Capítulo 10.

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DYLAN JONES

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DYLAN JONES

(***)

Se siente igual.

¿Por qué tiene que haber personas que hagan que tu mundo se ponga de cabeza y al mismo tiempo logran reconstruirte con una sonrisa? Así era Alan. Una persona que hacía que cada parte de mi se cayera a pedazos. Cada parte de mí, de alguna manera, estaba ligada a él.

Cada vez que lo miraba, cada vez que él me tocaba, cada vez que sus labios me rozaban, yo podía sentir una dinamita estallándome en el pecho. Cuando nuestros ojos se encontraban, era como si lo quisiera desde siempre, como si siempre hubiéramos estado unidos. Todo en él me resultaba familiar.

Estar con él era como si ya hubiera sentido una vez estar perdidamente enamorado, y tan solo nos habíamos reencontrado para confirmar nuestro amor.

Y eso me abrumaba.

Me daba miedo las cosas que él podía hacerme sentir. ¿Cómo era posible que él me hiciera sentir vivo otra vez? ¿Cómo era posible que quisiera estar a cada momento con él? ¿Cómo era posible que él me recordara al sentimiento de felicidad que hace mucho tiempo no había sentido? ¿Cómo era posible que, al mismo tiempo, estar con él me diera miedo? ¿Cómo era posible que me recordara a mis momentos en un hospital en un estado vegetativo?

Me senté en el comedor. Nina ya había servido unas tazas de café y, en unos platos pequeños, había puesto unos panes para cada uno. Ella estaba revisando su móvil mientras tomaba de su taza. Yo me senté frente a ella.

—Ajá, eres un aprovechado. ¿Siempre fue ese tu plan? —preguntó ella. Yo solté una carcajada. Nina levantó las cejas con picardía—. Alan te da una pequeña oportunidad y tú ya estabas listo para partirlo en dos. Ten compasión, querido.

—¿Qué? No sé de qué estas hablando. —Intenté concentrarme en tomar el desayuno y que ella no notara la forma en que mis mejillas se encendieron. Hace una media hora Nina me había pillado con Alan sobre el regazo y mis manos inspeccionando su piel. ¡Pero sólo era un chequeo rutinario!

—Sí, claro, pero recuerda que estás estudiando para ser médico, no explorador de cuevas. —Ella señaló hacía abajo con sus labios y yo casi boto el café.

—¡Podría ser las dos cosas! —repliqué. Rio.

—Ya, hablando en serio. ¿Qué pasó ahí adentro? —¿Qué pasó? Pues que Alan había dicho que yo le gustaba y eso fue lo mejor que me pudo haber pasado. Sí, mucho mejor que haberme ganado la corona de rey.

—Tú sabes bien que me ha gustado desde siempre. —Nina fue la primera persona a quien le conté de mi gran obsesión que tenía por Alan. Y es que, desde que nos dimos nuestro primer beso en la primaria, a pesar de alejarnos, yo nunca pude olvidarlo. Salí con un par de chicas, intenté con otro chico, pero siempre terminaban gustándome menos de lo que él me gustaba.

DAYLIGHT Ⓓ (#2) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora