Capítulo 25

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NINA GARCÍA

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NINA GARCÍA

(***)

Loca

Tal vez estaba paranoica. No podía dejar de pensar que me observaban. Había veces en las que me sentía seguida. No podía salir de casa sin pensar que se aparecería Luis y me dispararía. No podía disfrutar de un día al aire libre porque mi mente me hacía creer que estaba desprotegida. Solo cuando llegaba al apartamento respiraba con tranquilidad. ¿Por qué me estaba afectando tanto?

Había momentos en los que pensaba que para Dylan y Alan esto no era más que un juego. Dylan salía algunas noches. Alan llegaba mucho después de que el sol cayera. No podía andar atrás de ellos para asegurarme de su seguridad, pero quería hacerlo. Lo percibía como mi responsabilidad.

Esperar los resultados de las pruebas de estado era lo que menos me asustaba. Por fin encontré el significado de estar con el Jesús en la boca. Rogaba al cielo que todo aquello pasara rápido. Deseaba que atraparan a Luis.

Me estaba volviendo loca. Tal vez era que cada día salían más noticias de que más chicas desaparecían. Me agobiaba la información que recibía. Quizá eso era lo que me tenía en ese estado de paranoia. Llegué a pensar que las cosas estaban cambiando de lugar por arte de magia. «¿Dónde está el control remoto? Juro haberlo dejado bajo el cojín.» Después lo encontraba en la encimera de la cocina.

—El otro día hablé con mi abuela y me dijo que viera a Alan. No quería que se convirtiera en dos puñados de puro hueso.

—Pues, creo que está comiendo bien.

—¿Lo dices por Dylan? —Asentí.

—Si durmieras a su lado, te darías cuenta que no es virgen ni las orejas.

Estábamos sentados en la sala de nuestro apartamento. Derek sostenía una cerveza en la mano y yo tenía un cojín entre mis piernas. Me alegraba que él me hubiera venido a visitar. Mucho tiempo llevaba sin reírme y su compañía me hizo bien.

—¿Cómo llevas todo esto? —De repente se sonrojó—. Me refiero a toda la situación con Luis. Debe ser muy duro saber que anda suelto.

—Sí, bueno, ya sabes, lo normal. No hay nada que yo pueda hacer para cambiar las cosas o para que lo arresten más rápido.

—Me alegra que lo estés tomando bien. —Derek era siempre un chico perfecto. Una piel clara y lisa. Pestañas largas y risadas. Hombros anchos, un buen trasero y alto. Todo lo contrario a Alan. Entendía muy bien que Alan le tuviera envidia—. Leí que avistaron a Luis en la otra esquina del país.

—¿Sí? —dejé salir con un gran entusiasmo. Carraspeé y me recompuse—. Qué bueno que no esté cerca, ¿no? Quiero decir, no le conviene hacerse ver por aquí o podría irse a la cárcel otra vez.

DAYLIGHT Ⓓ (#2) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora