos antes de continuar. —Sin embargo, ¿acaso no te ha dejado en claro que no necesita más de tu protección? O sea, es una adulta y será mamá...
—Ag, ni lo menciones. No quiero imaginarlo. —Puchereó.
Una risa chillona acabó sus berrinches. El Omega oso había hallado algo curioso en su compañero, cierta ternura que antes no había notado. La verdad es que lo sorprendía, pues, en el fondo, Gucci era como un niño.
—Eres un caramelo, cariño. Si hubieses sido así con Brittany, de seguro no te habría dejado.
El Alfa frunció el ceño. Odiaba hablar de esa perra.
—No importa que me haya dejado. —Bufó. —Nunca me terminó de gustar. No es mi tipo.
—¿Ah, no? ¿Y cuál es tu tipo?
Gucci sonrió. ¿Por qué no jugar un poco? Además, ese tono de atrevimiento en la voz de Prince le gustaba. Era sensual y divertido al mismo tiempo, sin perder la musicalidad que le caracterizaba.
—Mmm... Tal vez castaños —dijo observándolo fijamente—, con labios un poco gruesos y olor a helado y pisco. —Le guiñó un ojo, causando un notable e inesperado sonrojo en el Omega.
Hace mucho que su corazón no latía así ni su cuerpo reaccionaba ante el coqueteo de un Alfa. No pudo evitar sentir miedo. Temía volver a ser un premio para alguien, y mucho menos un premio consuelo. No obstante, conocía a Gucci lo suficiente como para seguirle el juego. O sea, no estaba haciendo nada malo.
—¿Y qué te hace pensar que alguien así saldría contigo? —Mordió su labio inferior.
—No lo sé. —Se acercó a él, dejando de lado su desayuno. —Tal vez hallemos temas en común, como lo sexy que le queda su pijama Balenciaga y el cabello alborotado.
—Mmm... ¿en serio? —Le siguió el ligue, rompiendo un poco más esa barrera invisible que les impedía avanzar.
—O sobre lo bien que luce sin maquillaje por las mañanas —continuó con su voz ronca.
Sin embargo, la llegada de cierto par arruinó el momento.
—¡Buenas tardes! —exclamó Kitty entrando al comedor de un salto— ¿Qué estaban haciendo? —preguntó con tierna curiosidad.
—¡¡¡Nada!!! —gritó el otro Omega completamente exaltado.
Luego, también ingresó Agust. Tenía el cabello desarreglado y una pijama negra que Kitty le había conseguido anoche. Lucía algo agotado, pero feliz. De hecho, ambos estaban radiantes, tanto que se podía oler el amor a kilómetros de distancia.
—¿Qué hora es? —preguntó Agust al recordar que no tenía su celular consigo.
—Las dos de la tarde —contestó Gucci con el ceño fruncido—, pero a partir de mañana Kitty tendrá que dormir en un mejor horario. Los embarazos son peligrosos en los primeros meses.
—Lo sabemos —se quejó la mencionada—, pero evitemos este tema por ahora, por favor. Lo importante aquí es cómo volver a Lima y librarnos de la Policía Secreta. Y, bueno, tengo un plan, así que espero que estén dispuestos a dar de todo. Esta podría ser nuestra última oportunidad. Debemos tomar todos los riesgos para que nuestro objetivo principal se cumpla, inclusive, apostar nuestras vidas.
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• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia Original
AléatoireKitty García era la jefa de la mafia más peligrosa, la Omega más deseada y temida en todo Perú. Sin embargo, la Policía Secreta ha puesto su vista sobre ella. Agust, un Alfa de la Policía Secreta, será el encargado de cazarla, pero nunca creyó que c...