Capítulo 14

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ALAN THOMPSON

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ALAN THOMPSON.

(***)

Saliendo a jugar.

Tuve un sueño muy extraño. Otra vez estaba en la casa de mi abuela. Estaba en las escaleras, en el mismo lugar que en el sueño anterior, sin embargo, yo estaba solo. Mi mamá no estaba sentada a mi lado, mi papá no estaba lanzando gritos de desesperación, mi abuelo no mostraba su cara larga. Estaba mirando hacia el suelo, como si me hubiera perdido en el tiempo, como si me hubiera perdido en el espacio. Estaba triste.

Sentí una mano apoyada en mi hombro, levanté la mirada y me encontré con mi hermano. Yo sentía dolor en mi mejilla. Me abrazó y lloró con todas sus fuerzas.

—No te vayas nunca. —Era la tarde después de perder a nuestros padres.

Entonces, desperté de golpe.

Sentía mi respiración agitada y mi cabeza dando vueltas. La sensación que había en mi sueño, me envolvió en la realidad. Era como si tuviera un miedo profundo a seguir perdiendo personas. Yo nunca lloré por la muerte de mis padres cuando era pequeño, pues fue como un suceso que me dejó pasmado, puesto que yo presencié su muerte.

La cicatriz en mi mejilla ardía. Nunca me había pasado. Me llevé la mano a la mejilla y pude sentir una gota viscosa: había una gota de sangre saliendo por mi cicatriz.

Dylan no se había marchado esa noche. Cuando intenté levantarme, él me agarró fuerte de la cintura. «Voy al baño» le susurré y él me dejó ir. Cuando llegué al baño, lo primero que hice fue buscar algo en el botiquín. Me agarré la cicatriz con una gasa para detener la hemorragia.

Me miré en el espejo. ¿Cómo había sucedido eso? Era muy raro. Tuve un impulso de llamarle a mi hermano. No sé, siempre tuve la costumbre de hacerlo. Cuando me recuperaba de puntos que me cogieron en la mejilla a causa del cristal que me cortó el día del accidente de mis padres, yo tenía por sentado que tenía que gritar a mi hermano o buscarlo si sentía dolor. No a mi abue, a mi hermano.

Al principio, mi abue también se sintió perdida. Eso era lo que yo intuía, porque no parecía la misma persona de siempre: estaba distraída, como esperando algo que nunca llegaría. En ese tiempo, mi hermano y yo lo único que teníamos era el uno al otro. La verdad es que yo lo tenía a él, pues era que me ayudaba a prepararme para ir al colegio, me peinaba y me ataba los cordones. Recuerdo una vez que me raspé la rodilla y no pude caminar, no le avisamos a mi abue, sino que él me llevo cargado.

No tenía ni idea de qué hora era. Me quité la gasa y noté que se había formado una pequeña costra de sangre seca, pero ya no salía nada. Cuando salí del baño, me percaté de que la luz de la sala estaba encendida. Me encaminé hasta ese lugar hasta encontrarme con Nina que estaba dormida sobre los libros de texto.

DAYLIGHT Ⓓ (#2) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora