🥃20🐇

42 5 0
                                    

No solo parecía inteligente, sino también era muy hermosa. Llevaba un vestido morado de escote corazón que combinaba a la perfección con su cabello oscuro como el carbón. Además, un collar con una coronita plateada decoraba su cuello. Sin embargo, cada indicio de que aquella Omega fuese una princesa desaparecía en su mirada. Esta era oscura y calculadora, inclusive, hipnotizante.

—Un gusto —saludó sin perder en ningún momento su porte—, debes ser Agust.

—Un gusto. —Fingió amabilidad. —¿Le han hablado de mí?

—Oh, por supuesto —respondió con una sonrisa que luego se iba tornando más y más malvada—. Solo cosas buenas.

El Alfa sintió que se le helaba la sangre, como un deja vu. Ya había escuchado eso antes.

—Bueno... —interrumpió Kitty— ¿por qué no dejamos a los Alfas solos y nos ponemos al día?

—¡Claro!

—¡Chausito, chicos! —se despidieron al unísono, dejando a Gucci y Agust atrás.

El escenario no era favorable para ninguno. No había confianza entre ellos, sospechaban que el otro guardaba secretos peligrosos. Además, Gucci odiaba a Agust. No lo quería cerca de su Omega ni del imperio que ayudó a robar.

—Debes ser un estúpido por creer que Kitty te considera su Alfa —le dijo con sorna.

—¿Te duele que “tu Omega” me prefiera a mí? —espetó Agust.

—Para tu información, —Lo encaró. —Kitty y yo estamos casados —espetó intensificando su aroma a lluvia y pinos para amenazar.

—¿Casados? ¿Pero no tiene tu marca?

—Y nunca la tendrá... Ambos amamos nuestra libertad. —Lo apuntó con furia. —Sin embargo, no dejaré que un don nadie venga y pretenda entrometerse donde no lo llaman, así que ten cuidado. Mi Omega ya me dio permiso para investigarte. Y, debo decir, eres muy bueno ocultando información, pero yo soy mejor para encontrarla. —Y se fue, dejando a Agust con un mal sabor de boca. Debía avisarle a Hope cuanto antes. No podía permitir que esto se le saliera de las manos.

No obstante, no podía mostrarse nervioso ni alterado, así que decidió ir a probar los bocaditos y un poco de vino. Se sirvió una pelotita de causa rellena y bebió un poco de pisco, delicioso. Luego, comenzó a caminar alrededor de la pista de baile intentando hallar algún rostro conocido. Identificó a varios, muchos estaban en los archivos de la Policía Secreta como peligrosos.

Después de caminar y ver por ahí, notó que una figura nueva se acercó a Kitty. A simple vista, se podría decir que era otra Omega; sin embargo, llevaba un anillo de oro con unas orejitas de conejo en él. Ese era el anillo de Bunny.

Aquello le parecía aún más sospechoso. ¿Por qué la sucesora de aquel estúpido Alfa estaba tan animada? ¿Por qué conversaba con Kitty como si no fuese la culpable de todo? Sin duda, esta situación no hacía más que confirmar sus sospechas.

Kitty se estaba apoderando de todas las mafias y sus aliados eran individuos de alto rango con una característica en común: eran Omegas. No obstante, había alguien que no encajaba en esta fórmula: RB. Aunque también debía considerar que este Alfa oso se encontraba en la lista que halló en la computadora de Bunny. Pronto sería eliminado.

—¡Hola! —le saludó una voz suave y dulce como un melocotón, la cual lo sacó de sus pensamientos.

Agust alzó la vista y se encontró con la Omega que llamó su atención anteriormente. Ella tenía el cabello rojo, al igual que sus labios. Portaba un vestido azul eléctrico y joyas doradas. Su figura era delgada pero curvilínea; además, poseía una sonrisa risueña.

—Un gusto, soy...

—Sí, lo sé, eres Agust —lo interrumpió—. Kitty me habló de ti, cosas...

—Buenas... Sí, lo que sea. ¿Quién es usted?

—Oh, por favor, no me trates de usted, soy joven aún. —Se rio un poco. —Soy la hermana de Bunny, me llaman Afrodita.

Oh, mierda.

—Yo... Ammm...

—¿Sorprendido? —preguntó sin borrar la curva en su rostro— Bueno, vine porque Kitty te está buscando. Se encuentra con RB y Little Prince. Será mejor que te des prisa.

Agust se despidió y fue en busca de Kitty, a quien ubicó cerca de una mesa de bocaditos. Lucía tan radiante y feliz. Le coqueteaba a todos sin descaro y no dudaba en utilizar su belleza para robar suspiros y miradas. Era el centro de atención.

—¡Agust! —Se alejó de su grupo cuando sintió al Alfa soltando su aroma a chocolate amargo y menta con celos. —Cariño —le susurró—, tengo un trabajo para ti.

—¿Qué debo hacer?

—Es sencillo —le explicó—. Tengo asuntos que tratar con RB, así que debes asegurarte de que nadie nos interrumpa. ¿Entendido?

—Entendido.

Algo saldría mal, lo presentía, pero no podía negarse. Su trabajo era mantenerse ahí y obtener toda la información posible, así que no podía dudar. Después de todo, para eso se estuvo entrenando por varios años.

• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia OriginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora