Capítulo 22

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Narrador omnisciente.

Winchester, Virginia.

[Díez años de edad].

—Tía ¿Por qué mamá no puede traerme a la escuela?—Preguntó la pequeña niña mientras tomaba fuertemente la mano de la mujer.

—Esta trabajando Brooke, ya te lo he dicho.—Acarició de forma cariñosa el cabello de la pequeña.

—Pero...—El sonido del timbre de la escuela, anunciando que ya era hora de entrada la interrumpió.

—Bien, es hora linda.—Se agachó para quedar a su altura y acomodó el cuello de su uniforme.—Vendré por ti a la hora de salida ¿Esta bien?

Brooke asintió lentamente con la cabeza mientras miraba el suelo, pues en realidad no quería ir a la escuela, no le gustaba ese lugar.

Su tía sonrió y soltó su mano, permitiéndole entrar al lugar.

La pequeña suspiró y caminó hacia la entrada, donde pausó unos segundos antes de entrar, pensando si de verdad valía la pena ir a la escuela.

Una vez que entró, rápidamente el sonido estrepitoso de los otros niños la aturdió, había de todo, risas, llantos, gritos, susurros, realmente no le gustaba escuchar todo ese desastre.

Aferró su pequeña lonchera a su pecho mientras caminaba en dirección a su aula, recibiendo empujones de otros niños que pasaban corriendo por el pasillo.

Ella pensaba en lo mucho que disfrutaba cuando estaba sola en su casa, sin nadie molestándola.

Apretó los labios cuando entró a su aula y se fijó en que nuevamente su profesora llegaría tarde, pues el salón era un desastre y los niños correteaban de un lado a otro.

Pero, cuando miró a ese grupo de niñas supo que en definitiva no tendría que haber entrado al salón.

Con algo de temor se sentó en su respectivo escritorio y sacó su cuaderno con intención de dibujar algo mientras la profesora llegaba.

Comenzó a dibujar lo primero que se le venía a la mente, primero simplemente eran garabatos pero después empezó a dibujar la mitad del rostro de una persona, pues aún se le dificultaba dibujar el rostro de alguien por completo.

Estaba realmente entretenida en su dibujo, hasta que sintió un fuerte golpe en su nuca causando que un quejido saliera de sus labios mientras soltaba el lápiz, haciendo que terminara en el suelo.

Le había dolido bastante, tanto que sus pequeños ojos se pusieron vidriosos mientras cubría con sus manos la zona afectada.

—Ay pobre, la gorda esta llorando.—Soltó Astrid, la niña que la había golpeado.

Brooke la miró con sus ojos vidriosos y su pequeña boquita haciendo pucheros, tratando de aguantar el llanto.

Y fue cuando notó que la había golpeado con un libro de pasta dura.

—Déjame en paz, por favor.—Murmuró con la voz entrecortada.

Astrid la miró sonriendo para después llamar a sus otras amigas, juntando todo un grupo de niñas para molestarla.

Ahí mismo, entre todas tomaron a Brooke y la tiraron al suelo, comenzando a gritarle insultos mientras la pateaban.

Astrid tomó el cuaderno de dibujo de Brooke entre sus manos y comenzó a trozar hoja por hoja, dañando cada dibujo que ella había hecho.

Nuestra pequeña Brooke estaba llorando desesperada mientras aquellas niñas la golpeaban y le gritaban apodos como "ballena" o "cerda".

Realmente estaba sufriendo.

Cadete Morgan 2. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora