CAPITULO 1

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Mientras caminabas hacía el hospital una mañana de otoño y ver como lentamente las hojas caían recordaba como había sido mi llega a los Santos; todo comenzó cuando no podía encontrar trabajo en mi pueblo, un lugar pequeño y rustico, aunque suene raro que una enfermera no encuentra trabajo, en ese lugar no lo hacía. Con mi hermana y su hija de un año y medio decidimos mudarnos acá a un pequeño departamento, pero no estaba al tanto de que fuera una ciudad tan peligrosa, siempre hay robos, asaltos, hasta asesinatos casi día por medio y eso realmente me perturbaba ¿Cómo podía haber tanta maldad?

No lo entendía realmente, seguí mi paso lento observando las calles amaba el otoño era una de mis dos estaciones favoritas, al no tener coche hacía todos los días el mismo recorrido hasta llegar a mi trabajo, no era tan largo pero el ejercicio matutino nunca venía mal, los autos pasaban al lado a una velocidad increíble, a veces pedía que solo no me atropellaran no quería morir tan joven, oh hay va de nuevo la policía persiguiendo a alguien a estas horas de la mañana que novedad.

Al llegar al establecimiento deje mis cosas en mi casillero y saque mi identificación firme el pase de llegada y me dirigía la sala de emergencia que casualmente siempre estaba llena, lo primero que vi fue a Claudio sonriendo y saludando a todos con una gran sonrisa, cuando fue mi primer día de trabajando él me ayudo a conocer el lugar, las salas y todas las instalaciones realmente era un hospital enorme, a veces me perdía pero nada que no se pueda solucionar, de ese momento ha sido la persona más cercana y con la mejor que me llevó.

Me acerque a él –Hola Claudio ¿Cómo amaneciste hoy? ­­­­– le deposite un beso en la mejilla mientras buscaba mi mascarilla para poder colocármela.

–Ángel—Desde que me conoció me coloco ese apodo –Yo perfectamente como siempre – dando una vuelta y mostrando su uniforme – Hoy parece que la ciudad amaneció calientita así que trabajo tenemos bastante

–No me esperaba menos

Ordenamos los materiales necesarios, papeles, camillas para que todo estuviera listo si alguien llegaba en cualquier momento.

–¡Lucy! – me di vuelta para saber quién me llamaba

Al mirar a la puerta era Manuel el chico que manejaba la ambulancia o mejor dicho paramédico principal, unos de los mejores que conozco.

–¿Qué sucede?

–Te necesito, bueno solamente si quieres o puedo preguntarle a María, Jana se tuvo un percance y me falta una acompañante para el día de hoy y sabes lo importante que es– dijo recalcando lo último y mirándome fijamente.

Me gustaba estar en la sala de emergencias ya que era un poco más "tranquilo" y podía tomar café de trigo cuando lo deseará, pero quizás esta sea una oportunidad de hacer algo diferente.

–Claro, iré

–Ya está todo ordenado en la ambulancia, te veo allá

–Nunca has ido en la ambulancia ¿estás segura? – preguntó Claudio en un tono dulce

–Voy a estar bien y quizás esto me ayude ando muy distraída el día de hoy

–Se nota, anda antes que te diga algo más– dándome un pequeño empujón fuera de la enfermería, me reí ante su acción.

Salí de la sala caminando por los largos pasillos del establecimiento, observé como el lugar ya se iba acumulando la gente, al salir estaban mis compañeros por el día, Manuel estaba apoyado en la pared, su mirada fría y su forma de ser era completamente diferente a la mía era bastante serio en su trabajo en sus actos y palabras, era completamente difícil hablar con él. Una ráfaga de viento vino me hizo frotar mis manos, vi como su cabello negro se le despeinaba y como fruncía el ceño, era bastante guapo.

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