• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia Original

🥀INTERLUDIO🔥

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Esa noche, Catherine García había acompañado a su padre a una fiesta privada en su hacienda en Arequipa. También estaba Gustavo, el hijo de uno de los tantos amigos de su padre —el joven que años después sería conocido como Gucci—. 

Catherine era todavía una adolescente y no sabía si sería Alfa, Omega o Beta. Sin embargo, los invitados no dejaban de mirarla de una forma tan sucia, como si fuese un trozo de carne, una Omega. Se sentía tan inferior, como si su existencia valiese nada.

¿Cómo podían insinuar que sería una débil Omega? ¿Acaso su cabello rosa recién teñido era suficiente evidencia?, ¿o las curvas que comenzaban a marcarse en su cuerpo?, ¿o, posiblemente, sus labios esponjosos? ¿Tal vez su voz aguda y meliflua? ¡¿Alguien le podría explicar por qué se siente como basura?!

—¡Deje de tocarme! —gritó cuando no pudo aguantar más las manos del señor Aguilar sobre su cintura.

—¡Tú! —le regañó su padre evitando mencionar su nombre— ¡¿Para qué viniste si te comportarás de esa manera?! ¡Regresa a la habitación!

Entonces, la menor corrió escaleras arriba para cumplir con esas órdenes. No obstante, en el último momento, prefirió ocultarse en la biblioteca. Fue hasta el final del pasillo y giró la perilla de la última puerta a la derecha. Ahí, había un cuarto repleto de libros y pinturas antiguas. Por alguna extraña razón, logró sentirse como en casa.

Luego, prendió la chimenea eléctrica, escogió un libro de poesía y se sentó en el piso de mármol. Sin embargo, la ira que la ahogaba no quiso irse, sino prefirió expandirse más y más en su pecho, consumiéndola hasta volverla una bomba de gritos y pataleos con sed de sangre. Entonces, comenzó a arrancar las páginas de su libro con furia para así quemarlas en el fuego incandescente. Una por una, hasta vaciarlo por completo y alimentar la llama, la cual crecía como si tuviese vida propia.

—¡¿¡Por qué!?! —chilló— ¡¿¡Por qué mi padre me odia!?! ¡¿¡Qué le hice!?! —Pateó el sillón sin pensar. —¡¿¡Por qué todos me tratan como mierda!?! ¡¿¡Qué les hice!?! —Se arañó el brazo con toda su fuerza, calmando la ansiedad con su propio dolor. —¡¡¡Los voy a matar, maldita sea!!! ¡¡¡Los odio!!! —exclamó con su voz a punto de quebrarse, lo cual ocurrió segundos después— Los odio... —susurró entre lágrimas.

Entonces, sus fuerzas la abandonaron, dejándola caer sobre el piso. No obstante, unos brazos conocidos lo sujetaron antes del impacto.

—Kitty... —le dijo la única persona que parecía apreciarla— Soy yo, Gustavo. —La acunó con delicadeza como si fuese una pieza de porcelana. —Estoy aquí contigo —le susurró antes de besar su frente.

—¿Por qué me odia? —preguntó sin apartar su vista de la chimenea— ¿Por qué mi papá es así conmigo?

Estaba tan rota, tan confundida. No sabía si quería vengarse o simplemente ser amada. Su corazón no le daba respuestas y su cerebro no quería colaborar.

—No lo sé —confesó su amigo mientras le acariciaba el cabello— ¿Cómo alguien podría sentir algo tan feo por ti si eres preciosa?

—Dice que soy débil...

—No lo eres, Kitty. Tú eres muy fuerte...

—¡No lo soy! —lo interrumpió— Seré una estúpida Omega y él me despreciará aún más.

—Pero... ¿por qué? ¿Acaso ser Omega es malo?

—Según él, sí.

—Entonces demuéstrale lo contrario —la animó—. Enséñale que eres más capaz de lo que piensa.

Esas palabras lograron sacarle una sonrisa.

—Gracias —dijo en voz baja—. Te quiero… No sé qué haría sin ti.

—También te quiero.

En ese momento, los pechos de ambos se agitaron como si un pacto secreto se hubiese firmado. Habían decidido acompañarse en las buenas y en las malas. Habían escogido luchar juntos, sonriéndose al decirlo en voz alta.

Sin embargo, cuando Catherine volvió a observar el fuego, se dio cuenta de que el problema no era de dos. Recordó que no era la única que sintió tanto odio por culpa de un Alfa cruel. Vio que la vida de una mujer de quien solo había oído historias no era tan distinta a la suya. Y, tal vez, solo tal vez, tendría que terminar una venganza del pasado. 

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