Capítulo 33

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Narrador omnisciente.
Winchester, Virginia.
16 años.

—Te juro que no lo volveré a hacer, por favor no lo...—No pudo terminar de hablar gracias a que la chica estampó su puño contra su rostro fuertemente.

Ella la miró, tambaleándose por el golpe, con sangre escurriendo de su nariz y lágrimas cayendo de sus ojos.

Sonrió al verla así.

—Vuelves a burlarte de ella y te rompo toda tu maldita cara.—Soltó entre dientes con coraje, sin siquiera mirarla.

La chica la miró asustada y asintió con la cabeza una y otra vez, mostrando desesperación y miedo.

—Largo.—La corrió.

Y aquélla adolescente la obedeció sin rechistar, alejándose de forma rápida del lugar.

Ella miró hacia el suelo, donde estaba una chica mirándola sorprendida, pues recién la había defendido a pesar de ser una completa desconocida.

—¿Estas bien?—La miró desde su lugar, levantando una de sus cejas, inspeccionándola.

Era bastante delgada, rasgos asiáticos, con el cabello largo y la miraba con brillo en sus ojos, temblando por lo que recién había sucedido.

Asintió con la cabeza, mirándola con admiración desde el suelo.

—Qué cansado.—Suspiró la ojíazul para después darse media vuelta y comenzar a caminar, alejándose de ella.

—¡E-espera!—Gritó, deteniendo a la misteriosa chica que la había ayudado.

Ella se detuvo sin girarse a verla, esperando a que simplemente siguiera hablando para escucharla.

—¿Cuál es tu nombre?

—Brooke.—Soltó para después seguir caminando de forma relajada.

—¡Gracias Brooke!—La chica exclamó emocionada mientras la veía alejarse.

Brooke siguió caminando, ignorando las miradas de todos a su alrededor mientras mordisqueaba sus labios, pensando en lo estresante que era ver todos esos rostros cerca de ella.

Son como plagas, pensó.

Al llegar a la salida de aquélla institución se quedó unos segundos mirando a la nada, disfrutando del frío viento que la abrazaba, le encantaba el invierno.

Tenía su nariz enrojecida al igual que sus labios y mejillas, mirándose particularmente hermosa, con sus ojos azules brillando entre los cabellos que caían sobre su rostro gracias al viento.

Un rostro angelical, pero con un carácter muy fuerte.

Había cambiado tanto, o al menos, eso intentaba aparentar.

En realidad sólo se engañaba a si misma.

—Hey ¿Estas bien?—Escuchó una voz masculina a sus espaldas.

No se giró, realmente no quería hablar con nadie en ese momento, quería estar sola.

—¿Eres de pocas palabras no?—El chico se acercó más a ella, quedando a un metro de distancia.

—Si te acercas más a mi te meteré un puto bat por el culo.—Dijo entre dientes con coraje.

En ese tiempo le daban tanto asco la mayoría de los chicos, pues sabía que eran unos idiotas, comportándose cómo simios mientras veían contenido sexual completamente irreal.

Los hombres para ella eran algo realmente patético.

—Entonces, creo que me iré.—Dijo con algo de temor el chico, alejándose nerviosamente de ella, sintiéndose intimidado.

Cadete Morgan 2. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora