CAPITULO 8

648 65 40
                                    

Desperté solamente por el dolor abdominal que sentía, no me dejaba de molestar en la noche, dormí mal por eso mismo, me pare a mi tocador tome un termómetro y coloque debajo de mi axila, paso un momento, pero no tenía fiebre quizás era el hecho de que había comido algo que me cayo mal, no tenía inflamación ni diarrea, entonces solo era un simple dolor, pero al pararme se intensificaba, camine hasta la sala y estaba mi hermana con Matilde tan sonriente como siempre.

–Me duele el estómago– dije mientras me sentaba en el sillón

–¿Qué, ya te tomaste la temperatura? – se acerco a mi y puso su mano en mi frente– no estas ardiendo eso es bueno

–No estoy bien con eso, ya ocupé el termómetro– explique– me duele al moverme, solo debo comer liviano y tomar bastante agua

–No puede trabajar así si te duele de esa manera, no te puedes ni mover deja revisarte esa zona–me levanto la camisa del pijama y toco mi zona abdominal, dando palmaditas– tienes duro Lucía, mira tócate, no no puedes ir así, después vamos al doctor– explico– o llamas a unos de tus amigos.

–¿Puedes llamar al hospital por mí? No quiero hacerlo– dije poniendo cara de perrito triste

–Ag, bueno yo llamó, te haré un té verde y sopa para el almuerzo, pero avísales a unos de tus amigos– asentí

Fue para la cocina, mientras yo buscaba a mi celular, lo encontré y le envié un mensaje a Claudio diciéndole lo que me pasaba y si podía venir en la tarde, y claramente acepto, la mañana me la pase con Matilda jugando con sus muñecos de peluche favorito, también viendo su canal de tv favorito eran unas caricaturas de perritos, eran bastantes tiernos. Llego la tarde y solo podía descansar, me dieron este día libre por que estaba enferma, pero debía llegar un papel médico, me acomode en sillón nuevamente con una cobija con Matilde mientras ellas me "peinaba" yo estaba a Claudio jugaba con mi celular y veía redes sociales, le envié la dirección para que supiera donde era.

Tocaron la puerta desesperadamente, mi hermana fue a ver y era Claudio, la saludo y cuando me vio, entro corriendo donde estaba.

–¡Ángel! ¿Cómo te sientes? ¿Me escuchas? – consulto mientras ponía su mano en mi frente– estas pálida– dijo analizándome con la mirada

–Estoy bien tranquilo, solo me duele el estómago, bueno como esta zona– apuntando donde me dolía–y he comido liviano

–Bueno traje de todo–mostrando su bolso con implementos– recuéstate para verte la zona mejor– me levanté la sudadera y recosté en el sillón el comenzó a tastar mi vientre cuidadosamente– tienes una distensión abdominal

–¿Qué es eso pregunto mi hermana? –consulto mi hermana un poco preocupada

–Bueno puede ser causada por comer en exceso, una enfermedad grave o el embarazo– explico Claudio, lo mire con preocupación– tranquila, debe ser lo primero, estos días debes comer tranquilamente y no forzarlo con comidas chatarras o bebidas, te daré un remedio para que te le pase– asentí y me volví acomodar nuevamente, sentándome y dando golpecitos para que él también lo hiciera.

–Bueno, ya se que si no me le pasa debo ir al doctor– dije con una sonrisa

–Eso esta claro, pero mañana no podrás ir al hospital

–¿Qué? ¿Por qué no?

–Es mejor que estés en reposo Ángel y te tomas el fin de semana también, te llamare también saber cómo te encuentras

–Esta bien– dije con mala cara, en ese momento Matilde camino hasta Claudio y tomo su pierna abrazándola, me reí con su gesto la tomé en brazos dejándola en mis piernas

Hablamos un poco más, le agradecí demasiado y quería pagarle, pero se negó una y otra vez, él iba a entregar el papel a mi jefe de que no podía trabajar estos días, y me recalco que tenía que reposar y comer liviano, después se quiso marchar porque era tarde y yo me fui a dormir.

###

Me puse un buzo gris con una polera de estampado de color rosado palo, me peine con una trenza y me dirigí a la cocina a hacerme un té de manzanilla con los remedios que me había dejado Claudio, él dolor continuaba levemente y me costaba moverme fácilmente, camine hasta la habitación de mi hermana, abrí la puerta y estaba recostada con Matilde, me acosté con ellas un rato

–Ay, que preciosa se ve mi niña– dije mientras le hacía cosquillas

–¿Cómo te sientes hoy Lu? – preguntó mi hermana

–Un poco mejor, me sigue el dolor cuando me muevo explique

–Descansa mejor

Era viernes y convencí a mi hermana que saliera a divertirse a un rato como tenía que descansar y yo podía cuidar a mi sobrina, después de conversa y explicarle que era bueno, accedió. Vimos una película con Matilde y le serví comida, me gustaba estar con ella y como le emocionaba todo siempre, la tarde paso rápidamente y el dolor se había poco a poco, mi hermana me enviaba fotos diciendo que lo estaba pasando bien, sonreí al verla hacer algo diferente, también muchos mensajes de Claudio de como me sentía y si todo estaba bien y le explicaba mi estado cada hora, se preocupada por mí, lo quería demasiado.

Ya se estaba haciendo de noche, tome a Matilda para ir a bañarla y quedara lista para dormir. Después que todo estaba listo, la acosté y en menos de unos minutos estaba durmiendo, yo fui a la sala de estar para ver una película, me tape con una manta y prendí la tv, buscado algo que ver, claramente una película romántica, me estaba acomodando en el sillón, cuando golpearon la puerta fuertemente me gire a ver mi hermana abriría la puerta con sus llaves, ¿quién podrá ser? estaba dudando si abrir o no, cuando volvieron a golpear nuevamente, me levante y abrí la puerta al ver que era él superintendente me quede helada, estaba parado con su uniforme de siempre con su mirada sería.

–¿Superintendente? ¿Qué sucedió? – pregunte confundida y mirando hacía los lados

–Te estaba esperando afuera del hospital Lucía– espetó– pero no había nadie, estuve como treinta minutos esperándote

–Y-yo estaba enferma, ayer ni hoy fui a trabajar– le explique salí fuera del departamento, cerrando la puerta detrás de mí, él se acerco más a mí casi acorralándome con la puerta

–¿Te sientes mejor? – preguntó girando su cabeza, tomo mi barbilla con sus grandes manos, su toque ardía en mi cara

–Sí, me siento mejor estoy tomando unos remedios y me encuentro mejor– lo mire y su mirada estaba fija en mí, ¿Qué tenía que hacer?

Cada vez se acercaba más a mí, su gran pecho choco con él mío al ser más alto que yo, bajo su mirada, yo la aparte rápidamente, mi respiración se comenzó a acelerar estaba tan cerca de mí, puse mi mano en su abdomen para poder alejarlo, pero fue en vano, era más fuerte que yo y ni siquiera pude moverlo, pude sentir sus abdominales bajo mi mano y como su piel quemaba en mi mano.

–Señor– dije en un tono de voz bajo

–¿Sí?

–Necesito entrar hace frío y necesito mi abrigo– mentí solo quería salir de la situación

–No veo que tengas frío

No sabía que responder o que más decirle, estaba tan cerca de mí y sentí que mis mejillas ibas a ponerse coloradas en cualquier momento, puso unas de sus manos en mi cintura lo mire rápidamente su miranda intensa se cruzo con la mía, apretó su agarre y se agacho hasta quedar al nivel de mí cara

–Tendrás que darme tu número pequeña y me avisaras cada vez que estés de noche en la ciudad y yo te pasare a buscar, pásame tú teléfono– ordeno

Lo busque entre mis bolsillos y se lo pase, veía como anotaba algo y me lo entrego– hay está mi número– vi que se había guardado como superintendente.

–Está bien yo le avisare cuando salga.

–Así me gusta, que te mejores Lucía.

Se aparto de mí y se comenzó a caminar por las escaleras, yo me quede hay con la respiración acelerada, ¿Qué había pasado? Puse mi mano en mi pecho para tranquilizar mi respiración, entre en el departamento y me volví a recostar en el sillón, sus toques aún quemaban en mí piel aunque sus manos no estuvieran en mí.

Solo dime lo que sientes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora