Capítulo 41.

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41 | El amanecer.

41 | El amanecer

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ALAN THOMPSON.

Aún no había amanecido cuando me desperté. Estaba apoyado en el pecho de Dylan, ambos desnudos y con las piernas enredadas. Él seguía profundo. Me levanté para ir al baño y cuidé de no despertarlo. Todavía recordaba la forma en que le había afectado la falta de sueño que hizo que terminara en el hospital. Él debía de estar extrañando a su motocicleta. Sonreí por esas veces que él aceleraba solo para que yo lo abrazara. Él debió divertirse al hacer saltar mi corazón. Luego, estaban esas veces que me hacía sonrojar con un cumplido. ¿Desde cuándo me sentía dentro del huracán de amor hacia él?

Al regresar al cuarto, yo busqué mis lentes y me puse a ver las pequeñas cosas que adornaban su habitación. Tenía varios posters de jugadores, no reconocí a ninguno de ellos, tampoco es que tuviera a alguien muy famoso. Pero de lo demás, su habitación era muy vacía. Un pequeño escritorio, una laptop sobre él y un reproductor de música.

En una esquina de la habitación, estaba una guitarra acústica. Era la misma con la que él se me declaró. Nunca me pare a pensar en ello, pero al tenerla tan cerca, fue como si llegara a mí un flashback. Sonreí como un pendejo.

Me di cuenta de que atrás de la guitarra, había un montón de hojas dentro de un folder. Me dio un poquitín de curiosidad. Así que lo tomé y lo abrí. La luz del día comenzaba a aparecer. Dylan se removió en la cama. Mi corazón palpitaba con fuerza.

—¿Alan? —gruñó. Yo leí el título de la primer página. Mi corazón dio un brinco. Cerré el folder y lo dejé dónde estaba. Eran cosas muy personales de él.

—¿Qué pasó? Estoy aquí —dije al recostarme a su lado. Él se dio media vuelta para que nuestros rostros quedaran de frente. ¿Por qué tenía que enamorarme de él? El corazón me palpitaba con fuerza. Él me tocó la mejilla y yo cerré los ojos para disfrutar de su tacto—. ¿Cómo amaneces, mi pequeño príncipe?

Él sonrió. El título que había en las hojas de aquel folder decía: «CANCIONES PARA ALAN». No supe de qué se trataba. O sea, ¿eran canciones que le recordaban a mí? Eso me pareció muy lindo. Abrí los ojos y me dio unas ganas enormes de besarlo.

—No te confundas, yo no soy cualquier príncipe, soy un rey.

Yo rodeé los ojos y lo besé. Él te tocó la cintura y me hizo pegarme más a él.

Cuando nos separamos él tenía esa hermosa sonrisa. Me acarició el cabello y yo hacía círculos en su pecho. El silencio no era incómodo, solo éramos los dos pensando en nuestros problemas por nuestra cuenta y eso estaba bien. Estar al lado de él me hacía tener más control de mis pensamientos y de reflexionar mejor.

—¿Así que vas a regresar a la ciudad solo por tú moto?

—Me temo que sí.

Me quedé en silencio. Yo no sabía como iba a sobrevivir en un apartamento solo. Tal vez sería bueno para encontrar mi concentración para escribir. Pero iba a extrañar a mi amorcito. De alguna manera sabía que iba a ser duro no verlo a diario.

DAYLIGHT Ⓓ (#2) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora