Juró que estaba temblando como una hoja, ir el auto del superintendente había superado mis niveles de adrenalina y cortisol, bueno él no presentaba ningún gesto, iba serio y su mirada a la calle, yo iba con la cabeza agachada y tocando mis manos nerviosamente, no se que en parte de la ciudad íbamos, pero preferí relajarme o me podría dar un ataque nervioso acá mismo, observe por la ventana y como pasábamos locales las luces por todos lados y la noche nubosa.
Cuando el superintendente paro el carro, me miró y sentí que había sentido todo mi miedo con esa mirada ¿por qué intimidaba tanto? Se desabrochó el cinturón y se bajó del vehículo, déjame hay adentro no le costaba nada decirme "vamos baja" o "ya llegamos" que descortés, hice lo mismo y cuando abrí la puerta una ráfaga de viento llego a mi cara movimiento mi callo, cerré la puerta de atrás de mí.
Todos mis sentidos se deleitaron en un momento, mis ojos vieron como la oscura noche junto al mar se formaba lo más hermoso que había visto, el ruido del mar chocando con la vieja madera del muelle, mis manos sintieron el frio de esa noche helada, mi nariz sintió el aroma del mar, todo en un momento se había ido el miedo, la vergüenza que había sentido hace unos momentos atrás, hasta el hecho que estaba con el superintendente, comencé a caminar por el muelle la madera sonaba con mis pasos, habían un pocos bancos y la luz débil de la farola que cubría el camino, las nubes aún cubrían el cielo y la luna aún se lograba divisar su poca luz que combinaba perfectamente con el azulado del océano.
Respire la vibra fresca y deje que mi pelo lo moviera el viento, cerré mis ojos y solo deje llevar por el momento, debía tomar una foto de este lugar busque mi celular entre mi bolsillo y saque una foto.
–No es tan increíble– la voz grave del superintendente, me hizo dar un pequeño salto, casi boto mi celular hacía el mar, estaba detrás de mi viendo lo que hacía.
–Lo es, todo esta tan perfecto, es como que una obra de arte el mar, el cielo y los colores oscuros que hay, me fascinan.
–Ajá, tampoco me importa– dijo en defensiva, su celular comenzó a sonar lo saco de su bolsillo y contesto – ¿Qué coño quieres? – y se alejó caminado hacía el coche.
Grosero x2
¿Solo iba a decir eso? Bueno quizás no veía de la misma manera que las veía yo, caminé un poco más y decidí que era mejor volver al auto, tampoco quería quitarle más de su tiempo y parecía que le molestaba, inicié a caminar nuevamente hacía el vehículo, pero voltee nuevamente la maravilla que me había entregado la naturaleza, sin mentir mi paso era lento hasta que llegue al vehículo él estaba apoyado fumando un cigarro, su mirada se cruzo con la mía se veía bastante atractivo, su postura y la forma en que sus labios botaban el humo.
–¿Fumas? – consulto
Negué con la cabeza– no me gusta– dije su mirada continuaba en mi rostro, sentía que cada vez se hacía más intensa, apártate la mirada
Subí al coche, me coloque el cinturón y mientras esperaba que subiera al vehículo note que tenía una radio ¿y si la prendía? Bueno no perdía nada, pero no funciono quizás funcionaba el coche en marcha, se notaba que era un auto carísimo era un poco obvio por su trabajo tenía bastante dinero o eso suponía, el ruido de la puerta me trajo a la realidad, subió se acomodó en su asiento y paso sus manos por pantalones negro y coloco una de sus manos en el volante, y la otra en la ventana, yo también puse mi mirada hacía adelante, pero me sentía un poco extraña no le había agradecido por a verme traído hasta acá, no tenía un porque vi algo precioso.
–Superintendente– susurre
–¿Sí?
–Muchas gracias por traerme hasta aquí vi algo super hermoso no lo había apreciado antes, por tomarse el tiempo de traerme y aguantarme por decirlo así, gracias.
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Solo dime lo que sientes ©
RomanceLucy es una enfermera en los Santos, aún nueva en su trabajo no para de encontrarse con el famoso Superintendente Jack Conway el cual es un hombre serio y amargado su carácter no le gusta, pero la vida lo vuelve a poner una y otra vez en su vida, mu...