Capítulo 31

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Narrador omnisciente.
Winchester, Virginia.

[13 años de edad]


—¿Volviste a cortarte?—Dijo el hombre riendo.—Eres tan patética.

—Por favor déjame.—Sollozó ella, completamente adolorida.—Me duele.

—¿Y a mi que mierda me importa?—Soltó sonriendo.—Si no le importas a tu querido papi ¿Crees que me importas a mi?—Carcajeó.—Se largó, los dejó, nunca sintió nada por ti nenita.

Ella era tan frágil, se sentía tan débil en ese momento.

Maldecía que tiempo atrás la hubieran salvado después de tomar esas pastillas.

Seguía sintiéndose miserable, pero ya no tenía el valor para volver a hacer aquello, no después de ver a sus hermanos llorando por ella mientras estaba en la camilla.

Su mamá ahora pasaba más tiempo con ella, le daba más atención, sin embargo, aún seguía teniendo empleo y solía dejar a sus hijos al cuidado de su tío.

Grave error.

El hombre rondaba por sus treinta años, era muy alto y delgado, sus ojeras eran demasiado notorias y tenía una barba descuidada.

Brooke pensaba que era un hombre malo, sin embargo, quería creer que había algo de bondad dentro de aquél familiar que solía maltratarla siempre que podía.

Logan ya era más mayor así que solía estar fuera con amigos y cosas por el estilo, mientras que su hermano pequeño era encerrado por el hombre en un cuarto para que no pudiera ver cómo trataba a Brooke.

—Deja de lloriquear maldita sea.—Le soltó una fuerte bofetada en una de sus mejillas.

La zona afectada no tardó en ponerse roja mientras unos cuantos puntos con sangre se marcaban en ella.

Le dolía, tenía dolor físico, emocional y mental.

Estaba cansada.

—Por favor, por favor.—Sollozó haciéndose bolita en el suelo, con el hombre parado frente a ella, mirándola sin una gota de culpa.

El no sentía lástima, no le dolía verla así, de hecho, lo excitaba, la miraba completamente extasiado mientras ella sufría.

—Shh...—La calmó mientras acariciaba su cabello lentamente.—Te advertí que te mantuvieras callada dulzura ¿O quieres que le diga a tu mamá que fuiste desobediente?—Dijo tomando entre sus manos su rostro empapado por las lágrimas.

Ella se sentía vacía.

Anhelaba dejar de sufrir.

Anhelada que alguien la quisiera.

¿Por qué todos le hacían daño?

¿Por qué nadie notaba lo rota que estaba?

—N-no.—Contestó débilmente.

El hombre sonrió con satisfacción para después mirar el cuerpo de su sobrina, notando que ya estaba desarrollada, miraba cada parte de ella, de pies a cabeza, mientras se relamía los labios con deseo.

Nunca había hecho algo más allá de golpearla, pero ese día, quería ir más allá de eso.

Tenía tanto tiempo deseándola que no lo soportaba más, a pesar de que prácticamente era una niña, el la deseaba.

Era un completo enfermo.

—Ya eres toda una mujer.—Dijo mientras se acercaba a ella, oliendo su cabello, escuchándola llorar y temblar debajo de él.

—¡Déjame!—Gritó llorando mientras forcejeaba desesperadamente con él, sin éxito alguno, pues la diferencia de tamaño era muy grande.

—¡Quedate quieta maldita sea!—Apretó sus pequeños brazos con mucha fuerza, lastimándola.

—¡Para, por favor para!—Suplicó llorando a mares, temblando asustada y adolorida.

El dejó salir una sonora carcajada de sus labios mientras la tenía aprisionada en el suelo, sin ninguna escapatoria.

—Deberías comenzar a cooperar linda, si no quieres que le haga algo a tu hermanito.—Dijo amenazante mientras la devoraba con la mirada.

Y fue cuando ella paró de forcejear.

No quería que le hiciera daño a Cody.

Lo escuchaba llorar desde la habitación de donde estaba, seguramente asustado por lo que le estaba pasando a ella.

Sollozó en silencio mientras dejaba de moverse, aceptando el hecho de que era inútil tratar de luchar contra ese  asqueroso monstruo que estaba arriba de ella.

Cerró sus ojos mientras lloraba silenciosamente, sintiendo las manos de aquél hombre pasar por debajo de su blusa.

Ella no quería estar ahí.

En su mente se fue hacia otro lugar, comenzando a imaginar que Matt seguía a su lado al igual que su padre, riendo en una fiesta, jugando a las escondidas.

Jugando juegos de niños.

Porque eso es lo que era, una niña.

Cerró sus ojos fuertemente, tratando de ignorar las manos ajenas que tocaban su cuerpo mientras sucias palabras salían de la boca del hombre.

Se sentía sucia.

¿Qué dirían de ella si se enteraban de esto?

Todos sabrían que era una chica sucia, usada.

Seguro nadie la querría más.

Seguro todos le tendrían asco.

Pero no tanto como el que ella se tenía a sí misma.

Y de repente, cuando aquél hombre estuvo a punto de adentrar su mano en los pantalones de la chica, dejó de sentir el peso del sujeto arriba de ella.

Todo lo miró en cámara lenta, miró a Logan arriba del hombre, golpeando su rostro una y otra vez, sin parar, gritando, completamente furioso.

Pero todo lo escuchaba como en un eco en su cabeza, como si ella realmente no estuviera ahí.

Su vista era borrosa y no tenía la suficiente fuerza para ponerse de pie.

Miró el techo blanco en estado de trance, con su cuerpo aún tembloroso mientras escuchaba de fondo cómo Logan golpeaba a su tío mientras que los llantos de Cody en la habitación aún estaban presentes.

Sintió las manos de Logan levantarla, sintió su cuerpo envolverse en sus brazos mientras se ponía de pie mientras el lloraba al verla así, al imaginar lo que estaba a punto de pasar, al imaginar cómo se estaba sintiendo su hermana.

Brooke miró de reojo el cuerpo de su tío en el suelo mientras Logan la abrazaba.

Parecía que no estaba respirando.

—Está muerto.—Dijo Logan a lo que ella lo miró sin decir nada, pues aún estaba en estado de shock.

Ella ya no podía sentir nada.

Después de varios minutos la policía ya estaba en el lugar gracias a que el mismo Logan había llamado explicando la situación.

Su madre también había llegado.

Brooke tenía tanto miedo, no quería decepcionarla, no quería que pensara que era su culpa.

Pero se equivocó en eso, pues lo primero que hizo su madre fue abrazarla fuertemente, aferrándose a ella como si su vida dependiera de ella.

—Pequeña ¿Por qué no me contaste nada? —Lloró lanzando esa pregunta al aire mientras la tenía en sus brazos.

—No me dejes, por favor.—Suplicó Brooke, aferrando sus manos a las de su madre.

—No lo haré.—Sollozó la madre.

Brooke, tan pequeña y tan rota.

La habían apagado por completo.

Cadete Morgan 2. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora