✨
Ni bien llegaron a ese lugar privado, no esperaron ni un segundo para unir sus labios. Se fundieron en un fogoso y húmedo beso, el cual reclamaba más de lo que aparentaba. Agust sujetó la cintura de Kitty para pegarla más a su cuerpo y poder sentir esas preciosas curvas. La pelirrosa soltó un gemido que no pudo evitar. La temperatura iba subiendo.
—Gosh... —soltó Kitty cuando sintió su cuello ser devorado con hambre y arqueó su espalda para disfrutarlo mejor.
—Libera tu aroma... —ordenó Agust con su voz ronca.
Sus deseos se cumplieron.
...
Por otro lado, en el piso inferior, Hope y Brittany estaban conversando en voz baja. El Beta sabía que algo atormentaba a su amiga, y ese algo tenía nombre y apellido. Sin embargo, no lo nombraría, pues sabía que cierto Alfa león los tenía vigilados.
—No es seguro hablar aquí —dijo Brittany mirando de un lado a otro completamente asustada.
—¿Te parece si vamos a un restaurante por un caldo de gallina? Hay un buen sitio en la siguiente calle. Creo que allí podremos hablar más tranquilos.
—Me parece perfecto —contestó asintiendo, aunque su atención se enfocó en Gucci como dándole una señal. Hope no lo notó.
...
Kitty sintió sus piernas temblar. Agust le había quitado toda la ropa con brusquedad, dejando tan solo esa pequeña prenda de encaje que protegía su intimidad. Ahora su Alfa se estaba desnudado en frente de ella, mirándola con lascivia. Por alguna razón, se sentía avergonzada; sus mejillas estaban sonrojadas.
Lucía como un ángel caído del Cielo y listo para pecar en la Tierra. Agust quería profanarla. No podía dejar de admirar esa piel tan blanca y suave mientras se retiraba sus propias prendas. La necesitaba, necesitaba sentirla, lamerla, morderla, marcarla... pero no. Tampoco debía llegar tan lejos.
—Alfa... —gimió Kitty soltando un poco más de su aroma.
—Omega... —respondió Agust, liberando su olor a chocolate amargo y menta.
En ese momento, la corta lejanía entre ellos se sintió tremenda. Entonces, cuando el Alfa quedó solo en bóxers, no pudieron esperar ni un segundo para juntar sus cuerpos. Esa noche sería increíble, aunque no solo en ese sentido.
...
Cuando Gucci notó la señal de Brittany, supo que era el momento de ir al departamento de esos lobos y buscar evidencia incriminatoria. Kitty se lo había ordenado horas atrás, alegando que no confiaba en ellos. Entonces, Gucci subió a su auto azul noche que solo usaba para esta clase de misiones y emprendió su viaje.
—No puedo creer que vivan en esta pocilga —gruñó cuando llegó. Sin embargo, tuvo que dejar su asco de lado y entrar.
Por dentro, el departamento no lucía tan mal. Estaba limpio y los muebles eran nuevos, aunque la decoración no encajaba para nada. Gucci hizo una mueca, odiaba los espacios con mal gusto.
—Si fuera un estúpido lobo, ¿dónde ocultaría mis secretos?
...
Agust recostó a Kitty sobre el sillón más grande del cubo, poniéndola a su merced. La notó excitada, muy excitada, sabía lo que tenía que hacer. Llevó su boca a ese lampiño abdomen y comenzó a lamerlo lentamente, sin apartar su vista de la lujuriosa mirada de su acompañante.
—¡Sí! —exclamó Kitty— Mmm... Tómame de una vez...
—No, todavía no.
Guio sus manos a esa coqueta pieza de encaje y acarició la tela, causándole ronroneos y gemidos a su Omega. Luego, se la quitó, dejándola finalmente desnuda. Metió sus dedos en ella para simular embestidas y hacer movimientos circulares. Esto fue tornándose más y más salvaje, llevándola al límite.
—Alfa... —gimió la pelirrosa—. Por favor...
—Eres una gatita muy malcriada... Mira cómo te pones con tan solo unos toques...
—Alfa... ¡Hágalo de una vez!
Agust rio; no esperaba esa exigencia. Sin embargo, quería complacer a su Omega. Deseaba llenarla y hacerle sentir el paraíso de su infierno.
...
Brittany no dejaba de temblar mientras comía su caldito de gallina. Sabía que Hope sospechaba, pues era muy listo, ella lo había notado. Por eso, prefirió mantenerse en silencio, esperaba que él iniciara la conversación.
—¿Por qué sigues trabajando para Kitty cuando te trata de esa manera? —le preguntó el Beta con seriedad.
—Se lo debo —confesó—. Me liberó de mi pesadilla.
—¿Qué pesadilla?
—Lo siento, no me siento cómoda al contarla. —Se tensó.
...
Gucci seguía en ese feo departamento rebuscando con cuidado en las camas, los sillones y todos los cajones existentes. Sin embargo, no encontraba nada. No había ni un documento impreso y la laptop estaba sin memoria, como si la hubieran vaciado a propósito. ¿Qué ocultaba ese par?
...
Kitty gemía sin parar; ese hombre la estaba llenando por completo. Sus caderas estaban siendo sujetadas con intensidad y las estocadas eran violentas, así como le gustaba. De repente, Agust encontró ese punto que tanto la enloquecía. Así, dejó de pensar claramente, tan solo disfrutaba el movimiento, jalando el cabello negro del Alfa.
—¿Así te gusta, gatita? —le preguntó.
Esa voz ronca la ponía tanto, le daban ganas de entregarse como nunca antes. No obstante, sabía que no debía enamorarse. Bueno, era su Alfa, sí, pero la situación no era sencilla. Todavía no confiaba en él, no lo suficiente.
Su cuerpo comenzó a temblar y su abdomen a doler, sabía que pronto llegaría al orgasmo. Entonces, una pequeña corriente de electricidad la recorrió, anunciando el final de su pequeña sesión de placer. Por su parte, Agust disfrutaba cada vez que las paredes internas de Kitty lo presionaran, causándole una sensación indescriptible. Esa Omega era increíble, nunca antes había disfrutado tanto. Entonces, cuando la pelirrosa se corrió, no pudo evitar seguirla un par de segundos después.
—Me encantas —le susurró al oído.
—Y tú a mí —respondió Kitty con una dulce sonrisa.
De golpe, sintió que su pecho latía sin parar y una sensación desconocida lo invadía. Eso no debía pasar, era peligroso, no podía emocionarse de esa forma. Simplemente no debía enamorarse.
✨
ESTÁS LEYENDO
• CAZANDO A KITTY GARCÍA • Historia Original
RandomKitty García era la jefa de la mafia más peligrosa, la Omega más deseada y temida en todo Perú. Sin embargo, la Policía Secreta ha puesto su vista sobre ella. Agust, un Alfa de la Policía Secreta, será el encargado de cazarla, pero nunca creyó que c...