CAPITULO 5

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Los domingos eran mis días favoritos, me relajaba podía hacerme una mascarilla y todo eso acompañada de mis niñas, hoy tocaba ver una película, aún estaba en pijama y fui a la sala de estar, mi hermana estaba preparando unas palomitas y Matilda estaba en el suelo jugando con unos de sus peluches.

–¿Aún en pijama?– preguntó

–Entre más cómoda mejor– dije acomodándome en el sillón

Tomé el control y comencé a buscar una película– esta esta perfecta– dije viendo una película romántica

–No vamos a ver eso– reclamo

–La persona que tiene el control escoge –después de buscar demasiado puse una que nos gustaba a los dos Shrek era algo que nos gustaba a los dos, me acomodé a su lado y comencé a comer palomitas. Dejé de ver la película y comencé a jugar con mi sobrina me hacía tan feliz verla sonreír y verla tan contenta con sus cosas, en sus ojos solo había ilusión.

Después de pasar la tarde con mi familia fui a mi habitación y me acosté en mi cama viendo el techo, mi mente empezó a retomar los momentos que pasé juntos al superintendente, sus miradas potentes y como me había tratado, era bueno conmigo, me trajo a mi casa pudiéndome dejar hay botada en la calle de noche, viéndolo fumar y sus labios botando humo era demasiado fascinante y atractivo.

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Estaba dejando mis cosas en casillero, cuando estaba atando mi cabello unas manos llegaron a mi cintura, di un salto y me volví rápidamente era Claudio cuando vio mi cara de susto se rio fuertemente.

–Que me asustas tonto– dije dándole un pequeño golpe en el brazo– no me asustes así tonto

–Hubieras visto tú cara Ángel– dijo mientras tenía una sonrisa de oreja a oreja, me fije que llevaba una mascarilla con un diseño diferente, era como de esqueleto.

–¿Y eso? – apuntando a su cara

–¿Te gusta? La usare ahora, me da un toque, ahora soy el doctor muerte.

–Claramente, me enamoré en seguida­

–Lo sabía ¿casémonos? – solté una risita con su comentario.

–Acepto señor muerte– dije extendiendo mi mano y el la tomo, cuando la iba a besar escuchamos un grito de la sala de emergencias, nos miramos con los ojos abiertos y corrimos hasta allá los más rápidos que pudimos, eran un montón de agentes en la sala.

–¡Medico! – vocifero un agente, llevaba en sus brazos un policía herido se notaba su sangre a través de su traje.

–¿Qué ha sucedido?

–Le dispararon en su pierna y está sangrando mucho– en su voz se notaba el miedo

–Vengan, tráigalo a la sala uno, vamos rápido– comencé a caminar rápidamente entre el pasillo dejando al agente en la camilla– necesito que se retire, va a estar bien espere afuera por favor– el asintió y salió rápidamente.

Claudio era el que sabía más del tema, yo inyecte anestesia al policía un gruñido salió de su boca, esperando que le hiciera efecto tome las cosas necesarias para la extracción de la bala, la deje en la bandeja, cuando estaba adormecido, Claudio comenzó el procedimiento, gracias a la vida no estaba tan introducida la bala en sus carnes, la retiro completamente y saturo la abertura coloco un vendaje y solo quedaba que despertara, salí de la sala y avise a los agentes que estaba bien, en sus caras se vio una cara de alivio, algunos pasaron a verlo mientras que otros se retiraban para realizar su trabajo nuevamente.

Comencé a caminar a la sala del lado para poder hacer el informe del paciente, anotando sus datos y lo sucedido, ordenando un poco si llegaba alguien más, sentí unos pasos detrás de mí, ignoré completamente eso pensando que era un compañero

–Así que ahora no saludas– la voz del superintendente llego hasta mi anterior de mi ser, me vi vuelta y hay estaba parado, llevaba su chaleco de policía y un arma en su espalda.

–Lo siento señor no lo vi, estaba preocupada de atender a su agente– me disculpe mientras miraba hacia abajo

–Mírame cuando háblame, me gusta que me miren– su voz me impuso que lo miraba fijamente

–E-esta bien Superintendente

Comencé a caminar lentamente hacia mí, me comía con su mirada, estaba tan cerca que me daba temor, volví nuevamente a bajar la mirada, con sus manos tomo mi mentón y lo levanto, sentía que su toque me quemaba, ahora nuestras miradas estaban cruzadas, la intensidad iba creciendo en mi interior.

–Que te dije

Me quede callada observándolo, mi respiración se comenzó a acelerar ¿Qué estaba sucediendo?

–Lo entiendo señor

–Muy bien, me gusta que cumplan lo que digo

Soltó su agarre, y podía seguir el calor de su toque en mi piel, se dio la vuelta y camino hacia la puerta, antes de marcharse volvió a mirarme, y se fue. Yo quede hay agitada, sacudí la cabeza tome los papeles y continúe con mi trabajo, tratando de olvidar mi encuentro con el superintendente.

Estaba almorzando en la cafetería acompañada de Claudio, contándole mis encuentros con él superintendente, claramente evitando algunas cosas, pero lo general sí.

–¿Qué hizo qué? – alzo la voz

–Lo que te conté, me llevo a la casa y ahora me dijo eso

–No te creo, él no es así siempre es amargado y trata todos mal

–No lo sé conmigo se ha comportado así ¿Por qué se comporta así?

–Bueno se corre el rumor– dijo bajando la voz– que antes no era así, él estaba casado pero su familia fue asesinada en sus propios ojos, y eso convirtió al Conway que conocemos, realmente es algo doloroso, pero vieras como trata a sus agentes dándole porrazos a todos por cualquier cosa, hasta mí me han llegado unos.

Realmente me sorprendí a escuchar que había pasado algo tan traumático frente a sus ojos y especialmente a alguien que amaba– Que horrible lo que ha pasado, es un poco razonable que este así pero no todo el tiempo, debería controlarse.

–Sí, pero haz entender al burro

Negue con la cabeza y continúe comiendo, pero me dejó pensado lo que me había dicho, quizás por cuantas cosas doloras habían pasado por su vida, y continuaba hay con esa imagen de fuerte y rudo todo el tiempo.

Solo dime lo que sientes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora